Aprender con gusto

Y el hecho se corresponde con la necesidad de los educandos, que ya bastante tienen cuando deben asistir cada día a clases a un establecimiento que  no tiene las condiciones que debería tener para que aprender  sea una actividad agradable.

Hablamos de  las muchas escuelas que carecen, por ejemplo, de pupitres para personas zurdas, lo que hace que la incomodidad sea una constante para quien escribe con su mano izquierda, porque al parecer, todos los alumnos deberían hacerlo con la mano derecha. Claro que hay excepciones, pero son eso...

También las condiciones de los edificios escolares deben ser atendidas, por cuanto sabemos de escuelas que se llueven, que tienen aberturas vetustas que dejan pasar el frío, que disponen de muy contadas comodidades para el trabajo de educar. Trabajo que deberá ser tenido mucho más en cuenta por las autoridades, ya que se habla mucho de educación y de lo que ésta puede hacer en la población, pero en los hechos, salvo los escasos trabajos de restauración de los que se tiene noticia, la mayoría de los establecimientos presentan  falencias. Cómo será esto, que cuando por fin se consigue la partida para una reparación parcial de uno de estos establecimientos se lo anuncia con bombos y platillos, siendo que la tarea de mantención de los edificios escolares debería ser una actividad constante. En esto también las palabras deben tener su correlato en los hechos. Porque no basta con querer enseñar o querer aprender.  Para que el intercambio se produzca, lo sabemos, debe hacerse en un espacio agradable, acogedor, en el que todos se sientan a gusto. Es algo mínimo para lograr el objetivo máximo, que es el de un pueblo educado.