Otra vez los remises
El de remis es un servicio público como tantos, sujeto por esa misma razón a las reglas de juegos a los que están comprometidos todos los demás.
De hecho, no se justifica que tal servicio deje de prestarse en determinados días y horas, como acaba de suceder los días 24 y 25 de diciembre pasados, jornadas en las que las empresas remiseras dejaron de cumplir con su obligación de prestar el servicio, circunstancia que produjo innúmeros contratiempos a los habituales usuarios de los remís incumpliendo de esta manera con las exigencias contraídas con el municipio.
Si bien resulta comprensible que los conductores de los remís quieran pasar las fiestas con los suyos, habrá que convenir que hay prestaciones públicas que no estàn contempladas en ciertas excepciones. Con ese criterio, no habría guardias en los hospitales y sanatorios, tampoco la policía trabajaría por la seguridad de la población.
¿Se imagina la sociedad lo que sucedería si los bomberos decidieran cerrar sus puertas y sobreviniera alguna catástrofe o accidente?.
El tema de los remises es de fácil y pronta solución: así como hay farmacias de turno, aplicando idéntico criterio se podrían establecer que determinadas remiserías estén de turno o que se autorice a los remiseros a trabajar por su cuenta. Lo que no puede ni debe permitirse que un servicio que se ha tornado esencial no puede experimentar suspensiones que serán siempre extemporáneas en la medida que no contemple los intereses del público en toda su extensión.
Lo que pasó en la madrugada de la Nochebuena y durante gran parte del 25 de diciembre es algo que no debería repetirse, por lo que es de esperar que los gobernantes municipales, en uso de atribuciones que les son propias, les recuerden a las remiserías locales cuáles son sus obligaciones contractuales.
Sería de lamentar que algunas empresas de remís pierdan sus respectivas licencias para seguir prestando el servicio por negarse a cumplir lo que alguna vez firmaron.
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