Devastador incendio en el galpón de la línea El Verde

El incendio se desató aproximadamente a las 17:15 y cinco dotaciones del Cuartel de los Bomberos Voluntarios tuvieron que esforzarse durante varias horas para dominar el dantesco escenario.

Las lenguas de llamas se elevaban a una altura de casi 20 metros, la mampostería del galpón estallaba como consecuencia de las altas temperaturas y el techo como toda la estructura cedió ante un fuego que consumía todo a su paso.

Una columna de humo negro y espeso daba testimonio que se estaba ante uno de los incendios de mayor magnitud de los últimos tiempos, acaso comparable con el incendio de los galpones de la comparsa Kamarr del Centro Social y Cultural Sirio Libanés, que también se incendió pasadas las 17 del 16 de abril pasado.

Los esfuerzos de los Bomberos tuvieron varios frentes de acción: por un lado, dominar el incendio y por el otro, tratar de colaborar para sacar los bienes del lugar y principalmente tomar medidas de prevención porque al lado del galpón de la línea de transporte se encuentra la empresa de gas Amarilla, con un equipo cargado de garrafas, que finalmente fue retirado a pulso con la ayuda de varios vecinos.

Las causas del incendio todavía no pudieron ser precisadas y serán materia de peritaje. De todos modos, se supo que cuando se inició el incendio no había personal dentro de las instalaciones.

Y se confirmó que al menos varias unidades de colectivos y otros automóviles particulares que estaban dentro del galpón tuvieron pérdidas totales.

La Policía articuló un operativo de contención también en dos frentes: por un lado, preservar vidas para lo cual diagramó zonas de restricción; y por el otro, estar atentos para cuidar los bienes.

Los cientos de curiosos que se amontonaron en las inmediaciones del incendio no colaboraron al principio con las medidas de seguridad y prevención que les indicaba la Policía; aunque más tarde y de manera más enérgica se logró que los vecinos tomaran una prudente distancia, dado que había peligros de desprendimiento de mampostería y todavía estaba latente la posibilidad de que las llamas invadieran el depósito de gas envasado.

La labor de los Bomberos implicó atacar el incendio primero con autobombas, pero luego cuando la magnitud fue creciendo, se llamó a una dotación con escalera; mientras por otros frentes los servidores públicos ingresaron al galpón con equipos de oxígeno, a raíz de los gases y el denso humo que había en el ambiente.

Simultáneamente, una línea de los Bomberos se abocó a la tarea de enfriamiento de las paredes que lindan con el depósito de gas envasado; mientras las paredes del galpón de la empresa de colectivos, estallaba rompiendo cristales de las ventanas, seguido de un crujido metálico que era provocado por la caída de las chapas del techo.

Como una víbora salida del propio infierno, los cables del tendido eléctrico se consumían bajo las llamas, como si fuera un reguero de pólvora que buscaba un destino incierto. Las gotas de fuego caían a la vereda, acaso el último vestigio del plástico derretido de los cables.

Y en el medio de toda esa dantesca escena, un hombre con una manguera de alta presión enfrentaba el caos que provoca un incendio de esta magnitud.

La columna de humo negro podía divisarme a más de veinte cuadras, mientras las llamas seguían devorando todo a su paso.

Finalmente, la labor de los Bomberos obligó a las llamas a arrinconarse, el humo cedió al agua volcada y el incendio se tornó controlable para arremeter a su completa extinción. Ahora quedará la guardia de cenizas para evitar que el incendio vuelva a su devastadora obra destructiva.