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Diario El Argentinoviernes 26 de abril de 2024
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Pena de muerte en Argentina

Pena de muerte en Argentina

Hace poco en una tertulia mañanera, de una radio de Argentina, alguien que representaba a los defensores de los derechos humanos, comentaba el tema de las penas de muerte. En la conversación surgieron nombres de países que la aplicaban, como EE. UU., China y algunos más. Sin embargo me sorprendió que de nuestro país no se dijese nada.


En realidad en Argentina tenemos la pena de muerte y se aplica casi todo los días. Se hace sin juicio previo y es raro el día en que no se le aplica a un ciudadano o ciudadana residentes en Argentina o que están haciendo turismo en el país. Pero además existen el secuestro y la tortura que parece que solo ponen nerviosos a los defensores de los derechos humanos argentinos, cuando sucede en otras latitudes. Quizás es que en vez de denominarse defensores de los derechos humanos, deberían llamarse defensores de los derechos de algunos humanos. Preferentemente delincuentes comunes y presos de un determinado color político. Pero nunca los escucho defender los derechos de las victimas de la delincuencia que hay en nuestra patria.

La preocupación de los defensores de los derechos humanos y de esa señora representada con la venda en los ojos, que llamamos justicia, está más centrada en atender, mejorar y hacer más fácil la vida de los delincuentes en prisión, que de solucionar los traumas de las victimas.

Nosotros, en Argentina, casi todos los días tenemos ejecuciones. Puede ser un señor que le roban el coche y lo matan. Puede ser una señora que entra en su casa y lo mejor que le puede pasar es que la maten. Puede ser una chica secuestrada, con las consecuencias que todos sabemos. Puede ser una pareja de ancianos decentes, que trabajaron toda su vida y que se resistieron, o no, a dar sus ahorros y por eso los ataron, torturaron y golpearon hasta la muerte. Puede ser un joven que sale de un baile y lo matan porque a unos tipos les dio la gana o para quitarle el celular o violar a su amiga. Puede ser una niña que la secuestran, piden rescate y luego la matan, porque les dio la gana. Puede ser que te maten porque viste algo al pasar por una villa. Puede ser un turista que ingenuamente no se vistió de pobre y va luciendo reloj, cámara de fotos o cualquier otra cosa que al pistolero de turno, con numerosos delitos a cuesta, le apeteció.

Vivir en Argentina es estar constantemente jugando a la ruleta rusa. Las noticias de una muerte violenta son tan frecuentes, que solo son noticia unas horas, hasta la siguiente victima. Bueno en realidad son noticia unas horas hasta que un día un policía por defender a una victima tiene la desgracia de matar al delincuente. Entonces la maquina de los personajes de derechos humanos monta en cólera en Argentina y así en todos los medios de comunicación, salen los buenistas populacheros preguntándonos: ¿Como un policía puede acabar con la valiosa vida de un pobre delincuente, cuyo trabajo es robar y matar? ¿Dónde están los derechos humanos del delincuente? No hace mucho una madre culpaba a la victima del robo, por haberse resistido.

Esa es la realidad de Argentina. No nos quejemos de la Norteamérica capitalista o de la China comunista que tienen pena de muerte. Nosotros también la tenemos. Y la nuestra es para matar inocentes, sin juicios, sin posibilidad de defensa legal y sin jurado. Solo depende del sadismo del delincuente que ejecuta la pena. Y lo sorprendente es que la clase política y el poder sindical, pasan de largo el tema. Les importa un pito. Ellos a lo suyo que es: paralizar trenes, subtes, cortar calles, hacer huelgas, rodear el Congreso protestando con bombo y cacerolas para pedir aumentos de sueldo y subsidios, pero ninguno de estos caudillos del sindicalismo y vividores de la política hacen algo para reducir la delincuencia. No digo que pueda desaparecer, pero por lo menos que se reduzca a los niveles de la década del 50 y 60 del siglo pasado. Desde la década del 70 hasta hoy, todos los que han gobernado, tienen la culpa del país que tenemos, lleno de pistoleros y corruptos. Unos gobiernos son culpables por inútiles y otros porque protegieron a los delincuentes, para luego contratarlos como elementos al servicio del poder, cuya labor es atemorizar a los ciudadanos que no se arrodillan ante el partido protector de la delincuencia.

No sé si esto lo leerá alguien de los derechos humanos, pero sería interesante que de una buena vez se empezasen a preocupar de la vida de los trabajadores y los paganinis de impuesto, ya que de esos impuestos están viviendo todos los burócratas que se supone deben defender al pueblo decente y procurar que la delincuencia se vea reducida y que pague bien por lo que hace.

Hay exceso de listos que se mueven de un lado para otro, gastando el dinero del pueblo, en conferencias, reuniones, manifestaciones con camisetas de colores y leyendas muy bonitas, pero que no sirven nada más que para engañarnos, haciéndonos creer que hacen algo por la gente decente, pero la realidad es que nos están tomando el pelo. Un saludo Carlos A. Ochoa Blanco

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