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Diario El Argentinoviernes 26 de abril de 2024
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Francisco pidió a los diplomáticos construir la paz y afrontar la crisis migratoria

Francisco pidió a los diplomáticos construir la paz y afrontar la crisis migratoria

 El papa Francisco recibió en la mañana de ayer a los miembros del cuerpo diplomático acreditados en la Santa Sede para el tradicional saludo por el año nuevo, ante quienes advirtió que el reto principal que espera al mundo es vencer la indiferencia para construir juntos la paz, que es un bien que hay que perseguir siempre.


 Exhortó a Europa a seguir recibiendo a los refugiados y a mantenerse como un ¨faro de humanidad¨ a pesar de las amenazas terroristas, expresó su preocupación por las pruebas nucleares en Corea del Norte y volvió a condenar la trata de personas.
El Pontífice advirtió que "sólo una forma ideológica y desviada de religión puede pensar que se hace justicia en nombre del Omnipotente masacrando deliberadamente a personas indefensas", como ocurrió en los últimos meses en África, Europa y Medio Oriente.
También enmarcó su discurso en el contexto del Jubileo Extraordinario de la Misericordia y explicó que la apertura de la Puerta Santa de la catedral de Bangui, República Centroafricana, “pretendía ser un signo de aliento para alzar la mirada, para retomar el camino y para volver a encontrar las razones para el diálogo”.
Asimismo, precisó que la misericordia fue el "hilo conductor" que guió sus viajes apostólicos durante el año pasado. Así, recordó su visita a Sarajevo, Bolivia, Ecuador y Paraguay, Cuba y a los Estados Unidos.
Francisco hizo referencia a la importancia de la familia, “que es la primera y más importante escuela de la misericordia, en la que se aprende a descubrir el rostro amoroso de Dios y en la que nuestra humanidad crece y se desarrolla”. Y advirtió que “hoy existe un miedo generalizado a la estabilidad que la familia reclama y quienes pagan las consecuencias son sobre todo los más jóvenes, a menudo frágiles y desorientados, y los ancianos que terminan siendo olvidados y abandonados”.
Alertó que “un espíritu individualista es terreno fértil para que madure el sentido de indiferencia hacia el prójimo, que lleva a tratarlo como puro objeto de compraventa, que induce a desinteresarse de la humanidad de los demás y termina por hacer que las personas sean pusilánimes y cínicas”.
En referencia a la grave emergencia migratoria actual, el Papa instó a Europa a seguir recibiendo a los refugiados y a mantenerse como un "faro de humanidad" a pesar de las amenazas terroristas, y cuestionó que a menudo estos emigrantes "no entran en los sistemas internacionales de protección en virtud de los acuerdos internacionales".
En este sentido, el Papa afirmó que "es grave acostumbrarse a estas situaciones de pobreza y necesidad, al drama de tantas personas, y considerarlas como ‘normales’" y reclamó “un compromiso común que acabe decididamente con la cultura del descarte y de la ofensa a la vida humana, de modo que nadie se sienta descuidado u olvidado, y que no se sacrifiquen más vidas por falta de recursos y, sobre todo, de voluntad política”.
El Papa cuestionó también la arrogancia de los poderosos que, con fines egoístas o cálculos estratégicos y políticos, instrumentalizan a los débiles y los reducen a objetos, por lo que renovó su llamado a "detener el tráfico de personas, que convierte a los seres humanos en mercancía, especialmente a los más débiles e indefensos”.
 

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