El testimonio de científicos que recolectaron pruebas de contaminación de la ilegal Botnia
Inés Camilloni e Irina Izaguirre, investigadoras del Conicet y docentes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, participaron en el monitoreo del río Uruguay, tendiente a conocer la situación de la cuenca antes y después de la irrupción de la ilegal Botnia.
Tras dar a conocer detalles del informe que elaboraron para presentar ante la Corte Internacional de Justicia en la demanda contra Uruguay, ratificaron que la pastera “no se había ubicado en un lugar apropiado para el funcionamiento de una industria de esas características”.
El matutino nacional Página/12 las entrevistó para conocer en profundidad el informe técnico sobre las emisiones de la planta ubicada en Fray Bentos. Durante el encuentro, las científicas advirtieron que “puede haber episodios de contaminación severa”. A continuación se transcriben los párrafos más sustanciosos de ese artículo.
- ¿Cuándo comenzaron a monitorear el río Uruguay?
Irina Izaguirre: –Antes de comenzar a trabajar con la Secretaría de Ambiente de la Nación, y por pedido de la Municipalidad de Gualeguaychú, hicimos una serie de muestreos en el agua del río Uruguay en 2006, un año antes de que comenzara a operar Botnia. Como no existían estudios actuales en la zona de influencia de la pastera, necesitábamos recabar datos y delimitar una línea de base para marcar un antes y un después en la acción de la pastera.
Inés Camilloni: –En septiembre de 2007 comenzamos a analizar el aire para evaluar cambios en su calidad, la composición química de la atmósfera y observar si Botnia alteraba o no esos registros. Llegamos a tener dos meses de mediciones previos a la puesta en marcha de la planta.
- ¿Qué hicieron después de determinar esa línea de base para fijar un “estado de situación” del río Uruguay?
I. I.: –Desde ese momento y hasta que presentamos el informe técnico en 2009 ante (la Corte Internacional de) La Haya, realizamos muestreos bimensuales en los mismos puntos que habíamos analizado en el estudio de base. Analizamos el río aguas arriba de la planta, en la zona de influencia de Botnia y aguas abajo de la pastera. En principio tomamos veinte estaciones de muestreo; luego seleccionamos nueve donde repetimos todos los análisis que habíamos realizado: estudiamos la composición cuali y cuantitativa del fitoplancton, el zooplancton y una serie de factores físico-químicos asociados a esas comunidades, como el contenido de nutrientes, la conductividad, el oxígeno disuelto y otros parámetros importantes que influyen sobre estas comunidades acuáticas. El énfasis estaba en determinar si aparecían floraciones de algas tóxicas, análisis que presentamos en el informe final ante la Corte Internacional.
–El 4 de febrero de 2009 apareció una mancha blancuzca de 10 kilómetros en el río, en la zona de influencia de la planta. Inmediatamente se comenzó a hablar de floraciones algales, de cianobacterias.
I. I.: –Así es. Detectamos la más importante floración de cianobacterias durante el período operacional de Botnia, que coincidió con un período de aguas bajas, donde el río estaba en un estado más “arremansado”. Si bien se habían registrado floraciones de estas especies en el río (Microcystis aeruginosa y varias especies de Anabaena), nunca se habían visto en el canal principal en una concentración tan elevada, que constituyó un cúmulo con una densidad de 18 millones de células por mililitro. En el río Uruguay suelen aparecer estas especies de cianobacterias, que son potencialmente tóxicas.
–La Organización Mundial de la Salud indica diferentes niveles de concentración de cianobacterias.
I. I.: –La OMS determina valores según los cuales existe un nivel de vigilancia y tres niveles de alerta. Los valores que encontramos indican un nivel 3, el máximo nivel de alerta. Ese contexto es peligroso no solamente para tomar agua sino también para bañarse porque, en esas condiciones, las células liberan toxinas que pasan al agua y son muy peligrosas para la fauna acuática y el hombre.
–¿Puede atribuirse la presencia de esas toxinas a la actividad de la papelera?
I. I.: –Es muy difícil establecer una causalidad directa con los vertidos de la planta. Muchas veces la aparición de estas especies tiene que ver con un incremento de los nutrientes o una estabilidad de la columna de agua. Un aumento de nitrógeno o de fósforo suele favorecer su presencia. Con condiciones del río estables y temperaturas elevadas, tenemos un contexto adecuado para que esas algas se desarrollen. Entonces podemos pensar que una planta de las características de Botnia, que incorpora nutrientes al medio en una zona donde el río a veces se comporta más como un lago por sus características hidrológicas (porque el agua está muy estancada en algunos momentos y muchas veces se produce, incluso, un reflujo aguas arriba), podría acelerar el proceso de eutroficación.
–¿A qué conclusiones arribaron con respecto al agua?
I. I.: –Aunque encontramos indicios de cambio, tenemos que tener en cuenta que esas alteraciones se dieron en un período de nueve meses de estudio del funcionamiento de la planta. Se podría pensar que, con el paso del tiempo, los cambios podrían llegar a ser más evidentes.
–¿Cómo trabajaron para analizar el aire?
–En primer lugar analizamos las condiciones de la atmósfera en la región para difundir y diluir los contaminantes. Esa es una propiedad intrínseca de la atmósfera, que depende de la dirección y la velocidad que tiene el viento, de cuánto llueve en el lugar, de la radiación que se recibe en una zona, etcétera.
–¿Y qué encontraron?
I.C.: –Lo primero que advertimos fue que la pastera no se había ubicado en un lugar apropiado para el funcionamiento de una industria de esas características. La atmósfera tiene una baja capacidad para diluir los contaminantes en ese sector, porque el volumen de aire en el cual los contaminantes se van a mezclar y transportar es bastante limitado, sobre todo durante el otoño e invierno. En esas circunstancias puede haber episodios de contaminación severa. También evaluamos la calidad del aire antes de que Botnia entrara en funcionamiento. Tomamos muestras en la ciudad de Gualeguaychú, en el balneario Ñandubaysal, en el Puente Internacional, en la estancia La Victoria (frente a Botnia), y en una zona que llamamos “costa Uruguay sur”, considerada como la más afectada por la dirección del viento porque los contaminantes son transportados mayormente hacia allí. Determinamos que las condiciones de calidad de aire eran muy buenas en toda la región antes de la llegada de Botnia, y, sobre todo, no se detectaban concentraciones de sulfuro de hidrógeno, sustancia asociada al olor a “huevo podrido” vinculado con la industria de la celulosa. Con Botnia funcionando observamos concentraciones de sulfuro de hidrógeno, en varias ocasiones, por encima de los parámetros de detección de olor que indica la OMS, el mismo umbral que Uruguay estableció para su monitoreo de la pastera. En nueve meses de mediciones continuas encontramos que ese umbral de detección de olor fue superado en 78 días. Tuvimos episodios de olor, en el sector argentino, en casi una tercera parte de los días de monitoreo.
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