Valores trastocados
La televisión argentina vuelve a ser el epicentro de otro escándalo mayúsculo en el que se ven involucrados conocidos personajes del espectáculo y animadores, que por creerse súper estrellas piensan que tienen derecho de hacer lo que les viene en ganas.
Carentes de ideas originales e inteligentes, apelan ahora al golpe bajo y al mal gusto mientras, sin respetar los horarios de protección al menor, hacen un culto a la obscenidad, agazapándose detrás del argumento que esgrime que la censura es un agravio a la libertad de "expresión artística".
De lo señalado se deduce que el "baile del caño", de neto origen prostibulario, es arte puro y que cualquier intento por erradicarlo de la pantalla chica constituiría una "vejación a la libertad", demostrándose hasta dónde se encuentran trastocados aquellos valores morales que fueron la cuna de nuestra civilización cristiana y occidental, aunque de ella queden apenas vestigios.
Por más que el ominoso poder que quieren ejercer ciertos empresarios televisivos no da señales de querer aplacar los excesos amorales, es la sociedad la que debe hacérselo sentir con el rigor de su repudio. Como lo único que parece interesarles a los sátrapas del "caño" es el rating, sería aconsejable que la masa de televidentes que hasta hoy acompaña a este tipo de programas empiece a retirarse y a darle la espalda a tanta estulticia conque diariamente se agrede a la sociedad argentina.
Sabemos que no va a ser fácil la tarea de desarmar el aparato inmoral que amuralla programas como el del "baile del caño", que no es otra cosa que introducir el prostíbulo en los hogares. No hay, sin embargo, que desanimarse. Por el contrario, se debe apelar a la estrategia de la gota que horada la piedra.
Hay que apelar a las últimas reservas morales que nos quedan, reiniciando una cuenta regresiva que nos permita recobrar la vigencia de aquellos valores y principios que supieron hacer monolítica a la familia argentina.
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