Japón recorta su previsión de crecimiento
El Gobierno japonés recortó ayer en un punto porcentual, de 1,5 por ciento a 0,5 por ciento, su previsión de crecimiento del PIB del actual año presupuestario (abril 2011-marzo 2012), por las repercusiones en la economía del sismo, el tsunami y el accidente nuclear de marzo pasado.
La nueva estimación se acerca a la del Banco de Japón (BoJ, banco central), que redujo la suya el mes pasado de 0,6 por ciento a 0,4 por ciento, a raíz del impacto de las catástrofes en las empresas, las exportaciones y el consumo interno de la tercera economía mundial.
“La opinión del gobierno y la del Banco de Japón coinciden”, comentó con cierta satisfacción el gobernador del BoJ, Masaaki Shirakawa.
“La economía de nuestro país sufrió una contracción del PIB entre enero y marzo, por el impacto del gran sismo del noreste”, indicó el Gobierno en un comunicado, en el que reconoce que “el ritmo de crecimiento fue más débil que el previsto en las anteriores estimaciones”.
“El sismo dañó instalaciones de producción en las zonas devastadas y provocó una caída importante de la producción nacional”, añadió.
“El consumo también cayó, por el deterioro de la confianza de los ciudadanos”, prosiguió el comunicado.
La actividad económica tiende a restablecerse, pero la caída brutal de marzo hundió la producción en sectores clave como el automovilístico y el electrónico. La cadena industrial en su conjunto, así como las exportaciones, acusaron el golpe.
El sismo y el tsunami de marzo pasado dejaron 20 mil muertos y desaparecidos en el noreste y llevaron a los japoneses a reducir sus gastos durante varias semanas por prudencia, lo cual afectó el consumo interno, uno de los principales motores del PIB japonés.
El tsunami provocó además un accidente nuclear en la central nuclear de Fukushima, que obligó a cerrar las tres cuartas partes de los reactores del país, con la consiguiente reducción del consumo de electricidad y de la actividad económica.
La economía japonesa entró en recesión en el primer trimestre, y el segundo debería registrar también un crecimiento negativo. Los datos oficiales sobre el PIB se darán a conocer el 15 de agosto.
El país está además golpeado por la fortaleza del yen frente al dólar y al euro, que frena la competitividad de los productos japoneses y favorece a sus rivales, y en particular a los surcoreanos, en los mercados internacionales.
Una moneda fuerte favorece en cambio las importaciones y la adquisición de firmas extranjeras, pero en todos los casos la economía nipona vive bajo la amenaza de la desindustrialización, de la degradación del mercado laboral, de la reducción del consumo interno y de una deflación crónica. “Hay que estar atentos al riesgo de fuga de empresas y de mano de obra”, apuntó el Gobierno.
“La opinión del gobierno y la del Banco de Japón coinciden”, comentó con cierta satisfacción el gobernador del BoJ, Masaaki Shirakawa.
“La economía de nuestro país sufrió una contracción del PIB entre enero y marzo, por el impacto del gran sismo del noreste”, indicó el Gobierno en un comunicado, en el que reconoce que “el ritmo de crecimiento fue más débil que el previsto en las anteriores estimaciones”.
“El sismo dañó instalaciones de producción en las zonas devastadas y provocó una caída importante de la producción nacional”, añadió.
“El consumo también cayó, por el deterioro de la confianza de los ciudadanos”, prosiguió el comunicado.
La actividad económica tiende a restablecerse, pero la caída brutal de marzo hundió la producción en sectores clave como el automovilístico y el electrónico. La cadena industrial en su conjunto, así como las exportaciones, acusaron el golpe.
El sismo y el tsunami de marzo pasado dejaron 20 mil muertos y desaparecidos en el noreste y llevaron a los japoneses a reducir sus gastos durante varias semanas por prudencia, lo cual afectó el consumo interno, uno de los principales motores del PIB japonés.
El tsunami provocó además un accidente nuclear en la central nuclear de Fukushima, que obligó a cerrar las tres cuartas partes de los reactores del país, con la consiguiente reducción del consumo de electricidad y de la actividad económica.
La economía japonesa entró en recesión en el primer trimestre, y el segundo debería registrar también un crecimiento negativo. Los datos oficiales sobre el PIB se darán a conocer el 15 de agosto.
El país está además golpeado por la fortaleza del yen frente al dólar y al euro, que frena la competitividad de los productos japoneses y favorece a sus rivales, y en particular a los surcoreanos, en los mercados internacionales.
Una moneda fuerte favorece en cambio las importaciones y la adquisición de firmas extranjeras, pero en todos los casos la economía nipona vive bajo la amenaza de la desindustrialización, de la degradación del mercado laboral, de la reducción del consumo interno y de una deflación crónica. “Hay que estar atentos al riesgo de fuga de empresas y de mano de obra”, apuntó el Gobierno.
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