Residuos patológicos: un problema sin solución
Si en el siglo XXI hay una contradicción en materia sanitaria, de saneamiento y medioambiente, es que las áreas de Salud (especialmente provincial, municipal y privada, en ese orden) son uno de los mayores contaminantes.
Esto es así porque los residuos biopatológicos en Gualeguaychú se transportan y se eliminan mal, de manera deficiente e incluso en vez de utilizar prácticas de esterilización e incineración simplemente son enterrados en una zanja y tapados con cal viva.
En agosto de 2008 EL ARGENTINO ya había abordado esta problemática e incluso luego se promovió una reunión en el despacho del intendente del que participaron las máximas autoridades de Salud municipal y el director del Hospital Centenario, y se indicó que en un año el problema de la eliminación de esos residuos estaría solucionado. Incluso el tema fue abordado luego en el marco del aniversario del Hospital, pero como ocurre casi siempre se avanzó en anuncios pero no en realizaciones.
El 3 de octubre de 2008, EL ARGENTINO publicó que los intendentes del departamento Gualeguaychú le plantearon al gobernador Sergio Urribarri, una serie de inversiones consideradas “vitales y estratégicas” para el territorio.
La reunión se realizó en Concordia el 1° de octubre y participó el intendente de Gualeguaychú, Juan José Bahillo, y se articuló luego del encuentro mantenido el lunes 28 de septiembre de ese año en Urdinarrain, entre los jefes comunales, Alberto Mornacco (anfitrión), Raúl Riganti (Larroque), Jorge Hollzmann (Gilbert) y Javier Schulteis (Aldea San Antonio).
El gobernador recepcionó especialmente el proyecto para adquirir una autoclave para eliminar con la mejor tecnología los residuos patogénicos en el departamento. En cuanto a inversión, en ese entonces el propio Bahillo había estimado preliminarmente que se necesitaban casi 400 mil pesos para la autoclave, cifra que incluía también la construcción de una infraestructura para su funcionamiento. “El autoclave -según sostuvo Bahillo en esos días- funcionará en Gualeguaychú, junto a un galpón adecuado, con el aporte logístico de todos los municipios, para que este tipo de residuos sean tratados adecuadamente”. Pero todo quedó en la nada.
EL ARGENTINO volvió sobre este tema en julio del año pasado, pero tampoco hubo respuestas favorables. Ahora situación se ha agravado, porque de la toma de conciencia a la inercia el tránsito no puede ser otro que el retroceso. Nada se ha hecho y el tiempo ha transcurrido en vano.
De acuerdo a la normativa vigente, “se considera residuos biopatogénicos a todos aquellos desechos o elementos materiales orgánicos o inorgánicos en estado sólido y/o semisólido, que presentan cualquier característica de actividad biológica que pueda afectar directa o indirectamente a los seres vivos o causar contaminación del suelo, del agua o la atmósfera, que sean generados con motivo de brindar servicios de atención de salud humano o animal con fines de prevención, control, tratamiento y rehabilitación, así como también en la investigación y/o producción comercial de elementos biológicos”.
El sector salud tiene por misión natural e institucional velar por la salud de la población, pero en la ciudad genera una contaminación muy peligrosa en términos sanitarios.
Una rápida radiografía del sistema describe que el mayor generador de residuos es el Hospital Centenario (por magnitud y volumen), le siguen las clínicas privadas, los Centros de Atención Primaria (que dependen de la comuna, excepto dos que dependen de la provincia) y los demás consultorios en las distintas especializaciones médicas e incluso veterinarias. Es decir, Salud provincial es por lejos el mayor generador de residuos y el municipio tiene la responsabilidad de transportarlo y eliminarlo.
La solución no es otra que establecer un sistema de eliminación por autoclave, inversión que excede los recursos que puede disponer un presupuesto municipal, por eso es esencial que las máximas autoridades provinciales tomen conciencia de que es una contradicción hablar de políticas sanitarias cuando al mismo tiempo es el responsable de la mayor contaminación en esta materia.
No se trata –para evitar el prejuicio y las susceptibilidades- de señalar el o los responsables de esta situación, sino de que se tome conciencia de que se debe adoptar una decisión clara entre la provincia y la municipalidad –tal vez con el concurso de la Nación- para obtener el financiamiento necesario para construir la solución y dejar –sencillamente- de generar una de las mayores contaminaciones en términos de salud.
Un párrafo aparte merece señalar el transporte que efectúa el retiro de los residuos patológicos en los distintos centros de salud tanto privados como públicos: una camioneta sin cúpula, es decir que las bolsas van a cielo abierto; que no tiene las patentes de su dominio (viola la ley de tránsito) y que muchas veces se la utiliza para otros menesteres. Ayer, por citar un ejemplo, alrededor de las 9 circulaba por la Avenida Parque transportando una heladera.
Definiciones
Un residuo patológico es aquel que puede -por sus características- llegar a infectar y por eso una de las prácticas que más se repudian para su tratamiento es la deposición final del enterramiento sin ninguna clase de intervención. En Gualeguaychú esa deposición se hace en una zanja y se la tapa con cal viva. Es evidente que este procedimiento apenas alcanza a tener el gesto de un mal simulacro “de buena práctica” e implica un envenenamiento al medioambiente y un peligro a la salud de la población.
Desde lo institucional se define que “un residuo patológico es aquel que posee características infecciosas y que contiene potencialmente microorganismos patógenos, con suficiente virulencia y en tal cantidad, que la exposición al mismo por parte de un huésped susceptible puede derivar en una enfermedad infecciosa”.
Básicamente los residuos patológicos más comunes son las jeringas, los guantes usados, restos de sangre, fluidos humanos y de animales, restos de órganos, elementos cortopunzantes contaminados y todo aquel material que haya tenido algún contacto con microorganismos potencialmente patógenos. Pero su universo no se agota en ese listado.
En materia de tratamiento de residuos biopatológicos, Gualeguaychú apenas logra segregarlos en bolsas rojas, tal como lo recomienda la Resolución 349/94 del Ministerio de Salud. Pero en la actualidad, se recolectan estos residuos en una camioneta que no tiene los resguardos de bioseguridad mínimos para la seguridad de la población.
En Gualeguaychú se está construyendo el hospital Bicentenario con un presupuesto de casi 170 millones de pesos y que representa la mayor inversión pública en toda la historia de la ciudad. Sin embargo, no se ha previsto mejorar la eliminación de los residuos que generará, a pesar de que un sistema de autoclave no insume el millón de pesos.
Si bien esta realidad no debe ser atribuida a la actual gestión de gobierno (lo que es mucho más grave porque es un problema histórico), hay que concluir que la administración pública es el mayor obstáculo para encontrar una solución a este problema que ya es crónico en la ciudad.
Muros adentros
Se supone que muros adentro de un centro de salud (cualquiera sea su magnitud, tanto público como privado) los residuos patológicos observan un manejo correcto, para evitar afectar al personal como al público que concurre a esos lugares. Es decir, este problema comienza en el transporte y termina en la eliminación y disposición final, exclusiva responsabilidad municipal. Pero, teniendo en cuenta que Salud Provincial es el mayor generador de estos residuos, también tiene una incidencia más que importante para colaborar en la solución de los problemas que genera.
Tan sólo para tener una idea, se estima que únicamente el Hospital Centenario genera por mes siete toneladas de residuos patológicos.
En el país existen cuatro tecnologías para la desinfección de los residuos patógenos: térmicos, químicos, ionizantes y biológicos. Ninguno se aplica en Gualeguaychú.
Procesos térmicos sin incineración. Se basan en el uso de la temperatura para la destrucción de los microrganismos patógenos. Existen tres clases: De calor bajo (por debajo de 180 º C, que lo hace un equipo conocido como autoclave). De calor medio (180 a 370 º C, en desarrollo y que se hace con un equipo autoclave avanzado). Y el tercero es de alto calor por encima de 500 º C, en fase experimental y de demostración que se realiza a través de una unidad de microonda.
Las autoclaves están disponibles en el mercado en un rango muy amplio de capacidades, desde pequeñas unidades para hospitales y laboratorios hasta grandes instalaciones para tratamiento centralizado que pueden procesar miles de kilogramos de residuos patógenos por hora.
Un equipo de autoclave en el mercado cuesta menos de un millón de pesos. Si se tiene en cuenta su costo, más incomprensible resulta que en Gualeguaychú la deposición final de los residuos patológicos implique su enterramiento pero sin un adecuado tratamiento.
¿Cómo es posible que la Municipalidad y Salud Provincial a través del Hospital Centenario no hayan encontrado una solución?
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO ©
En agosto de 2008 EL ARGENTINO ya había abordado esta problemática e incluso luego se promovió una reunión en el despacho del intendente del que participaron las máximas autoridades de Salud municipal y el director del Hospital Centenario, y se indicó que en un año el problema de la eliminación de esos residuos estaría solucionado. Incluso el tema fue abordado luego en el marco del aniversario del Hospital, pero como ocurre casi siempre se avanzó en anuncios pero no en realizaciones.
El 3 de octubre de 2008, EL ARGENTINO publicó que los intendentes del departamento Gualeguaychú le plantearon al gobernador Sergio Urribarri, una serie de inversiones consideradas “vitales y estratégicas” para el territorio.
La reunión se realizó en Concordia el 1° de octubre y participó el intendente de Gualeguaychú, Juan José Bahillo, y se articuló luego del encuentro mantenido el lunes 28 de septiembre de ese año en Urdinarrain, entre los jefes comunales, Alberto Mornacco (anfitrión), Raúl Riganti (Larroque), Jorge Hollzmann (Gilbert) y Javier Schulteis (Aldea San Antonio).
El gobernador recepcionó especialmente el proyecto para adquirir una autoclave para eliminar con la mejor tecnología los residuos patogénicos en el departamento. En cuanto a inversión, en ese entonces el propio Bahillo había estimado preliminarmente que se necesitaban casi 400 mil pesos para la autoclave, cifra que incluía también la construcción de una infraestructura para su funcionamiento. “El autoclave -según sostuvo Bahillo en esos días- funcionará en Gualeguaychú, junto a un galpón adecuado, con el aporte logístico de todos los municipios, para que este tipo de residuos sean tratados adecuadamente”. Pero todo quedó en la nada.
EL ARGENTINO volvió sobre este tema en julio del año pasado, pero tampoco hubo respuestas favorables. Ahora situación se ha agravado, porque de la toma de conciencia a la inercia el tránsito no puede ser otro que el retroceso. Nada se ha hecho y el tiempo ha transcurrido en vano.
De acuerdo a la normativa vigente, “se considera residuos biopatogénicos a todos aquellos desechos o elementos materiales orgánicos o inorgánicos en estado sólido y/o semisólido, que presentan cualquier característica de actividad biológica que pueda afectar directa o indirectamente a los seres vivos o causar contaminación del suelo, del agua o la atmósfera, que sean generados con motivo de brindar servicios de atención de salud humano o animal con fines de prevención, control, tratamiento y rehabilitación, así como también en la investigación y/o producción comercial de elementos biológicos”.
El sector salud tiene por misión natural e institucional velar por la salud de la población, pero en la ciudad genera una contaminación muy peligrosa en términos sanitarios.
Una rápida radiografía del sistema describe que el mayor generador de residuos es el Hospital Centenario (por magnitud y volumen), le siguen las clínicas privadas, los Centros de Atención Primaria (que dependen de la comuna, excepto dos que dependen de la provincia) y los demás consultorios en las distintas especializaciones médicas e incluso veterinarias. Es decir, Salud provincial es por lejos el mayor generador de residuos y el municipio tiene la responsabilidad de transportarlo y eliminarlo.
La solución no es otra que establecer un sistema de eliminación por autoclave, inversión que excede los recursos que puede disponer un presupuesto municipal, por eso es esencial que las máximas autoridades provinciales tomen conciencia de que es una contradicción hablar de políticas sanitarias cuando al mismo tiempo es el responsable de la mayor contaminación en esta materia.
No se trata –para evitar el prejuicio y las susceptibilidades- de señalar el o los responsables de esta situación, sino de que se tome conciencia de que se debe adoptar una decisión clara entre la provincia y la municipalidad –tal vez con el concurso de la Nación- para obtener el financiamiento necesario para construir la solución y dejar –sencillamente- de generar una de las mayores contaminaciones en términos de salud.
Un párrafo aparte merece señalar el transporte que efectúa el retiro de los residuos patológicos en los distintos centros de salud tanto privados como públicos: una camioneta sin cúpula, es decir que las bolsas van a cielo abierto; que no tiene las patentes de su dominio (viola la ley de tránsito) y que muchas veces se la utiliza para otros menesteres. Ayer, por citar un ejemplo, alrededor de las 9 circulaba por la Avenida Parque transportando una heladera.
Definiciones
Un residuo patológico es aquel que puede -por sus características- llegar a infectar y por eso una de las prácticas que más se repudian para su tratamiento es la deposición final del enterramiento sin ninguna clase de intervención. En Gualeguaychú esa deposición se hace en una zanja y se la tapa con cal viva. Es evidente que este procedimiento apenas alcanza a tener el gesto de un mal simulacro “de buena práctica” e implica un envenenamiento al medioambiente y un peligro a la salud de la población.
Desde lo institucional se define que “un residuo patológico es aquel que posee características infecciosas y que contiene potencialmente microorganismos patógenos, con suficiente virulencia y en tal cantidad, que la exposición al mismo por parte de un huésped susceptible puede derivar en una enfermedad infecciosa”.
Básicamente los residuos patológicos más comunes son las jeringas, los guantes usados, restos de sangre, fluidos humanos y de animales, restos de órganos, elementos cortopunzantes contaminados y todo aquel material que haya tenido algún contacto con microorganismos potencialmente patógenos. Pero su universo no se agota en ese listado.
En materia de tratamiento de residuos biopatológicos, Gualeguaychú apenas logra segregarlos en bolsas rojas, tal como lo recomienda la Resolución 349/94 del Ministerio de Salud. Pero en la actualidad, se recolectan estos residuos en una camioneta que no tiene los resguardos de bioseguridad mínimos para la seguridad de la población.
En Gualeguaychú se está construyendo el hospital Bicentenario con un presupuesto de casi 170 millones de pesos y que representa la mayor inversión pública en toda la historia de la ciudad. Sin embargo, no se ha previsto mejorar la eliminación de los residuos que generará, a pesar de que un sistema de autoclave no insume el millón de pesos.
Si bien esta realidad no debe ser atribuida a la actual gestión de gobierno (lo que es mucho más grave porque es un problema histórico), hay que concluir que la administración pública es el mayor obstáculo para encontrar una solución a este problema que ya es crónico en la ciudad.
Muros adentros
Se supone que muros adentro de un centro de salud (cualquiera sea su magnitud, tanto público como privado) los residuos patológicos observan un manejo correcto, para evitar afectar al personal como al público que concurre a esos lugares. Es decir, este problema comienza en el transporte y termina en la eliminación y disposición final, exclusiva responsabilidad municipal. Pero, teniendo en cuenta que Salud Provincial es el mayor generador de estos residuos, también tiene una incidencia más que importante para colaborar en la solución de los problemas que genera.
Tan sólo para tener una idea, se estima que únicamente el Hospital Centenario genera por mes siete toneladas de residuos patológicos.
En el país existen cuatro tecnologías para la desinfección de los residuos patógenos: térmicos, químicos, ionizantes y biológicos. Ninguno se aplica en Gualeguaychú.
Procesos térmicos sin incineración. Se basan en el uso de la temperatura para la destrucción de los microrganismos patógenos. Existen tres clases: De calor bajo (por debajo de 180 º C, que lo hace un equipo conocido como autoclave). De calor medio (180 a 370 º C, en desarrollo y que se hace con un equipo autoclave avanzado). Y el tercero es de alto calor por encima de 500 º C, en fase experimental y de demostración que se realiza a través de una unidad de microonda.
Las autoclaves están disponibles en el mercado en un rango muy amplio de capacidades, desde pequeñas unidades para hospitales y laboratorios hasta grandes instalaciones para tratamiento centralizado que pueden procesar miles de kilogramos de residuos patógenos por hora.
Un equipo de autoclave en el mercado cuesta menos de un millón de pesos. Si se tiene en cuenta su costo, más incomprensible resulta que en Gualeguaychú la deposición final de los residuos patológicos implique su enterramiento pero sin un adecuado tratamiento.
¿Cómo es posible que la Municipalidad y Salud Provincial a través del Hospital Centenario no hayan encontrado una solución?
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO ©
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