Nuestra Bandera
Pese a que nuestros beneméritos legisladores un buen día decidieron modificar por ley algunas fechas patrias, priorizando el poder mercantilista de la seudo industria sin chimeneas para dar lugar a los llamados fines de semana largo, lo que no han logrado hasta el momento es desalojar del corazón nacional los días destinados a recordar las jornadas cimeras de la Patria.
Por esa razón, el supuesto Día de la Bandera fue trasladado al lunes l8 de junio, jornada que obviamente pasó desapercibida. Apenas si sirvió para ocupar parcialmente a hoteles y lugares de recreación turística.
Pero los argentinos con memoria haremos hoy un breve alto en el camino para exaltar el recuerdo de Manuel Belgrano, el creador de la Bandera, a la que en esta jornada homenajeamos con el alma henchida de Patria.
Un censurable "progresismo" nos vació las plazas, en donde el pueblo y los soldados se reunían para participar del emocionado grito ¡Sí, Juro! a la Azul y Blanca. Este vaciamiento ha sido reparado apenas en parte a partir de los actos que se realizan en Rosario al pie del Monumento a la Bandera. Sin embargo, a veces ha sido utilizado con fines ajenos a una celebración en la que sólo se le debiera rendir pleitesía al Lábaro sagrado.
Una nación, un pueblo, una sociedad, a la que le da lo mismo darle la espalda a Dios y a su Bandera, poco a poco va perdiendo su identidad, y por no respetar su raíz patricia y el génesis de su fe, acaba convirtiéndose en un barco sin brújula en medio de contiendas ideológicas identificadas sólo por el resentimiento y acto seguido por el odio.
Por eso la importancia de reconocernos ciudadanos de una sola Bandera, en este caso de aquella que fuera enarbolada por Manuel Belgrano en las Barrancas del Paraná y entregada a Dios a los pies de la Virgen de la Merced.
He ahí la Bandera que hoy nos vuelve a unir bajo sus pliegues y que nos hermana y galvaniza en un sentido de Patria que se nutrió y se hizo poderosa en la sangre mártir de los que murieron, mueren y morirán por defenderla, mientras se confunde con los colores del Cielo, de donde nos fue legada.
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