Una gualeguaychuense en la mira de los medios nacionales por despilfarro de dinero público
Una joven oriunda de Gualeguaychú, que se desempeñaba como directora de Comunicación de Fabricaciones Militares, fue ayer blanco de críticas y cuestionamientos por parte de la prensa nacional, que denunció un gran despilfarro de dinero público durante su gestión.
Se trata de Bárbara Grané, que es la mujer del ex interventor de Fabricaciones Militares, Santiago Rodríguez, quien –según denunciaron los medios nacionales- entre otras excentricidades habría viajado al festival de Cine en Cannes gracias a que el Estado argentino costeó todos los gastos.
En principio, el objetivo habría sido una capacitación en Francia y el plan de filmar una película sobre Fabricaciones Militares pero el filme nunca se concretó. El viaje se realizó en 2014 y Grané encabezó una comitiva de cinco personas. Todos los gastos quedaron asentados como “viáticos”.
Y anoche, en el noticiero de la noche de Canal 13, difundieron un informe en el que denunciaron que Bárbara Grané también habría comprado –con dinero público- los derechos de una canción de Sandro por un valor cercano a los 88 mil pesos, con el fin de grabar un spot, que tampoco fue publicado.
Otro de los gastos cuestionados en el informe televisivo fue por la contratación de un perro, por el cual pagó 6 mil pesos para grabar una publicidad sobre la radarización del país.
La prensa nacional también señala que Barbara María Grane se ganó el apodo de “la emperatriz” entre los empleados de Fabricaciones Militares ya que, según se supo, cuando todos comían pescado blanco ella se hacía preparar salmón, y además no dejaba entrar a la cafetería a nadie que no adhiriera al modelo y disponía de manera permanente de auto y chofer de la empresa estatal, para todos sus movimientos.
La gestión de la pareja de la joven oriunda de nuestra ciudad, Santiago Rodríguez, empezó en enero de 2011, pero el poder del interventor se catapultó cuando el ministro de Defensa, Agustín Rossi, lo nombró secretario de Investigación, Tecnología y Producción de su cartera. Rodríguez mantuvo los dos cargos, por lo que en los hechos se convirtió en su propio jefe o supervisor.
Entonces, centuplicó las contrataciones de jóvenes, elevó los sueldos de los amigos y puso a su prometida –hoy su esposa–, Bárbara Grané, como gerente de Comunicación y Relaciones Institucionales, el tercer cargo con más poder del organigrama.
Un informe de Infobae destaca que “desde su creación en la década del 40, Fabricaciones Militares sobrevivió a todos los cambios políticos del país. Los cargos políticos se manejaban políticamente, pero los técnicos seguían haciendo su trabajo.
En el lustro que Rodríguez intervino, perdió su fama de “marca de calidad”, mientras se dejaban de lado los ingenieros con conocimientos para poner en su lugar a militantes, muchos de los cuales habían sido alumnos del entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, y del fallecido Iván Heyn, en la Universidad de Buenos Aires. El peso del currículum y la experiencia no fueron factores importantes a la hora de hacer la “revolución”.
En principio, el objetivo habría sido una capacitación en Francia y el plan de filmar una película sobre Fabricaciones Militares pero el filme nunca se concretó. El viaje se realizó en 2014 y Grané encabezó una comitiva de cinco personas. Todos los gastos quedaron asentados como “viáticos”.
Y anoche, en el noticiero de la noche de Canal 13, difundieron un informe en el que denunciaron que Bárbara Grané también habría comprado –con dinero público- los derechos de una canción de Sandro por un valor cercano a los 88 mil pesos, con el fin de grabar un spot, que tampoco fue publicado.
Otro de los gastos cuestionados en el informe televisivo fue por la contratación de un perro, por el cual pagó 6 mil pesos para grabar una publicidad sobre la radarización del país.
La prensa nacional también señala que Barbara María Grane se ganó el apodo de “la emperatriz” entre los empleados de Fabricaciones Militares ya que, según se supo, cuando todos comían pescado blanco ella se hacía preparar salmón, y además no dejaba entrar a la cafetería a nadie que no adhiriera al modelo y disponía de manera permanente de auto y chofer de la empresa estatal, para todos sus movimientos.
La gestión de la pareja de la joven oriunda de nuestra ciudad, Santiago Rodríguez, empezó en enero de 2011, pero el poder del interventor se catapultó cuando el ministro de Defensa, Agustín Rossi, lo nombró secretario de Investigación, Tecnología y Producción de su cartera. Rodríguez mantuvo los dos cargos, por lo que en los hechos se convirtió en su propio jefe o supervisor.
Entonces, centuplicó las contrataciones de jóvenes, elevó los sueldos de los amigos y puso a su prometida –hoy su esposa–, Bárbara Grané, como gerente de Comunicación y Relaciones Institucionales, el tercer cargo con más poder del organigrama.
Un informe de Infobae destaca que “desde su creación en la década del 40, Fabricaciones Militares sobrevivió a todos los cambios políticos del país. Los cargos políticos se manejaban políticamente, pero los técnicos seguían haciendo su trabajo.
En el lustro que Rodríguez intervino, perdió su fama de “marca de calidad”, mientras se dejaban de lado los ingenieros con conocimientos para poner en su lugar a militantes, muchos de los cuales habían sido alumnos del entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, y del fallecido Iván Heyn, en la Universidad de Buenos Aires. El peso del currículum y la experiencia no fueron factores importantes a la hora de hacer la “revolución”.
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