Los entretelones de una sesión que era clave para el Gobierno
Las horas previas a la frustrada sesión de Diputados para debatir la reforma previsional estuvieron marcadas por agitadas negociaciones y contactos telefónicos desde Casa Rosada para conseguir quórum, mientras que desde la oposición denunciaron "aprietes" para aprobar la ley.
Cuando el Gobierno suponía que tenía los números suficientes y todo preparado para celebrar, el contexto de extrema tensión y violencia que se vivió puertas para afuera del Congreso con la protesta de miles de manifestantes aguó sus planes.
Cambiemos confiaba en que no sólo reunía, aunque ajustadamente, los votos para aprobar la reforma, sino que contaba con el compromiso de varios diputados de la oposición "light" que, independientemente del sentido de su voto, iban a sentarse en las bancas para habilitar la sesión especial.
Pero al calor de los enérgicos reproches de diputados kirchneristas, y el eco constante de las bombas de estruendo que resonaban en el recinto, parecía que al presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó, se le escurría el quórum sin remedio.
Finalmente, el número mágico (129) apareció, pero sólo cuando ya había transcurrido el tiempo de tolerencia reglamentario de media hora, lo cual motivó fuertes cuestionamientos opositores.
Además de 105 diputados de Cambiemos y su aliado Alfredo Olmedo, se sumaron al quórum 23 legisladores opositores, entre los cuales se anotaron tres diputados del bloque "Evolución Radical" de Martín Lousteau, tres del Frente Cívico por Santiago, y varios diputados del interbloque "Argentina Federal" que responde a gobernadores.
La oposición, que a esa altura estaba indignada ante las noticias que llegaban del accionar de fuerzas de seguridad en las inmediaciones del Congreso, impugnó el quórum al sostener que al menos dos legisladores oficialistas sentados en las bancas no estaban habilitados para hacerlo porque primero debían jurar.
"No tienen quórum", coreaban al unísono a modo de protesta los opositores, mientras el jefe del interbloque Cambiemos, Mario Negri, y el jefe del bloque del PRO, Nicolás Massot, hacían denodados esfuerzos para reestablecer el orden y retomar la sesión.
Pero se trató de una misión imposible porque los ánimos ya estaban desbordados, en sintonía con lo que pasaba afuera.
Finalmente fue la diputada Elisa Carrió, quien fue y vino respecto de su adhesión al proyecto oficialista, la que anunció la decisión de Cambiemos de postergar el tratamiento, lo cual fue festejado con un grito de guerra por la oposición.
Caída la sesión, la tropa del Frente para la Victoria se retiró exultante del recinto y se adentró en el Salón de los Pasos Perdidos al ritmo de uno de los hits de la militancia kirchnerista ("Somos de la Gloriosa Juventud Peronista..."), y enarbolando los dedos en V en señal de victoria.
La contracara del festejo fue Cambiemos, que horas antes, en una reunión cerrada de interbloque se había jurado aprobar la reforma previsional llueve o truene.
"Estamos monolíticamente cerrados en que hay que aprobar la reforma", había asegurado el macrista Daniel Lipovetsky.
El diputado del PRO, además, consideró las protestas como "una ofensiva que tiene más que ver más con la política que con lo institucional".
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