Banco Popular: Un sistema basado en la Buena Fe y en las ganas de crecer y superarse
Fomentar y fortalecer los proyectos productivos de los sectores más vulnerables de la sociedad y promover una economía con valores diferentes a los de la economía neoliberal, son algunos de los objetivos que persigue el Banco Popular de la Buena Fe (BPBF).
Es que a través de los microcréditos, que proveen una asistencia financiera a los sectores que se ven excluidos del sistema financiero formal, muchas personas pueden recuperar sus valores y saberes y dignificarse; al concretar alternativas de empleo propias basadas en lo que saben y les gusta hacer.
El Banco Popular de la Buena Fe se basa en un sistema que parte del otorgamiento de microcréditos que son devueltos por los beneficiarios semanalmente. Funciona a través de una garantía solidaria, para lo que se constituyen grupos solidarios –esto implica que en el caso de que un integrante del grupo no pague su préstamo el resto debe responder, caso contrario no podrán seguir recibiendo fondos. Las integrantes del grupo se reúnen semanalmente en lo que se denomina “vida de centro”. Y en éste ámbito, los prestatarios no sólo devuelven sus préstamos sino que, con el aporte de coordinadores y compañeros, avanzan en los emprendimiento y abordan problemas de su comunidad.
Estos son los lineamientos en los que se basa este Banco que no pide más garantía a los vecinos que su palabra y el compromiso de trabajar para ir devolviendo los créditos.
En la región, el Banco Popular se implementa a través de la organización que lleva por nombre Fundación INKA, de la que dependen otras organizaciones locales.
Laura Mariela Zapata, Carmen Viviana Gonzáles, Carina Cabaña y Graciela Saavedra son cuatro mujeres que han logrado concretar sus proyectos productivos gracias a los préstamos del Banco Popular de la Buena Fe. Conocer sus historias es una manera de saber que con voluntad, esperanza y creyendo en las capacidades y valores que cada uno tiene, se puede salir adelante.
“El primer crédito me sirvió para comprar materia prima”
Laura Mariela Zapata, pertenece al Banco de Inka del Barrio Sagrado Corazón. Ella vive con sus cuatro hijos, junto a su papá, una hermana y una sobrina.
“Hace más o menos dos años que formo parte del Banco Popular. Me enteré por una amiga que quería armar un grupo solidario y fue así que me acerque a ver de qué se trataba”, explicó esta emprendedora que en la actualidad realiza tejidos a pedido en diversas técnicas (dos y cinco agujas, crochet y bastidores cuadrados).
“Fui a una reunión sin saber casi nada, aunque algunos comentarios que me habían hecho me hicieron ir con cierta desconfianza. Pero me animé y me sirvió mucho. Me gustó el sistema de la garantía solidaria, que si bien da un poco de miedo, es una manera de que el Banco se asegure de que vamos a pagar, ya que la única garantía que tienen es nuestra palabra y, como en todos lados, hay gente que se aprovecha”, señaló.
En este marco, Laura explicó a EL ARGENTINO: “Comencé de cero. Me acuerdo que con el primer crédito, que fue de 700 pesos, compre agujas y lana. Ese primer crédito me sirvió para comprar materia prima, que de otra manera no podía comprar. Ahora estoy en el segundo recrédito. Con los préstamos he ido comprando bastidores, agujas y las cosas que me van haciendo falta”.
Laura siempre tejió para su familia pero no se le había ocurrido poder hacerlo como sustento para vivir. Hoy realiza trabajos por pedido, “la gente me lleva la lana y hago de todo tipo de trabajos a medida: camperas, sacos, lo que sea. Los clientes me piden diseños o me traen revistas y yo saco los modelos”, explica entusiasmada Laura.
Como sucede con muchas emprendedoras, Laura además de tejer debe realizar trabajos domésticos. “Pero mi proyecto a futuro es poder vivir de mi emprendimiento, poder dedicarle más horas porque es lo primordial para mí”, indica.
El grupo que integra Laura está formado por otras dos emprendedoras, María que tiene un kiosco y Ana que posee una peluquería.
“El Banco Popular ayuda a mucha gente. A mi, que me toca pelearla sola, me ha servido de mucho. Además, lo que nosotros llamamos la vida de centro, que son las reuniones semanales, nos ayuda mucho a integrarnos y conocernos”.
* Quien desee conocer más sobre el proyecto de Laura pueden buscarla en Facebook “Laura Zapata Tejidos”, llamar al 15610655 o dirigirse a Jujuy 1615. Realiza trabajos de tejido por encargues y a medida.
“Yo siempre tuve ganas de crecer y progresar”
Carmen Viviana Gonzáles, pertenece al Banco de la Cooperativa de Trabajo Tomás de Rocamora, en Suburbio Sur.
Su familia esta compuesta por su marido, que realiza tareas de albañilería, seis hijos –tres de los cuales viven con ella- y cuatro nietos.
Actualmente cuenta con un taller de costura, posee cuatro máquinas y realiza todo tipo de trabajos de costura.
Según el relato de Viviana la primer noticia que tuvo del Banco de la Buena Fe “fue por una invitación a escuchar la propuesta de un banco que no te pedía más garantía que tu palabra. Si bien fui con muchas dudas, me gustó mucho la charla”.
“Hoy soy costurera y modista y tengo maquinas de coser profesionales pero comencé cociendo cierres y haciendo pequeños arreglos”, detalla Viviana; al tiempo que explica que “con mis ingresos pagamos cuentas y la vestimenta de mis hijos. Mis clientes son vecinos y gente del centro. Hago desde arreglos hasta los tapados de paño que se usan ahora”.
Con el primer aporte del Banco, Viviana compró materia prima: telas, hilos, cierres y botones. Luego, con el primer recrédito se compró la primer máquina de coser “Overlock” y con el segundo adquirió una máquina que realiza bordados. Por último, con el tercer recrédito y si bien ya había comenzado a construirlo está terminando su propio. “Ahora voy a tener mi propio espacio”, exclamó con felicidad Viviana.
“Los créditos del Banco Popular me han ayudo mucho. Trabajar me hace sentir útil y además aporto en la economía familiar”, detalla esta mujer emprendedora que ha atravesado momentos difíciles en su emprendimiento.
Viviana relató que “cuando algunas de mis primeras compañeras de grupo me dejaron plantada con la cuota yo quise bajar los brazos y abandonar mi proyecto pero mis coordinadores -Cecilia, Germán Edelmiro, Pamela y Negrita- fueron a buscarme a mi casa y el resto de los grupos me ayudaron a pagar la deuda”, indicó Viviana.
Es importante destacar que una vez al mes todos los grupos del Banco de la Cooperativa de Trabajo Tomás de Rocamora realizan una feria para vender sus productos, en el Salón Comunitario –ubicado en Irazusta y Camilo Villagra. El 11 de septiembre harán una lotería familiar para recaudar fondos.
Para contactarse con Carmen Viviana Gonzáles, se deben dirigir al Barrio Molinari II, casa 29 o llamar al teléfono 15-623165. Viviana realiza arreglos y confección de ropa a medida, de niños, jóvenes y adultos.
“El Banco rescata el valor de nuestra palabra”
Graciela Saavedra, forma parte del Banco de Inka de Zona Oeste (Barrios 338, 348 y Médanos). Ella confecciona trapos de pisos.
Graciela vive con su esposo, que es docente, y tres hijos. “Con el sueldo de mi marido no podemos vivir, por eso siempre tuvimos que hacer otras cosas para llegar a fin de mes”, sostuvo.
“Hace dos años que me sumé al Banco de la Buena Fe y lo hice a través de una amiga me convocó”, explicó Graciela quien agregó que “cuando formas tu grupo cada integrante tiene que hacer una carpeta de proyecto –que la hacemos con ayuda de los coordinadores. Ellos nos enseñan a hacer el presupuesto, a llevar la economía del emprendimiento y también del hogar. Todo esto se hace de manera previa a que nos den el crédito”.
Graciela comenzó recibiendo 750 pesos lo que fue invertido en el material utilizado para fabricar trapos de piso.
En tanto, detalló que “hace 19 años fabrico trapos de piso. Ya tenía el emprendimiento antes pero por problemas económicos tuve que vender las máquinas. Con mi marido volvimos a comprar las maquinas pero esta vez usadas”.
“Hoy pertenezco a un grupo de tres integrantes que llevamos por nombre “Alelí”. Estamos en el tercer recrédito y recibimos 1.300 pesos cada uno. En mi caso, siempre lo uso para material y para los arreglos que requiere la máquina, que ya tiene un desgaste importante”, detalló la emprendedora de la zona oeste.
Los paños que fabrica Graciela son de algodón blanco, por lo que mucha gente los usa para hacer acolchados e incluso confeccionan ropa con ellos, al igual que caminos, alfombras ya que incluso se los puede teñir y bordar. En este caso, la fabricante los corta a medida.
Asimismo, Graciela destacó que “lo que el Banco rescata es el valor de nuestra palabra y el compromiso que asumimos. Quienes integramos mi grupo sabemos que si no pagamos perjudicamos no sólo al resto sino a todas las compañeras del Banco de nuestra zona”.
“Yo siempre digo que somos como un hermoso y gran hormiguero. Cuando viene gente de afuera y genera deudas, nosotros saltamos como las hormigas. Hacemos bailes, rifas, lo que sea para saldar la deuda del grupo. Nos revolucionamos como sucede con los hormigueros cuando alguien los patea y luego, con el tiempo volvemos a la calma y a crecer”, detalló Graciela quien a través de esta metáfora explica la esencia de quienes integran el Banco Popular.
Quienes deseen contactarse con Graciela Saavedra y conocer su proyecto pueden hacerlo a su celular 15-542591 o por mail [email protected].
“A mi me hizo muy bien no sólo económica sino moralmente”
Carina Cabaña, pertenece al Banco de Musicante,del Barrio Norte. Ella hace trabajos de pintura en tela, porcelana fría y arreglos de costura.
Hace unos dos años que comenzó a participar del BPBF. Hoy va por el tercer recrédito. Según explicó, el primer crédito que recibió fue de 500 pesos y lo usó para arreglar su máquina de coser y para comprar insumos de pintura y tela.
“Yo vivo en el barrio San Francisco y una vez que conseguí compañeras para el grupo –que se llama “Esperanza”- comencé a trabajar”, explicó Carina quien añadió: “No sólo son los 500 pesos que nos dan sino que te sentís valorada. Siempre me acuerdo que en unas de las primeras reuniones nos consultaban ‘¿qué éramos?’ Y yo respondí: ‘Yo no soy nada’. Ese momento me quedó grabado porque el grupo me hizo ver todo lo que yo sabía hacer y el talento que tenía”.
“El aporte del Banco Popular me hizo muy bien, no sólo en lo económico sino en el aspecto moral, porque realmente yo me sentía nada y me enseñaron a valorizar lo que soy y hago”, explicó con fortaleza Carina, quien es madre de dos hijos y vive en su casa junto a su nuera y su nieto.
En tanto, destacó: “También me desempeño en el servicio doméstico y como la mayoría de las chicas, el proyecto es poder dejar de trabajar en eso y dedicarme a mi emprendimiento. No siempre tenemos que ser empleadas”, aseveró.
Asimismo, reconoció que “al principio tuve cierto resquemor, yo pensaba que era política, o que algo me iban a pedir a cambio, pero no es así. Porque en la vida de centro se respeta la manera de pensar y la religión a la que pertenece cada una de las integrantes. Nadie te pide nada a cambio más que la asistencia a las reuniones y el pago de la cuota”.
“El sistema del Banco Popular de la Buena Fe es muy claro. Nosotros debemos presentar presupuestos y luego las facturas. Se firman contratos y te dan recibos por lo que pagas”, explicó Carina a EL ARGENTINO.
En este sentido, Carina Cabaña añadió “esta todo muy bien organizado, por eso a las que trabajamos con responsabilidad y cumplimos nos da bronca cuando algunas compañeras se borran, porque te generan una deuda que muchas veces es imposible de pagar”.
Los grupos de la zona norte se reúnen Salón Rosario y Franco todos los jueves de 3 a 4.
Para contactarse con Carina Cabaña, que realiza arreglos de costura, trabajos de pintura en tela (toallones, almohadones, alfombras, mochilas servilletas), adornos y souvenires en porcelana fría, deben llamar al 15-600213.
Por Rocío Fernández
EL ARGENTINO ©
El Banco Popular de la Buena Fe se basa en un sistema que parte del otorgamiento de microcréditos que son devueltos por los beneficiarios semanalmente. Funciona a través de una garantía solidaria, para lo que se constituyen grupos solidarios –esto implica que en el caso de que un integrante del grupo no pague su préstamo el resto debe responder, caso contrario no podrán seguir recibiendo fondos. Las integrantes del grupo se reúnen semanalmente en lo que se denomina “vida de centro”. Y en éste ámbito, los prestatarios no sólo devuelven sus préstamos sino que, con el aporte de coordinadores y compañeros, avanzan en los emprendimiento y abordan problemas de su comunidad.
Estos son los lineamientos en los que se basa este Banco que no pide más garantía a los vecinos que su palabra y el compromiso de trabajar para ir devolviendo los créditos.
En la región, el Banco Popular se implementa a través de la organización que lleva por nombre Fundación INKA, de la que dependen otras organizaciones locales.
Laura Mariela Zapata, Carmen Viviana Gonzáles, Carina Cabaña y Graciela Saavedra son cuatro mujeres que han logrado concretar sus proyectos productivos gracias a los préstamos del Banco Popular de la Buena Fe. Conocer sus historias es una manera de saber que con voluntad, esperanza y creyendo en las capacidades y valores que cada uno tiene, se puede salir adelante.
“El primer crédito me sirvió para comprar materia prima”
Laura Mariela Zapata, pertenece al Banco de Inka del Barrio Sagrado Corazón. Ella vive con sus cuatro hijos, junto a su papá, una hermana y una sobrina.
“Hace más o menos dos años que formo parte del Banco Popular. Me enteré por una amiga que quería armar un grupo solidario y fue así que me acerque a ver de qué se trataba”, explicó esta emprendedora que en la actualidad realiza tejidos a pedido en diversas técnicas (dos y cinco agujas, crochet y bastidores cuadrados).
“Fui a una reunión sin saber casi nada, aunque algunos comentarios que me habían hecho me hicieron ir con cierta desconfianza. Pero me animé y me sirvió mucho. Me gustó el sistema de la garantía solidaria, que si bien da un poco de miedo, es una manera de que el Banco se asegure de que vamos a pagar, ya que la única garantía que tienen es nuestra palabra y, como en todos lados, hay gente que se aprovecha”, señaló.
En este marco, Laura explicó a EL ARGENTINO: “Comencé de cero. Me acuerdo que con el primer crédito, que fue de 700 pesos, compre agujas y lana. Ese primer crédito me sirvió para comprar materia prima, que de otra manera no podía comprar. Ahora estoy en el segundo recrédito. Con los préstamos he ido comprando bastidores, agujas y las cosas que me van haciendo falta”.
Laura siempre tejió para su familia pero no se le había ocurrido poder hacerlo como sustento para vivir. Hoy realiza trabajos por pedido, “la gente me lleva la lana y hago de todo tipo de trabajos a medida: camperas, sacos, lo que sea. Los clientes me piden diseños o me traen revistas y yo saco los modelos”, explica entusiasmada Laura.
Como sucede con muchas emprendedoras, Laura además de tejer debe realizar trabajos domésticos. “Pero mi proyecto a futuro es poder vivir de mi emprendimiento, poder dedicarle más horas porque es lo primordial para mí”, indica.
El grupo que integra Laura está formado por otras dos emprendedoras, María que tiene un kiosco y Ana que posee una peluquería.
“El Banco Popular ayuda a mucha gente. A mi, que me toca pelearla sola, me ha servido de mucho. Además, lo que nosotros llamamos la vida de centro, que son las reuniones semanales, nos ayuda mucho a integrarnos y conocernos”.
* Quien desee conocer más sobre el proyecto de Laura pueden buscarla en Facebook “Laura Zapata Tejidos”, llamar al 15610655 o dirigirse a Jujuy 1615. Realiza trabajos de tejido por encargues y a medida.
“Yo siempre tuve ganas de crecer y progresar”
Carmen Viviana Gonzáles, pertenece al Banco de la Cooperativa de Trabajo Tomás de Rocamora, en Suburbio Sur.
Su familia esta compuesta por su marido, que realiza tareas de albañilería, seis hijos –tres de los cuales viven con ella- y cuatro nietos.
Actualmente cuenta con un taller de costura, posee cuatro máquinas y realiza todo tipo de trabajos de costura.
Según el relato de Viviana la primer noticia que tuvo del Banco de la Buena Fe “fue por una invitación a escuchar la propuesta de un banco que no te pedía más garantía que tu palabra. Si bien fui con muchas dudas, me gustó mucho la charla”.
“Hoy soy costurera y modista y tengo maquinas de coser profesionales pero comencé cociendo cierres y haciendo pequeños arreglos”, detalla Viviana; al tiempo que explica que “con mis ingresos pagamos cuentas y la vestimenta de mis hijos. Mis clientes son vecinos y gente del centro. Hago desde arreglos hasta los tapados de paño que se usan ahora”.
Con el primer aporte del Banco, Viviana compró materia prima: telas, hilos, cierres y botones. Luego, con el primer recrédito se compró la primer máquina de coser “Overlock” y con el segundo adquirió una máquina que realiza bordados. Por último, con el tercer recrédito y si bien ya había comenzado a construirlo está terminando su propio. “Ahora voy a tener mi propio espacio”, exclamó con felicidad Viviana.
“Los créditos del Banco Popular me han ayudo mucho. Trabajar me hace sentir útil y además aporto en la economía familiar”, detalla esta mujer emprendedora que ha atravesado momentos difíciles en su emprendimiento.
Viviana relató que “cuando algunas de mis primeras compañeras de grupo me dejaron plantada con la cuota yo quise bajar los brazos y abandonar mi proyecto pero mis coordinadores -Cecilia, Germán Edelmiro, Pamela y Negrita- fueron a buscarme a mi casa y el resto de los grupos me ayudaron a pagar la deuda”, indicó Viviana.
Es importante destacar que una vez al mes todos los grupos del Banco de la Cooperativa de Trabajo Tomás de Rocamora realizan una feria para vender sus productos, en el Salón Comunitario –ubicado en Irazusta y Camilo Villagra. El 11 de septiembre harán una lotería familiar para recaudar fondos.
Para contactarse con Carmen Viviana Gonzáles, se deben dirigir al Barrio Molinari II, casa 29 o llamar al teléfono 15-623165. Viviana realiza arreglos y confección de ropa a medida, de niños, jóvenes y adultos.
“El Banco rescata el valor de nuestra palabra”
Graciela Saavedra, forma parte del Banco de Inka de Zona Oeste (Barrios 338, 348 y Médanos). Ella confecciona trapos de pisos.
Graciela vive con su esposo, que es docente, y tres hijos. “Con el sueldo de mi marido no podemos vivir, por eso siempre tuvimos que hacer otras cosas para llegar a fin de mes”, sostuvo.
“Hace dos años que me sumé al Banco de la Buena Fe y lo hice a través de una amiga me convocó”, explicó Graciela quien agregó que “cuando formas tu grupo cada integrante tiene que hacer una carpeta de proyecto –que la hacemos con ayuda de los coordinadores. Ellos nos enseñan a hacer el presupuesto, a llevar la economía del emprendimiento y también del hogar. Todo esto se hace de manera previa a que nos den el crédito”.
Graciela comenzó recibiendo 750 pesos lo que fue invertido en el material utilizado para fabricar trapos de piso.
En tanto, detalló que “hace 19 años fabrico trapos de piso. Ya tenía el emprendimiento antes pero por problemas económicos tuve que vender las máquinas. Con mi marido volvimos a comprar las maquinas pero esta vez usadas”.
“Hoy pertenezco a un grupo de tres integrantes que llevamos por nombre “Alelí”. Estamos en el tercer recrédito y recibimos 1.300 pesos cada uno. En mi caso, siempre lo uso para material y para los arreglos que requiere la máquina, que ya tiene un desgaste importante”, detalló la emprendedora de la zona oeste.
Los paños que fabrica Graciela son de algodón blanco, por lo que mucha gente los usa para hacer acolchados e incluso confeccionan ropa con ellos, al igual que caminos, alfombras ya que incluso se los puede teñir y bordar. En este caso, la fabricante los corta a medida.
Asimismo, Graciela destacó que “lo que el Banco rescata es el valor de nuestra palabra y el compromiso que asumimos. Quienes integramos mi grupo sabemos que si no pagamos perjudicamos no sólo al resto sino a todas las compañeras del Banco de nuestra zona”.
“Yo siempre digo que somos como un hermoso y gran hormiguero. Cuando viene gente de afuera y genera deudas, nosotros saltamos como las hormigas. Hacemos bailes, rifas, lo que sea para saldar la deuda del grupo. Nos revolucionamos como sucede con los hormigueros cuando alguien los patea y luego, con el tiempo volvemos a la calma y a crecer”, detalló Graciela quien a través de esta metáfora explica la esencia de quienes integran el Banco Popular.
Quienes deseen contactarse con Graciela Saavedra y conocer su proyecto pueden hacerlo a su celular 15-542591 o por mail [email protected].
“A mi me hizo muy bien no sólo económica sino moralmente”
Carina Cabaña, pertenece al Banco de Musicante,del Barrio Norte. Ella hace trabajos de pintura en tela, porcelana fría y arreglos de costura.
Hace unos dos años que comenzó a participar del BPBF. Hoy va por el tercer recrédito. Según explicó, el primer crédito que recibió fue de 500 pesos y lo usó para arreglar su máquina de coser y para comprar insumos de pintura y tela.
“Yo vivo en el barrio San Francisco y una vez que conseguí compañeras para el grupo –que se llama “Esperanza”- comencé a trabajar”, explicó Carina quien añadió: “No sólo son los 500 pesos que nos dan sino que te sentís valorada. Siempre me acuerdo que en unas de las primeras reuniones nos consultaban ‘¿qué éramos?’ Y yo respondí: ‘Yo no soy nada’. Ese momento me quedó grabado porque el grupo me hizo ver todo lo que yo sabía hacer y el talento que tenía”.
“El aporte del Banco Popular me hizo muy bien, no sólo en lo económico sino en el aspecto moral, porque realmente yo me sentía nada y me enseñaron a valorizar lo que soy y hago”, explicó con fortaleza Carina, quien es madre de dos hijos y vive en su casa junto a su nuera y su nieto.
En tanto, destacó: “También me desempeño en el servicio doméstico y como la mayoría de las chicas, el proyecto es poder dejar de trabajar en eso y dedicarme a mi emprendimiento. No siempre tenemos que ser empleadas”, aseveró.
Asimismo, reconoció que “al principio tuve cierto resquemor, yo pensaba que era política, o que algo me iban a pedir a cambio, pero no es así. Porque en la vida de centro se respeta la manera de pensar y la religión a la que pertenece cada una de las integrantes. Nadie te pide nada a cambio más que la asistencia a las reuniones y el pago de la cuota”.
“El sistema del Banco Popular de la Buena Fe es muy claro. Nosotros debemos presentar presupuestos y luego las facturas. Se firman contratos y te dan recibos por lo que pagas”, explicó Carina a EL ARGENTINO.
En este sentido, Carina Cabaña añadió “esta todo muy bien organizado, por eso a las que trabajamos con responsabilidad y cumplimos nos da bronca cuando algunas compañeras se borran, porque te generan una deuda que muchas veces es imposible de pagar”.
Los grupos de la zona norte se reúnen Salón Rosario y Franco todos los jueves de 3 a 4.
Para contactarse con Carina Cabaña, que realiza arreglos de costura, trabajos de pintura en tela (toallones, almohadones, alfombras, mochilas servilletas), adornos y souvenires en porcelana fría, deben llamar al 15-600213.
Por Rocío Fernández
EL ARGENTINO ©
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