Manchones edilicios
Nadie podría negar que el avance edilicio de la ciudad en las últimas décadas ha sido sencillamente extraordinario. Las evidencias están a la vista y no necesitan ser demostrarlas.
Lo que provoca extrañeza y preocupación al mismo tiempo es comprobar como algunas calles se fueron adormeciendo, habiendo caído en un letargo muy difícil de ser explicado. Letargo que algunas veces ha sido por culpa del municipio y en otras, de vecinos que prefirieron no actualizarse, impidiendo que lo moderno también llegara hasta ellos.
Sigue sin tener explicación, al menos para nosotros, la demora en pavimentar la totalidad de la calle L. N. Alem, otrora la avenida portuaria. Como es sabido, la obra realizada ha sido parcial, dando lugar a que no pocos vecinos empiecen a reclamar para que el emprendimiento beneficie a todos los frentistas.
Lo que tampoco nunca entendimos es por qué se mantuvo el empedrado de la cuadra de Andrade entre Rocamora y Rucci, que desde hace años es un manchón o una mácula edilicia en donde indudablemente se detuvo el tiempo.
Ante una consulta que le hicimos a un vecino de esa cuadra, éste nos respondió que el empedrado se mantenía por decisión vecinal agregando: "Nunca nos sustraigan ese retazo de historia lugareña en que transcurre nuestra vida".
Respetamos a los nostalgiosos, pero no compartimos su criterio porque contradice el espíritu progresista de una mayoría que es abrumadora. Si fuéramos todos a pensar de la misma manera, más de la mitad de la ciudad no habría salido del barro y las calles de tierra se mantendrían.
Por más que el empedrado dé testimonio de un aspecto de lo pasado y que el mismo sea fuente de intensa nostalgia, pensamos que debe priorizarse el bien común de la ciudad y procederse en consecuencia a dar respuestas efectivas a las exigencias de los nuevos tiempos que se viven; les guste o no les guste a determinados vecinos frentistas.
Con aquel mismo criterio, los usuarios de las garrafas saldrían a manifestar a las calles protestando por la llegada del gas natural o talvez pregonarían en favor de las cocinas económicas o las hornallas a carbón o leña que hicieron famosos a nuestros abuelos.
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