Misa de conclusión en Manila ante 7 millones de fieles
En su homilía el Papa Francisco afirmó que los filipinos están llamados a ser grandes misioneros de la fe en Asia. Y tras referirse a la imagen del Santo Niño Jesús que acompañó desde el principio la difusión del Evangelio en este país, recordó la identidad de hijos de Dios de los cristianos, hermosa expresión que se refleja, por ejemplo, en la imagen de los mismos filipinos que se prodigaron para socorrer a sus hermano
El Pontífice destacó asimismo que Dios nos ha elegido para ser testigos de su verdad y su justicia en este mundo, para lo cual creó el mundo como un hermoso jardín y nos pidió que cuidáramos de él. Pero, con el pecado – dijo – “el hombre desfiguró esa belleza natural; destruyó también la unidad y la belleza de nuestra familia humana, dando lugar a estructuras sociales que perpetúan la pobreza, la falta de educación y la corrupción”.
Francisco también afirmó que cuando vemos los problemas, las dificultades y las injusticias que nos rodean, sentimos la tentación de resignarnos. Pero recordó que la Biblia nos dice que la gran amenaza contra el plan de Dios es, y siempre ha sido, la mentira. “El diablo – dijo el Papa – es el padre de la mentira”. El que suele esconder sus engaños bajo la apariencia de la sofisticación, de la fascinación por ser “moderno”, “como todo el mundo”. Y así nos distrae con el señuelo de placeres efímeros y de pasatiempos superficiales, mientras malgastamos los dones que Dios nos ha dado jugando con artilugios triviales y encerrándonos en nosotros mismos. De ahí la importancia del mensaje del Santo Niño, que nos habla al corazón y nos recuerda nuestra identidad más profunda, a saber, que estamos llamados a ser la familia de Dios
Antes de concluir su homilía pidiendo que recen por él, el Papa Francisco afirmó que debemos proteger, guiar y alentar a los jóvenes, ayudándolos a construir una sociedad digna de su gran patrimonio espiritual y cultural no permitiendo que les roben la esperanza y queden condenados a vivir en la calle.
Y al final de su visita a Filipinas, el Obispo de Roma los encomendó a Jesús que vino a nosotros niño; pidiéndole que conceda a todo el amado pueblo de este país que trabaje unido, protegiéndose unos a otros, comenzando por sus familias y comunidades, para construir un mundo de justicia, integridad y paz.
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