Por mayores espacios verdes
Gualeguaychú crece. Pero no siempre este crecimiento es virtuoso. Según los datos provisorios otorgados por el Indec acerca del último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, en Gualeguaychú se contabilizaron 108.937 pobladores.
Sin embargo, más allá de las bondades geográficas y naturales que la ciudad posee, es indispensable reflexionar y meditar para gozar de mayores espacios públicos, porque la tendencia indica que a este ritmo el ahogo urbano será un gran obstáculo.
Es necesario recuperar los espacios verdes y libres, justamente para que los vecinos puedan tener un recreo o un desahogo de sus responsabilidades cotidianas y puedan romper la rutina con actividades propias del tiempo libre.
Este tema no es nuevo en el mundo. En 1972, Naciones Unidas dedicó un extenso capítulo a lo que hoy se denomina la ecología urbana, que derivó en el programa del organismo mundial (Pnuma) que se dedica, entre otras problemáticas, a abordar los temas ambientales especialmente en las grandes ciudades.
La ecología urbana no se limita solamente a la calidad de vida biológica, sino también a la salud mental de los habitantes, que en muchas ciudades de similares características a la de Gualeguaychú, comienza a ser una preocupación cotidiana o casi central.
Hay que tomar conciencia que en muchas zonas de la ciudad se vive con una alta densidad y si bien no proliferan los edificios en altura, la sensación de aglomeración en muchas partes es evidente, especialmente en el tránsito, en los decibeles de los ruidos molestos o de manera más sutil pero muy concreta con las expresiones que surgen de los conflictos sociales propias de la convivencia.
Esta radiografía tiene un contraste, porque los espacios verdes para disfrutar del ocio se van reduciendo. Esta reducción obliga a las personas a competir por ese espacio, amén de que se erosionan relaciones sociales e incluso vinculares, aunque se viva rodeado de vecinos.
Las tensiones, la crispación se potencia en medio del hacinamiento. Alguien podrá sostener que Gualeguaychú no ha llegado a esa situación límite. Es discutible e incluso se puede admitir como válida. Sin embargo, se está transitando hacia esa situación sin que se proyecten herramientas para evitarla.
Por eso es necesario abordar el acceso a los espacios libres o públicos no sólo como un aspecto de la planificación urbana, paisajística, sino también adosarle el ingrediente de que es indispensable para la salud mental individual y social de una comunidad.
Los expertos en psiquiatría advierten que a mayor hacinamiento, es mayor la posibilidad de que crezca la tasa de patologías mentales.
Una de las herramientas que más se recomiendan es la planificación urbana, entendiéndola como una proyección integral del vecino. Por eso es indispensable recuperar e incluso incorporar nuevos espacios verdes, justamente para disminuir la disputa por esos lugares y paralelamente favorecer las actividades vinculadas con la recreación, el deporte y los hábitos saludables.
A nadie se le puede olvidar que el ocio creativo, la recreación, el deporte y los hábitos saludables contribuyen de manera decisiva e insoslayable a una mayor integración comunitaria, al mismo tiempo que diluyen los males del aislamiento social.
Recuperar los espacios verdes, crear otros nuevos, tornar a esos lugares con mayor accesibilidad, será una buena forma de contribuir a la salud mental de la población.
Es necesario recuperar los espacios verdes y libres, justamente para que los vecinos puedan tener un recreo o un desahogo de sus responsabilidades cotidianas y puedan romper la rutina con actividades propias del tiempo libre.
Este tema no es nuevo en el mundo. En 1972, Naciones Unidas dedicó un extenso capítulo a lo que hoy se denomina la ecología urbana, que derivó en el programa del organismo mundial (Pnuma) que se dedica, entre otras problemáticas, a abordar los temas ambientales especialmente en las grandes ciudades.
La ecología urbana no se limita solamente a la calidad de vida biológica, sino también a la salud mental de los habitantes, que en muchas ciudades de similares características a la de Gualeguaychú, comienza a ser una preocupación cotidiana o casi central.
Hay que tomar conciencia que en muchas zonas de la ciudad se vive con una alta densidad y si bien no proliferan los edificios en altura, la sensación de aglomeración en muchas partes es evidente, especialmente en el tránsito, en los decibeles de los ruidos molestos o de manera más sutil pero muy concreta con las expresiones que surgen de los conflictos sociales propias de la convivencia.
Esta radiografía tiene un contraste, porque los espacios verdes para disfrutar del ocio se van reduciendo. Esta reducción obliga a las personas a competir por ese espacio, amén de que se erosionan relaciones sociales e incluso vinculares, aunque se viva rodeado de vecinos.
Las tensiones, la crispación se potencia en medio del hacinamiento. Alguien podrá sostener que Gualeguaychú no ha llegado a esa situación límite. Es discutible e incluso se puede admitir como válida. Sin embargo, se está transitando hacia esa situación sin que se proyecten herramientas para evitarla.
Por eso es necesario abordar el acceso a los espacios libres o públicos no sólo como un aspecto de la planificación urbana, paisajística, sino también adosarle el ingrediente de que es indispensable para la salud mental individual y social de una comunidad.
Los expertos en psiquiatría advierten que a mayor hacinamiento, es mayor la posibilidad de que crezca la tasa de patologías mentales.
Una de las herramientas que más se recomiendan es la planificación urbana, entendiéndola como una proyección integral del vecino. Por eso es indispensable recuperar e incluso incorporar nuevos espacios verdes, justamente para disminuir la disputa por esos lugares y paralelamente favorecer las actividades vinculadas con la recreación, el deporte y los hábitos saludables.
A nadie se le puede olvidar que el ocio creativo, la recreación, el deporte y los hábitos saludables contribuyen de manera decisiva e insoslayable a una mayor integración comunitaria, al mismo tiempo que diluyen los males del aislamiento social.
Recuperar los espacios verdes, crear otros nuevos, tornar a esos lugares con mayor accesibilidad, será una buena forma de contribuir a la salud mental de la población.
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