Memoria restringida
Desde el poder político se insiste, machaconamente, en la necesidad de mantener la memoria aunque nunca se aclare su alcance. Es por esta razón que estamos inducidos a que nos impongan desde la concepción setentista una memoria selectiva o sesgada, en aras ser más benévolos.
Un componente de aquella inducción es el slogan que el 28 de octubre habrá de llenar las urnas de "buena memoria". Pero nos seguimos preguntando cuál. Por de pronto, nos alela la memoria social imperante en la República, la cual ya nos está haciendo sufrir de amnesia, siendo este hecho fácilmente comprobable.
América 2, el canal de La Plata, ha venido difundiendo un documento desgarrador sobre la realidad de El Impenetrable, en el Chaco, realidad que conoce muy bien nuestro copoblano, el padre Rubito Melchiori, quien estuvo varios años misionando allí y auxiliando a los más pobres.
El documento que se ocupa de Lucy, una niña toba de tres años y medio, es una denuncia terrible e implacable, contra el genocidio virtual que se está perpetrando contra las etnias afincadas desde hace más de quinientos años en el bosque chaqueño, lugar en donde nuestros aborígenes viven peor que animales.
Dueños de todos los olvidos, niños, ancianos y todos los que integran las comunidades aborígenes están condenados a desaparecer, diezmados por la tuberculosis y el mal de chagas. En este sentido, horrorizan esas imágenes que nos muestran a los tobas conviviendo con las vinchucas. Pero mucha más horroriza el saber que jamás se hacen fumigaciones y que ningún gobernante -nacional o provincial- ni político alguno haya tenido el coraje humanitario de ir al Impenetrable a embarrarse el calzado o ser picado por los insectos del lugar.
Tanto que se habla de conservar y defender la memoria, pero hasta el día de hoy no hemos sido testigos de que en el promocionado atril oficial se haya hecho una sola mención al drama de nuestros hermanos tobas, condenados a vivir y desaparecer en medio de indecibles penurias y atroces privaciones, asistidos sólo de la Esperanza de la Cruz y la continua caridad, que en el fondo resulta siempre insuficiente frente a tantas urgentes necesidades.
¡Qué pena la memoria restringida de los que insisten en recorrer la vida con los ojos en la nuca... !
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