Un plan regional para erradicar el hambre
El director general de la FAO (la agencia de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación) José Graziano Da Silva, presentó ayer en la reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la tercera Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (Celac) un ambicioso como oportuno plan para erradicar el hambre en la región para el 2025.
La propuesta fue presentada como “una herramienta para ayudar a los países de la Celac a diseñar planes nacionales para transformar en realidad el compromiso ya asumido de erradicar el hambre y la pobreza extrema en la región”, de acuerdo a las propias palabras de Graziano Da Silva.
Esta iniciativa fue desarrollada por la FAO con el apoyo de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) a solicitud de la CELAC y tiene cuatro pilares básicos.
El primero es abordar las temáticas de coordinación de estrategias a nivel nacional y regional, con enfoque de género.
El segundo es garantizar el acceso oportuno y sostenible a alimentos inocuos y nutritivos.
El tercero es ampliar los programas de alimentación escolar con prioridad a una atención a todas las formas de malnutrición, desde la subalimentación hasta la obesidad. Y el cuarto es la estabilidad en la producción y enfrentamiento oportuno a los problemas que presenta el cambio climático.
Para ello han sistematizado las experiencias exitosas en la región y se han identificado los potenciales vínculos entre las distintas áreas que pueden generar círculos virtuosos de desarrollo. Un ejemplo de ello es la vinculación de la agricultura familiar con la alimentación escolar o el incrementar las transferencias de ingresos para que las comunidades rurales se puedan beneficiar gracias al aumento de la producción local.
Teniendo como fuente a la propia FAO, América Latina y el Caribe es la única región del mundo que ya alcanzó la meta del Primer Objetivo de Desarrollo del Milenio y pudo reducir a la mitad la proporción de personas que sufren hambre para el presente año. Y la región está a un paso de lograr otro de los objetivos fijados en la Cumbre Mundial de la Alimentación y que es reducir a la mitad el número total de personas subalimentadas.
Sin duda que superar el hambre y la pobreza de los pueblos de América Latina y el Caribe es un imperativo ético, más allá de los esfuerzos políticos, sociales y económicos financieros que se deben garantizar de aquí al 2025.
No se trata de un programa que expresa buenos deseos, sino la invitación a un cambio de paradigma en donde se puedan tomar decisiones agregándole valores humanitarios siempre en defensa del interés general. Es un cambio radical, que implica asumir otra responsabilidad frente al semejante.
Para erradicar el hambre se podrán contar con todas las tecnologías, pero si antes no hay sensibilidad por el prójimo (esto es eliminar la corrupción y la impunidad del sector público como privado), todo esfuerzo será inútil. De eso se trata: que los gobiernos sean menos corruptos y así comenzar con eliminar el hambre en la región.
Este contenido no está abierto a comentarios