Mujeres que hacen cosas...
El teatro como modo de decir, y en todas sus formas
Lo suyo es, como dijo en la charla, “un sacerdocio”. Lo considera así, a pesar de ser Licenciada en artes teatrales y cinematográficos, actriz, directora, docente y de tener un recorrido hecho en Buenos Aires, donde también fue asistente de dirección durante mucho tiempo. En Gualeguaychú, Renata Dallaglio da clases en el Profesorado de Teatro de la UADER, en el Instituto Superior de Arte y en el ISPED, en el Profesorado de art
También coordina talleres de teatro (que dependen de la Dirección de cultura) para adultos y es la responsable de dos compañías de teatro que formó apenas vuelta a su ciudad, en 2007: Posición 0, creada a partir del taller municipal y otra que aún no tiene nombre porque está en creación, con su base puesta en la experimentación y la búsqueda.
“Nos juntamos no sólo para producir una obra sino que hacemos un trabajo de laboratorio, desde el entrenamiento físico, más experimental, así como la lectura de algún material o para analizar alguna obra de interés porque se relaciona con lo que estamos trabajando”, dijo refiriéndose a esta compañía todavía sin nombre.
También aporta al carnaval, más precisamente con las puestas en escena de las comparsas, las Tertulias del Grupo Itén “y todo lo que tenga que ver con apoyar eventos culturales”.
“Si me preguntas qué hago, contesto “teatro en todas sus formas”, dijo y agregó “siempre llevándolo a lo que nos proponemos. Tengo una formación y un camino universitario. Entonces las tendencias y modos de trabajo, así como las producciones, tienen una impronta muy marcada desde el lugar de la producción, del pensamiento. Es un decir y el mío, es desde el arte”.
Vuelve a hablar en plural para referirse a los trabajos teatrales para afirmar “Nos caracterizamos por plasmar un modo de ver el mundo en ese momento. De manera muy simbólica y metaforizada, en una perfomance chiquita o en una más grande, conjugamos nuestro modo de ver y hacer”.
Si en Buenos Aires las cosas estaban bien, ¿por qué decidió volver?, fue la pregunta, a la que respondió sin dudas “porque es mi ciudad. Yo soy de la idea de descentralizar pero también de no quedarse estancado sino mantener contactos. Agradezco haber podido estudiar, pero también necesito dar y volcar lo que sé”, agregó.
“Me interesa la formación permanente e incentivar para que construyamos todos juntos otra cosa. Es una tarea ardua pero es lo que quiero hacer. Y construir no sólo desde la producción teatral, porque estoy habilitada para hacer crítica y orientaciones”.
Retomando su vuelta a Gualeguaychú Renata contó “sentía la necesidad de hacerlo y no porque aquí no hubiese quiénes trabajaran en teatro. Necesitaba hacerlo en mi ciudad, compartir lo aprendido y aprender de los otros, nutriéndome y creciendo”.
Se propuso -está claro- compartir el capital cultural (como dice un profesor suyo) que ha podido lograr, lo que para ella es enriquecedor, tanto como la diversidad.
“Me gusta que haya muchas posibilidades y se generen inquietudes, tanto en quien produce como en quien va a ver”.
Y en esto de lo que pueda sucederles a unos y otros, concibe cada trabajo sobre el escenario como espectáculo, e ironiza sobre las llamadas “muestras anuales”.
“¿Por qué tienen que ser a fin de año?, ¿por qué tiene que ser una muestra?”, preguntó, para recordar que bautizó una obra “La muestra del botón” como forma de hacer entender a sus compañeros “que lo que hacen es un trabajo, que les ha demandado esfuerzo y tiempo, que el otro disfrutará, pero que no es una muestra porque no necesitamos demostrar nada sino disfrutar, también nosotros, de lo que hacemos. Y como han trabajado duro (“porque los tengo cortitos con los ensayos y la asistencia”, confesó) entiendo que se merecen un espectáculo, como Teatro a la Carta, que ahora se va a reponer”.
Le gusta trabajar en compañías porque tienen implícito el concepto de acompañarse, y explicó “en mis compañías, la gente va y viene, y están abiertas a quienes quieran integrarse”.
Que esto es una pasión para ella, o un sacerdocio, como dijo, no hay dudas: para los ensayos, se ocupan los domingos. Toda una muestra, aunque ella reniegue de esta palabra pero quizá la acepte ahora, resemantizada.
“Nos juntamos no sólo para producir una obra sino que hacemos un trabajo de laboratorio, desde el entrenamiento físico, más experimental, así como la lectura de algún material o para analizar alguna obra de interés porque se relaciona con lo que estamos trabajando”, dijo refiriéndose a esta compañía todavía sin nombre.
También aporta al carnaval, más precisamente con las puestas en escena de las comparsas, las Tertulias del Grupo Itén “y todo lo que tenga que ver con apoyar eventos culturales”.
“Si me preguntas qué hago, contesto “teatro en todas sus formas”, dijo y agregó “siempre llevándolo a lo que nos proponemos. Tengo una formación y un camino universitario. Entonces las tendencias y modos de trabajo, así como las producciones, tienen una impronta muy marcada desde el lugar de la producción, del pensamiento. Es un decir y el mío, es desde el arte”.
Vuelve a hablar en plural para referirse a los trabajos teatrales para afirmar “Nos caracterizamos por plasmar un modo de ver el mundo en ese momento. De manera muy simbólica y metaforizada, en una perfomance chiquita o en una más grande, conjugamos nuestro modo de ver y hacer”.
Si en Buenos Aires las cosas estaban bien, ¿por qué decidió volver?, fue la pregunta, a la que respondió sin dudas “porque es mi ciudad. Yo soy de la idea de descentralizar pero también de no quedarse estancado sino mantener contactos. Agradezco haber podido estudiar, pero también necesito dar y volcar lo que sé”, agregó.
“Me interesa la formación permanente e incentivar para que construyamos todos juntos otra cosa. Es una tarea ardua pero es lo que quiero hacer. Y construir no sólo desde la producción teatral, porque estoy habilitada para hacer crítica y orientaciones”.
Retomando su vuelta a Gualeguaychú Renata contó “sentía la necesidad de hacerlo y no porque aquí no hubiese quiénes trabajaran en teatro. Necesitaba hacerlo en mi ciudad, compartir lo aprendido y aprender de los otros, nutriéndome y creciendo”.
Se propuso -está claro- compartir el capital cultural (como dice un profesor suyo) que ha podido lograr, lo que para ella es enriquecedor, tanto como la diversidad.
“Me gusta que haya muchas posibilidades y se generen inquietudes, tanto en quien produce como en quien va a ver”.
Y en esto de lo que pueda sucederles a unos y otros, concibe cada trabajo sobre el escenario como espectáculo, e ironiza sobre las llamadas “muestras anuales”.
“¿Por qué tienen que ser a fin de año?, ¿por qué tiene que ser una muestra?”, preguntó, para recordar que bautizó una obra “La muestra del botón” como forma de hacer entender a sus compañeros “que lo que hacen es un trabajo, que les ha demandado esfuerzo y tiempo, que el otro disfrutará, pero que no es una muestra porque no necesitamos demostrar nada sino disfrutar, también nosotros, de lo que hacemos. Y como han trabajado duro (“porque los tengo cortitos con los ensayos y la asistencia”, confesó) entiendo que se merecen un espectáculo, como Teatro a la Carta, que ahora se va a reponer”.
Le gusta trabajar en compañías porque tienen implícito el concepto de acompañarse, y explicó “en mis compañías, la gente va y viene, y están abiertas a quienes quieran integrarse”.
Que esto es una pasión para ella, o un sacerdocio, como dijo, no hay dudas: para los ensayos, se ocupan los domingos. Toda una muestra, aunque ella reniegue de esta palabra pero quizá la acepte ahora, resemantizada.
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