Paro y protesta en el Hogar de Niñas
El cuerpo de celadoras de la Residencia socio educativa José León Torres, dependiente del Consejo del Menor, realizó una protesta en la puerta del edificio en reclamo por el mal estado del mismo.
La medida dispuesta por los empleados nucleados en ATE apuntó al reclamo reiterado a las autoridades provinciales, las que deberán dar una pronta solución a los problemas para este lugar, cuyo fin es albergar a niñas y adolescentes que por alguna razón debieron ser apartadas de su núcleo familiar.
Esto lo dejaron claro en la charla que mantuvieron con EL ARGENTINO, descartando que la protesta se debiera a un reclamo de tipo salarial.
En la puerta de acceso al Hogar de Niñas, como la comunidad conoce al lugar, una celadora explicó, en nombre de sus pares, que ayer por la mañana presentaron una nota a la Dirección del organismo dando aviso de la medida, ?porque a través suyo enviamos varias notas que elevó a sus superiores sin que hayamos tenido respuestas.
La situación del lugar no puede ser más caótica: las habitaciones ubicadas en la planta alta no se ocupan porque se llueven. A raíz de esto, las chicas (quince en total, cuyas edades van de los 6 a los 16 años) están durmiendo en el comedor, en una situación de hacinamiento.
?Creemos que de esta forma se siguen vulnerando sus derechos ?dijo nuestra interlocutora- pese a que nuestro trabajo consiste precisamente, en reparar este daño de manera que puedan volver a la sociedad?.
# Un lugar con muchas historias
El edificio es compartido actualmente con las escuelas Fray Mamerto Esquiú y América Barbosa y hasta el momento, como afirmaron, la convivencia se da sin inconvenientes.
?Pero la escuela tiene una matrícula cada vez mayor, por lo que necesita más espacio ?agregó la celadora que atendió a El Argentino- y en vistas de eso, en el año 2005 funcionarios del Consejo Provincial del Menor nos prometieron construir una casa sobre Urquiza y Hermanas Mercedarias (esquina del predio) que según nos dijeron, ya estaba presupuestada y que se ajustaría al criterio actual de trabajar con grupos reducidos?.
Ante el incumplimiento de esta promesa de parte del organismo que preside la profesora Dora Garcilazo, la protesta se instaló en la puerta del Instituto León Torres, también en reclamo por la electrificación de las paredes que sufrió el edificio con el temporal de Semana Santa, que obligó al corte del suministro de energía eléctrica y al traslado de las menores a las instalaciones de la escuela Barbosa.
El edificio se terminó de construir en el año 1945 (de allí su amplitud y disposición) y ayer se podía leer, entre tantos carteles, uno que decía ?llevamos once años sin que se arregle un revoque?, lo que da una idea de las condiciones en las que transcurren los días y las noches de las menores alojadas allí.
Porque al tener que dormir en el comedor, las comidas se trasladaron a una galería que por sus dimensiones y aberturas resulta imposible acondicionar para que el momento de la mesa resulte todo lo agradable que debiera ser.
En el hogar de niñas trabajan quince operadoras (celadoras) repartidas en tres turnos.
Al momento de la protesta, las menores estaban a cargo de la Directora Bibiana Assi de Ghiotto, la Vice-directora Mariela Godoy y una guardia mínima garantizada por nota al Ministerio del Trabajo.
# Un pedido de ayuda que no puede desoírse
La protesta de ayer fue un llamado a la comunidad, para que ésta conozca la realidad que se vive puertas adentro de un edificio que fue concebido para dar bienestar a quienes debieron pasar por situaciones difíciles de sobrellevar y sin otra posibilidad que la de recurrir al estado, cuyo deber es, precisamente, atender estas deficiencias.
El edificio pertenece actualmente a las escuelas Fray Mamerto Esquiú y América Barbosa, de lo que se desprende que su órbita es el Consejo General de Educación, pese a su objetivo fundacional.
Por esto las encargadas del cuidado de las niñas exigen un edificio propio, acorde a lo que se denomina ?Residencia socio educativa?.
?Nosotros tratamos de que tengan una vida normal, común, concurriendo a la escuela, haciendo tareas de recreación, sintiéndose atendidas. No pedimos dinero para satisfacer estas necesidades sino una vivienda digna para ellas, porque nosotros, cuando termina nuestro horario, regresamos a nuestras casas, en cambio ellas deben permanecer aquí? finalizó la celadora.
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