Saber escuchar las protestas
Si hay un defecto en quien debe gobernar el destino de los ciudadanos, ese es el no saber escuchar los malestares que expresa la sociedad.
La protesta del jueves a la noche fue demasiado elocuente para hacerse los distraídos o creer que se trató de un sector minoritario.
Se trataron de protestas simultáneas, todas convocadas a través de las redes sociales y sin ningún dirigente de la oposición o de un sector en particular que las liderara. Por eso a la característica de simultáneas hay que agregarle como un valor que fue una protesta espontánea.
Distintas ciudades exclamaron cierto hartazgo por cuestiones que la dirigencia política suele abordar pisoteando a las instituciones. No se trata solamente lo que ocurre con el dólar, sino fundamentalmente con la economía en general; no es solamente el caso puntual de una re reelección, sino de no debilitar las instituciones democráticas y republicanas; no es solamente estar a favor o en contra del voto a los 16 años, sino de señalar que hay generaciones que están casi devastadas. No se trata solamente de seguridad, sino de la defensa irrestricta de la vida. No son cuestiones puntuales sino generalizadas y todos –oficialismo y oposición- tienen responsabilidades; pero es indudable que la responsabilidad del gobierno es mayúscula e intransferible.
Corrupción, seguridad, el cepo al dólar, el rechazo de proyecto de re-reelección, son sólo los títulos de un problema más de fondo e inmenso: la calidad democrática que se está construyendo.
Se sostiene con razón que Argentina es un país integrado por sociedades plurales desde lo cultural y social, donde incluso algunas provincias se identifican más con sus países vecinos que con el resto de los distritos. Argentina es por su base fundacional un país complejo. Y esto requiere especialmente para quien gobierna un alto ejercicio del diálogo en la diversidad y es lo que está faltando, entre otras cuestiones. No es posible que un funcionario tome por asalto al Estado para plasmar voluntades individuales y no atender el interés general. Donde el ejercicio de la impunidad de algunos es la injusticia para todos.
La protesta habla de un malestar y que existe ante la evidencia de que hay temas que no se han resuelto de la mejor manera. No se trata solamente de un rumbo sino también de cómo se transita.
Urge establecer acuerdos mínimos sobre qué país se quiere. No se trata solamente de dirimirlo en elecciones, porque en todo caso la elección señala quién conducirá la forma de construir esos consensos.
Toda protesta es activa y en el caso de la del jueves a la noche, claramente habla de un cansancio colectivo.
El debate de las ideas, el poder emitir opiniones, el ejercicio de la pluralidad, la recepción de las críticas oportunas, de eso se trata y eso no se observa de manera nítida a la hora de gobernar o construir poder.
¿Por qué esta protesta debe ser escuchada por el gobierno y también por la oposición? Porque la sociedad está exigiendo una actitud más responsable.
En los últimos años hubo avances notorios, pero que esos logros no se traduzcan que todo vale a la hora de tomar decisiones. Acertar no implica nunca ser infalibles y mucho menos en el arte de gobernar.
Saber escuchar las protestas es parte del ABC de quien gobierna. La historia argentina está llena de episodios dolorosos por no saber escuchar a tiempo. Por eso el llamado de atención, porque se necesita de una intensa reflexión para corregir aquellas cosas que se están señalando y que es evidente están causando un daño colectivo.
Se trataron de protestas simultáneas, todas convocadas a través de las redes sociales y sin ningún dirigente de la oposición o de un sector en particular que las liderara. Por eso a la característica de simultáneas hay que agregarle como un valor que fue una protesta espontánea.
Distintas ciudades exclamaron cierto hartazgo por cuestiones que la dirigencia política suele abordar pisoteando a las instituciones. No se trata solamente lo que ocurre con el dólar, sino fundamentalmente con la economía en general; no es solamente el caso puntual de una re reelección, sino de no debilitar las instituciones democráticas y republicanas; no es solamente estar a favor o en contra del voto a los 16 años, sino de señalar que hay generaciones que están casi devastadas. No se trata solamente de seguridad, sino de la defensa irrestricta de la vida. No son cuestiones puntuales sino generalizadas y todos –oficialismo y oposición- tienen responsabilidades; pero es indudable que la responsabilidad del gobierno es mayúscula e intransferible.
Corrupción, seguridad, el cepo al dólar, el rechazo de proyecto de re-reelección, son sólo los títulos de un problema más de fondo e inmenso: la calidad democrática que se está construyendo.
Se sostiene con razón que Argentina es un país integrado por sociedades plurales desde lo cultural y social, donde incluso algunas provincias se identifican más con sus países vecinos que con el resto de los distritos. Argentina es por su base fundacional un país complejo. Y esto requiere especialmente para quien gobierna un alto ejercicio del diálogo en la diversidad y es lo que está faltando, entre otras cuestiones. No es posible que un funcionario tome por asalto al Estado para plasmar voluntades individuales y no atender el interés general. Donde el ejercicio de la impunidad de algunos es la injusticia para todos.
La protesta habla de un malestar y que existe ante la evidencia de que hay temas que no se han resuelto de la mejor manera. No se trata solamente de un rumbo sino también de cómo se transita.
Urge establecer acuerdos mínimos sobre qué país se quiere. No se trata solamente de dirimirlo en elecciones, porque en todo caso la elección señala quién conducirá la forma de construir esos consensos.
Toda protesta es activa y en el caso de la del jueves a la noche, claramente habla de un cansancio colectivo.
El debate de las ideas, el poder emitir opiniones, el ejercicio de la pluralidad, la recepción de las críticas oportunas, de eso se trata y eso no se observa de manera nítida a la hora de gobernar o construir poder.
¿Por qué esta protesta debe ser escuchada por el gobierno y también por la oposición? Porque la sociedad está exigiendo una actitud más responsable.
En los últimos años hubo avances notorios, pero que esos logros no se traduzcan que todo vale a la hora de tomar decisiones. Acertar no implica nunca ser infalibles y mucho menos en el arte de gobernar.
Saber escuchar las protestas es parte del ABC de quien gobierna. La historia argentina está llena de episodios dolorosos por no saber escuchar a tiempo. Por eso el llamado de atención, porque se necesita de una intensa reflexión para corregir aquellas cosas que se están señalando y que es evidente están causando un daño colectivo.
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