La violencia que supimos conseguir
De un tiempo a esta parte, un tema recurrente en la Argentina es la violencia en el fútbol y la crítica sistemática a los barrabravas, los que, después de todo, existen porque son fieles instrumentos de una dirigencia corrupta, que siempre los apañó y se sirvió de ellos para mantener el poder político en los clubes.
El ejemplo más contundente es el Club River Plate, cuyo estadio ha sido suspendido a raíz de los desmanes cometidos en los quinchos de Nuñez, mientras un procedimiento judicial permitía comprobar la connivencia de algunos dirigentes con los llamados "borrachos del tablón que, al igual que "la 12" son nidos de delincuentes virtuales.
No obstante lo señalado, lo que sucede puertas adentro y afuera del fútbol no es un fenómeno casual sino que son "pústulas" sociales de la violencia que supimos conseguir.
Pese a la propaganda que pregona una falsa imagen del país, la sociedad está lejos de vivir en un "estado de gracia social" como se nos quiere hacer creer. Y los estadios de fútbol no hacen otra cosa que actuar como válvula de escape a la bronca interior de mucha gente obligada a vivir a saltos de mata.
Nadie es violento por que sí. Hay causas subyacentes que gestionan en cualquier individuo reacciones descontroladas, fuera de lugar. Y que, por favor, no se interprete que estamos justificando la violencia que día tras día se apropia de las calles de la República. En última instancia, lo que procuramos hacer es encontrarle una explicación a la violencia colectiva que nos está cercando.
En estas horas se ha conocido la oferta nacional para los docentes. Y algunos han celebrado como una importante conquista que el haber inicial de un docente sea de 1040 pesos. Sí, comparado con los viejos haberes el ofrecimiento es interesante. Pero apenas se profundice el análisis, se verá que esa remuneración permite apenas solventar la canasta básica. Pero el hombre común de carne y hueso, no sólo debe alimentarse -que para eso alcanzan los 900 pesos de la canasta básica- sino que debe vestirse, calzarse, cuidar su salud y educarse.
A mediados de 2006 se les anunció a los jubilados que a partir del 1º de enero de 2007, por así haberlo decidido la Corte Suprema, recibirían un 13 por ciento de aumento, el cual al cabo de pocos meses fue triturado por el efecto devastador inflacionario. Y esto también es violencia, aunque para los pobres jubilados la única violencia que puedan ejercer es la de gemir en silencio la nueva frustración.
Reiteramos: la violencia en el fútbol forma parte del propio contexto de un país que no puede, o no quiere, saldar su deuda social con los más olvidados y oprimidos, que no "educados" en el ejercicio fiestero de los cortes de rutas, calles, caminos y puentes, han optado por apelar al instinto selvático para quejarse, con el cual, por supuesto, mal podemos estar de acuerdo.
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