Nos parece un acierto
La iniciativa de iniciar en los ámbitos escolares la enseñanza destinada a educar desde la niñez sobre el comportamiento en la vía pública conduciendo vehículos nos parece una interesante iniciativa, aunque ya ensayada en otras oportunidades.
Aprender a respetar las normas de tránsito a partir del conocimiento básico de las mismas, como el aprender a respetar las señales y en forma especial lo que supone atenerse a las indicaciones de los semáforos, constituye el abc de la educación vial. Todo nos parece inobjetable y digno, por lo tanto, de ser aplaudido.
Pero hay un detalle que nos preocupa sobremanera y que no sabemos si está contemplado en la enseñanza que se imparte al niño por parte de los funcionarios de tránsito. Seguramente, lo primero que el niño aprende es cómo tomar una curva, cuándo se puede o no adelantarse a otro vehículo, como respetar la mano de marcha, etc., etc.
Nuestra inquietud se orienta en otra dirección y la exponemos sin ambages: ¿se educa, de cara al futuro?
¿Respecto a la velocidad que debe circularse? A nuestro ver, no es una pregunta más sino LA PREGUNTA, donde está todo el meollo del problema del tránsito hoy, causa y origen de las grandes tragedias que abruman las rutas y caminos de la Argentina.
La preocupación primordial reside en una correcta conducta en cuanto al conocimiento pleno de cómo se debe transitar en la vía pública. Pero ese conocimiento servirá de nada si al hombre y mujer que conducirá mañana no se le enseña a ser precavidos cuando se tiene el volante entre las manos. Hay que educar en el peligro que
representa el no ser moderados e inteligentes cuando de utilizar la velocidad se trata. Y si para que se haga carne en el niño a lo que se expone, si no existe la prudencia cuando se transita por rutas, calles y caminos, no hay que dudar en mostrar el material fílmico disponible en materia de accidentología.
Tal vez parezca cruel la propuesta, pero se convendrá con nosotros que exhibir la realidad es la mejor educación que podemos ofrecer a quienes mañana serán los responsables de ser ciudadanos adultos, plenamente instruidos en cuanto a la necesidad de ser responsables con la vida ajena, comenzando por proteger y respetar la nuestra.
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