Mujeres que hacen cosas....
El compromiso con los animales y el respeto a su dignidad
Alejada de las aulas, pero no de las matemáticas (durante 36 años enseñó esta materia), se la reconoce por su militancia a favor de la dignidad de los animales.
“De todos -aclaró- porque no sólo me ocupo de los perros, sino también de los caballos, especialmente de los que tiran los carros y padecen maltrato muchas veces”.
Nelly Carbó -de ella hablamos- fundó e integró la Asociación Protectora de Animales de Gualeguaychú (APAG), antecedente de la Asociación Patitas de hoy, que ha comenzado una recorrida por colegios, para crear conciencia sobre la tenencia responsable de mascotas y también, desde este sábado, la castración gratuita en distintos barrios.
“La APAG nació porque un día, una receptora del Colegio que sabía que yo siempre amparaba los animales, me contó que encontró una perrita en el parque y me pidió que la acompañara a la perrera municipal”, recordó.
“Todavía me acuerdo de ese momento y lo que vimos: un lugar donde quedaban depositados los perros, sin importar si eran grandes, chicos, hembras o machos, adultos o bebés, una cosa de no creer”.
“Empezamos a ver cómo podíamos cambiar esa realidad. Hablé con el Intendente de entonces, le dije que quería fundar una asociación que protegiera a los perros abandonados en la calle, porque no podía ser que la Ciudad de los Poetas fuera tan insensible a esto. Tuve su apoyo, me dijo que creara la asociación, que me iba ayudar”.
Esto y crear la APAG fue cosa de poco tiempo.
“Con el subsidio municipal, se pagaba el alquiler de chacras donde se los comenzó a llevar, porque el predio municipal adolecía de instalaciones”.
Con el tiempo, la APAG derivó en la Asociación Patitas, una ONG que cuenta con personería jurídica y ha tomado la posta de Nelly imprimiéndole nueva fuerza y que apelando a la adopción de estos animales, publica en EL ARGENTINO (todos los jueves, en su suplemento Región Sur), las fotos de los perros que buscan una familia que los acoja.
Orgullosa de sus continuadoras, Nelly destacó cómo han mejorado las instalaciones de la perrera, con caniles individuales, el techo protector de las heladas y el sol del verano.
“Ahora están limpios, comen, tienen agua, están atendidos y también se promueve su adopción, pero -aclaró- si tomamos conocimiento de que no se los trata bien, los devolvemos a la perrera y buscamos otros responsables”.
Esto lo contó en el living de su casa, al que algunos de sus protegidos se animó a entrar para presenciar la charla, mientras el resto (una veintena) permanecía en el jardín, en tranquila convivencia.
Ellos llegaron heridos, hambrientos, golpeados, no faltando uno que a causa de un ataque de un perro de porte mayor, quedó con su columna rota y se desplaza arrastrando sus patas.
Esta es la corte que recibe las visitas y las despide, siempre inofensivos y obedeciendo la voz de su protectora, que les advierte que no pueden trasponer la reja que separa la casa de la calle.
Captando a dónde iba nuestra mirada, Nelly dijo “pido que se mueran antes que yo. Porque, ¿quién va a querer tener tantos perros? preguntó, sin esperar la respuesta.
Tampoco esperó para agregar “ahora quiero encontrar gente que quiera a los caballos, que comparta la indignación por el maltrato que sufren, cuando viejos o mal alimentados, tiran carros con un peso que no pueden aguantar”.
Aquí contó que un día, avisada de que una yegua que tiraba un carro lleno de ladrillos se cayó en medio de la calle, fue al lugar “y le hice descargar el carro, denunciando a su propietario”.
Sabiendo que muchos critican por qué ocuparse de los perros habiendo tantos chicos necesitados, Nelly dijo “a mí también me angustia ver chicos abandonados, carentes de familia, de afecto, de comida. Pero lamentablemente, debo decir que mucha gente que nos critica, no hace nada ni por unos ni por otros. Si yo veo un chico sufriendo, lo denuncio. Esto siempre lo hice, incluso desde chica”.
Al terminar la charla, pidió a la comunidad “que no sólo se compadezca, sino que ayude. Y no es sólo con plata que se puede colaborar”, agregó, señalando “todo aporte (horas d e trabajo, alimentos, remedios, materiales para mantener las instalaciones, etc.) es bienvenido”.
Profesora y partícipe de la creación de profesorados y la Facultad de Bromatología -como recordó- sonríe cuando dice “mi satisfacción es que todos mis alumnos me saludan con cariño, aunque los haya hecho rendir en marzo”
Y volviendo a la protectora de animales, le tranquiliza saber que también se la recordará por esto, “porque al menos, algo hice”.
Nelly Carbó -de ella hablamos- fundó e integró la Asociación Protectora de Animales de Gualeguaychú (APAG), antecedente de la Asociación Patitas de hoy, que ha comenzado una recorrida por colegios, para crear conciencia sobre la tenencia responsable de mascotas y también, desde este sábado, la castración gratuita en distintos barrios.
“La APAG nació porque un día, una receptora del Colegio que sabía que yo siempre amparaba los animales, me contó que encontró una perrita en el parque y me pidió que la acompañara a la perrera municipal”, recordó.
“Todavía me acuerdo de ese momento y lo que vimos: un lugar donde quedaban depositados los perros, sin importar si eran grandes, chicos, hembras o machos, adultos o bebés, una cosa de no creer”.
“Empezamos a ver cómo podíamos cambiar esa realidad. Hablé con el Intendente de entonces, le dije que quería fundar una asociación que protegiera a los perros abandonados en la calle, porque no podía ser que la Ciudad de los Poetas fuera tan insensible a esto. Tuve su apoyo, me dijo que creara la asociación, que me iba ayudar”.
Esto y crear la APAG fue cosa de poco tiempo.
“Con el subsidio municipal, se pagaba el alquiler de chacras donde se los comenzó a llevar, porque el predio municipal adolecía de instalaciones”.
Con el tiempo, la APAG derivó en la Asociación Patitas, una ONG que cuenta con personería jurídica y ha tomado la posta de Nelly imprimiéndole nueva fuerza y que apelando a la adopción de estos animales, publica en EL ARGENTINO (todos los jueves, en su suplemento Región Sur), las fotos de los perros que buscan una familia que los acoja.
Orgullosa de sus continuadoras, Nelly destacó cómo han mejorado las instalaciones de la perrera, con caniles individuales, el techo protector de las heladas y el sol del verano.
“Ahora están limpios, comen, tienen agua, están atendidos y también se promueve su adopción, pero -aclaró- si tomamos conocimiento de que no se los trata bien, los devolvemos a la perrera y buscamos otros responsables”.
Esto lo contó en el living de su casa, al que algunos de sus protegidos se animó a entrar para presenciar la charla, mientras el resto (una veintena) permanecía en el jardín, en tranquila convivencia.
Ellos llegaron heridos, hambrientos, golpeados, no faltando uno que a causa de un ataque de un perro de porte mayor, quedó con su columna rota y se desplaza arrastrando sus patas.
Esta es la corte que recibe las visitas y las despide, siempre inofensivos y obedeciendo la voz de su protectora, que les advierte que no pueden trasponer la reja que separa la casa de la calle.
Captando a dónde iba nuestra mirada, Nelly dijo “pido que se mueran antes que yo. Porque, ¿quién va a querer tener tantos perros? preguntó, sin esperar la respuesta.
Tampoco esperó para agregar “ahora quiero encontrar gente que quiera a los caballos, que comparta la indignación por el maltrato que sufren, cuando viejos o mal alimentados, tiran carros con un peso que no pueden aguantar”.
Aquí contó que un día, avisada de que una yegua que tiraba un carro lleno de ladrillos se cayó en medio de la calle, fue al lugar “y le hice descargar el carro, denunciando a su propietario”.
Sabiendo que muchos critican por qué ocuparse de los perros habiendo tantos chicos necesitados, Nelly dijo “a mí también me angustia ver chicos abandonados, carentes de familia, de afecto, de comida. Pero lamentablemente, debo decir que mucha gente que nos critica, no hace nada ni por unos ni por otros. Si yo veo un chico sufriendo, lo denuncio. Esto siempre lo hice, incluso desde chica”.
Al terminar la charla, pidió a la comunidad “que no sólo se compadezca, sino que ayude. Y no es sólo con plata que se puede colaborar”, agregó, señalando “todo aporte (horas d e trabajo, alimentos, remedios, materiales para mantener las instalaciones, etc.) es bienvenido”.
Profesora y partícipe de la creación de profesorados y la Facultad de Bromatología -como recordó- sonríe cuando dice “mi satisfacción es que todos mis alumnos me saludan con cariño, aunque los haya hecho rendir en marzo”
Y volviendo a la protectora de animales, le tranquiliza saber que también se la recordará por esto, “porque al menos, algo hice”.
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