Paco, un siniestro personaje
Entretenidos en "chupetear" otros "caramelos sociales" o simples caramelitos, los argentinos hemos perdido de vista otras cuestiones que debieran ocupar nuestro tiempo y preocupación y que por su propia entidad ponen en grave riesgo la salud moral y física de la ciudad.
Desde hace un tiempo, otro terrible flagelo nos amenaza, pero no son pocos los que por cobardía o comodidad o por lo que sea, prefieren mirar hacia otro lado para no comprometerse ni verse en la obligación de investigar o denunciar determinadas anomalías.
La cocaína y la marihuana hace rato que han perdido popularidad al ser reemplazadas por un siniestro personaje conocido por el nombre de paco, droga que gracias a su bajísimo costo ha podido introducirse en los asentamientos urbanos marginales, allí en donde reinan la pobreza y el absoluto abandono humano.
Hace algunos días, las "madres de la vida", han formado una nueva ONG surgida de un desesperado esfuerzo por salvar la vida de miles y miles de niños villeros y suburbanos.
El paco tiene un poder tal, que a aquel pibe que lo prueba le cuesta una inmensidad escapar de sus garras, siendo su expectativa de vida de apenas un año, a causa de los daños neurológicos irreversibles que provoca. Pese a la gravedad de los efectos, ninguna autoridad hasta el día de hoy ha dado la menor señal de estar preocupada y dispuesta a sumarse a una lucha que ya es clamor de importantes ciudades argentinas.
Hace muchísimos años, cuando la droga era solamente el argumento de algunas películas norteamericanas o apenas insinuada en filmes nacionales, desde esta misma columna de opinión denunciamos que ya había llegado a Gualeguaychú. Se nos rieron y en algunos cenáculos sociales fuimos blanco, nos consta, de las consabidas burlas. Pero nadie dijo nada cuando los "porros" y los ¨"ravioles" empezaron a ser consumidos por nuestros jóvenes. Como en la fábula del pastor mentiroso, cuando llegó el "lobo" ya era demasiado tarde.
También hay serios indicios de que hoy el "paco" está merodeando y siendo consumido, no en gran escala todavía, pero ya estaría entre nosotros buscando a pibes ilusos e inocentes para hacerlos caer en la celada de un vicio que por sus características y consecuencias es francamente aterrador.
Como ocurriera hace ya más de tres décadas, volveremos a quedarnos de brazos cruzados.
Gualeguaychú, esperamos tu respuesta.
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