Retos y trabas en cuatro años del pontificado de Francisco
Por Catherine Marciano
Francisco, elegido al trono de Pedro en 2013 para reformar un Vaticano azotado por los
escándalos, tiene muchos retos aún pendientes tras cuatro años de pontificado, así como trabas a superar para presentar resultados a corto plazo.
La víspera de cumplir cuatro años al mando de la iglesia católica, el 13 de marzo, el pontífice argentino sigue despertando un gran fervor popular, con su lenguaje afable, simple, que conecta con los más humildes.
Sin embargo, no suele suscitar ese mismo fervor en la Curia romana, el poderoso gobierno central, con la que ha tenido duros enfrentamientos, mostrando su rostro más duro y autoritario y donde al parecer cuenta con menos simpatizantes.
Con ocasión en diciembre del saludo de Navidad a los cardenales y obispos que trabajan en el Vaticano, el papa enumeró la lista de "antibióticos" para combatir los males de la Iglesia, entre ellos "honestidad", "humanidad", "racionalidad y bondad", " respeto",
"lealtad", " sobriedad", dijo.
Según un obispo argentino cercano al papa, Francisco cuenta con el apoyo de alrededor del 20% de la curia, mientras la mayoría muestra lealtad y sólo una minoría se opone abiertamente a su gestión del papado.
Los estudiosos en asuntos del Vaticano recuerdan que introducir cambios en la Iglesia ha sido siempre una labor lenta y que en dos mil años de historia la institución ha sabido sobrevivir a sus retos, desafíos y contradicciones.
La cuestión de la pedofilia de los curas sigue siendo una espina clavada en el pontificado de Francisco y uno de los problemas más graves que ha tenido que encarar.
A comienzos de marzo perdió una aliada clave en la lucha contra los abusos sexuales cometidos por curas, la irlandesa Marie Collins, una exvíctima, quien renunció a formar parte del grupo de expertos creado por el papa para combatir el fenómeno.
Collins denunció sobre todo las resistencias, trabas y falta de colaboración de algunos miembros de la curia, sobre todo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, guardián del dogma y la moral.
¿El papa es bueno y la curia mala?
"Creo que hay que acabar con el cliché de que el papa es bueno y la curia mala", explicó el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, conocido por sus posiciones conservadores y a cargo de la influyente congregación, conocida en el pasado como la Santa
Inquisición.
El vaticanista Gianni Valente, de la página especializada "Vatican Insider", sensible al mensaje de papa, teme que "el cliché de papa bueno y la curia mala" termine por afectar
negativamente al pontífice, aislándolo.
"Hay mucho malestar interno por algunas reformas, como la de los medios de comunicación", explicaron fuentes internas que piden ser consultadas.
Otra reforma clave que pretendió poner fin al desorden imperante por décadas en la administración del Estado vaticano fue la de mejorar el empleo de recursos y garantizar transparencia en las finanzas vaticanas, para aumentar sus programas para los más
necesitados y marginados de la sociedad.
La misma Santa Sede reconoció que necesita aún "algunos años" para emitir estados financieros consolidados.
"Es difícil imponer normas comunes de contabilidad cuando no se hace desde hace muchos siglos", bromeó una fuente interna.
El encargado por Francisco de limpiar las finanzas vaticanas, el superministro de Economía, el cardenal australiano Goerge Pell, quedó involucrado gravemente en el escándalo de los curas pedófilos en su país y su defensa de la economía de mercado choca con la mentalidad del papa latinoamericano.
Su permanencia en un cargo tan importante genera muchos interrogantes, mientras muchos observan con atención la gestión del inmenso patrimonio inmobiliario del Vaticano, un verdadero tesoro, de un valor de 4.000 millones de euros, según el libro
Avarizia de Emiliano Fittipaldi.
"El papa inicia procesos de reforma y termina por sembrar sólo desorden", comentó Sandro Magister, uno los vaticanistas más críticos con Francisco.
"Está muy lejos de cumplir sus metas", sostiene Magister, mientras Valente recuerda que un pontificado "no depende de lograr resultados", sino de su misión humanizadora en un mundo globalizado.
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