Pinta dejando la marca de su estilo

Como la guitarra que acaba de transformar, poniendo junto a su boca algo parecido a un fileteado, que se ocupó de aclarar, “no es como el típico porteño”.
Porque a pesar de confesar que siente vergüenza cuando la rotulan como “artista plástica”, Claudia Carmona hace trabajos artísticos para ella, su casa, para regalar o vender. También, claro, por encargo.
“Primero de todo, soy mamá de Tiziano y Fausto” -declaró, para agregar que entre sus ocupaciones está el maquillaje, “ya sea artístico en el carnaval o social, durante el año”. Trabajo en una empresa como asesora en el sector de cosmetología, “y en casa, además, tenemos con Martín (su esposo) una editorial independiente, donde hacemos libros para autores locales”.
Claudia contó que mientras su compañero corrige, ella se encarga de la impresión y el armado del libro.
“Son artesanales, pero hechos de manera muy prolija, donde fusionamos la pasión de él, que son las letras, con la mía, porque cada tapa lleva una pintura relacionada con el tema del libro, ya que también tratamos de mostrar arte desde ahí”.
“No estamos todo el año haciendo libros -aclaró- sino que cuando se nos propone una tirada, que son unos setenta ejemplares, dejamos el resto y nos abocamos por entero a esta tarea, porque es todo trabajo manual: doblar cada hoja, plegarla, colocar ganchos, pegar, cortar...Por eso pido que me los encarguen con bastante anticipación”, dijo para que su mensaje sea leído por quienes puedan estar pensando en publicar.
Claudia hizo su paso por la carrera de arte carnavalesco, para luego decidirse por la minoridad, estudiando la tecnicatura que ofrece el ISPED.
Pero no ejerce, a pesar de haberse inclinado por esta carrera porque como contó, “pensé que podía fusionar el estudio sobre la minoridad con lo que me gusta y dar talleres. Meterme en los chicos por el lado del arte, de la liberación, la expresión, para que ellos pudieran canalizar sus inquietudes”.
Pero la vida, como ella resumió, la fue colocando siempre cerca del trabajo artístico, a causa de los encargues también para realizar las tapas de los discos compactos grabados por solistas o bandas locales, o el local que atiende en su casa: una regalería para la que se unieron varios amigos con la intención de mostrar y vender sus artesanías.
“También pinto, hago almohadones y estoy incursionando en la restauración de muebles, es decir, que en casa hago de todo un poco, mientras sigo siendo mamá”, ratificó.
Es fácil imaginar que sus hijos jugarán con crayones mientras Claudia trabaja sobre una superficie a partir del pedido “dale un toque de color”.
“Me siento tranquila cuando me dan libertad para pintar lo que me nace, de acuerdo a las ganas de tirar color, sin analizar el estilo o el por qué. Por eso me cuesta definirme como artista plástica”, definió, para decir convencida “me gusta todo lo que hago. A todo le pongo mucha pasión. Si te ponés a pensar, lo que yo hago es poner bello algo, a través de las distintas posibilidades que tengo. Sin pasión no lo haría y también tomo con esa alegría el trabajo formal, porque me permite continuar con lo informal, porque del arte no vivís...”

Silvina Esnaola