Planificación urbana y participación
Gualeguaychú tiene una deuda pendiente vinculada con su ordenamiento territorial o si se quiere el término más político de planificación urbana.
Desde hace un tiempo se encuentra trabajando un equipo a nivel Municipal, pero de su desarrollo apenas se pudieron conocer algunos lineamientos muy genéricos y por el momento se desconocen los aportes que otras entidades han realizado.
Se sabe que en materia de planificación urbana no se puede tener una única mirada y que es imperioso sumar –a manera de síntesis- la perspectiva de otros sectores, justamente para evitar su fracaso. La planificación sin participación es un contrasentido.
Es cierto que la planificación urbana admite más de una definición, que a su vez están vinculadas con los grados de su complejidad. Pero en todas las definiciones habrá un común denominador: el rol del Estado, con sus diferentes áreas, y el modo que intervendrá en el diseño, administración y mantenimiento de la ciudad.
Es que para el sector público, la planificación urbana como mínimo debe contemplar las cuestiones regulatorias, las burocráticas y la relacionada con los procedimientos.
Pero, es indudable que una sociedad como la de Gualeguaychú requiere como línea de base de esta planificación conocer las perspectivas del sector privado y de la comunidad en general.
Como se comprenderá, a la hora de interactuar cada sector defenderá sus intereses, lo que implica que se debe tener como presupuesto mínimo una profunda cultura en materia de negociación y diálogo.
La planificación urbana no puede pensarse como un proceso vertical que baja desde el Estado hacia la sociedad civil, sino como un proceso horizontal donde la comunidad adquiere un rol fundamental en la construcción de su propia ciudad.
Si se sigue este concepto, entonces básicamente se podrá distinguir a tres protagonistas centrales: el Estado, la sociedad civil y el sector privado.
Se sabe que el Estado Municipal no tiene un rol pasivo; que la sociedad civil implica un amplio abanico de organizaciones que van desde las múltiples formas de representación vecinal hasta las asociaciones de profesionales, pasando por las comerciales y empresarias; y que el sector privado contempla en su esencia a la perspectiva inmobiliaria. Lo importante es que los tres sectores deben guiar el crecimiento urbano en función de la búsqueda de beneficios colectivos, y para ello es indispensable el apoyo del Estado como el de las complejas organizaciones de la sociedad civil.
Para comprender esta complejidad, mejor un ejemplo: la expansión de una ciudad puede ser vista bajo dos procesos paralelos y simultáneos. Uno que actúa de acuerdo al mercado inmobiliario, cuyos objetivos en lo local se orientan a los sectores medios y altos; y el otro refiere a un proceso que no siguen la lógica del mercado pero que tiene igualmente que cubrir las demandas habitaciones de los grupos de bajos recursos.
¿Cuál será el uso del suelo en Gualeguaychú, que a su vez permita reconocer el carácter de una área urbana y de sus prestaciones medioambientales, de servicios, de transporte, etcétera?
Por eso se insiste que este proceso debe contemplar el enriquecimiento de una política local coordinada con las asociaciones público-privadas. No hay que olvidar que todo pueblo pierde sentido cuando se pierden de vista a sus vecinos.
Se sabe que en materia de planificación urbana no se puede tener una única mirada y que es imperioso sumar –a manera de síntesis- la perspectiva de otros sectores, justamente para evitar su fracaso. La planificación sin participación es un contrasentido.
Es cierto que la planificación urbana admite más de una definición, que a su vez están vinculadas con los grados de su complejidad. Pero en todas las definiciones habrá un común denominador: el rol del Estado, con sus diferentes áreas, y el modo que intervendrá en el diseño, administración y mantenimiento de la ciudad.
Es que para el sector público, la planificación urbana como mínimo debe contemplar las cuestiones regulatorias, las burocráticas y la relacionada con los procedimientos.
Pero, es indudable que una sociedad como la de Gualeguaychú requiere como línea de base de esta planificación conocer las perspectivas del sector privado y de la comunidad en general.
Como se comprenderá, a la hora de interactuar cada sector defenderá sus intereses, lo que implica que se debe tener como presupuesto mínimo una profunda cultura en materia de negociación y diálogo.
La planificación urbana no puede pensarse como un proceso vertical que baja desde el Estado hacia la sociedad civil, sino como un proceso horizontal donde la comunidad adquiere un rol fundamental en la construcción de su propia ciudad.
Si se sigue este concepto, entonces básicamente se podrá distinguir a tres protagonistas centrales: el Estado, la sociedad civil y el sector privado.
Se sabe que el Estado Municipal no tiene un rol pasivo; que la sociedad civil implica un amplio abanico de organizaciones que van desde las múltiples formas de representación vecinal hasta las asociaciones de profesionales, pasando por las comerciales y empresarias; y que el sector privado contempla en su esencia a la perspectiva inmobiliaria. Lo importante es que los tres sectores deben guiar el crecimiento urbano en función de la búsqueda de beneficios colectivos, y para ello es indispensable el apoyo del Estado como el de las complejas organizaciones de la sociedad civil.
Para comprender esta complejidad, mejor un ejemplo: la expansión de una ciudad puede ser vista bajo dos procesos paralelos y simultáneos. Uno que actúa de acuerdo al mercado inmobiliario, cuyos objetivos en lo local se orientan a los sectores medios y altos; y el otro refiere a un proceso que no siguen la lógica del mercado pero que tiene igualmente que cubrir las demandas habitaciones de los grupos de bajos recursos.
¿Cuál será el uso del suelo en Gualeguaychú, que a su vez permita reconocer el carácter de una área urbana y de sus prestaciones medioambientales, de servicios, de transporte, etcétera?
Por eso se insiste que este proceso debe contemplar el enriquecimiento de una política local coordinada con las asociaciones público-privadas. No hay que olvidar que todo pueblo pierde sentido cuando se pierden de vista a sus vecinos.
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