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Diario El Argentinoviernes 26 de abril de 2024
Opinión

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Recuperar la voz

Recuperar la voz

     


Somos una generación de padres que ha tercerizado la educación de nuestros hijos: la escuela, el club, las redes, la televisión, el estado le enseñan cosas de las que no hablamos tanto en nuestra casa, frente a las cuales hemos perdido la voz. En este tiempo que estamos viviendo se nos pide tomar medidas y es bueno Que nuestra voz se escuche. ¿Servirá de algo?

Adoptar medidas no siempre es sinónimo de que entiendo lo que hago, necesito también “creerle” a aquel que me pide que lo haga. Por qué aceptar de alguien lo que me pide? Simplemente porque vive lo que pide y porque tiene autoridad, sabe de lo que habla y tiene coherencia. Esto es válido para toda persona, pero más aún, para un adolescente que siente que todo lo puede y que a él no le va a pasar lo que le dicen, o quiere hacer su propia experiencia.

Sea por que el Estado ha descuidado a la familia como institución, base de la educación,  y ha trabajado para reemplazarla erigiéndose en “educadora” del ciudadano  o porque los padres hemos bajado los brazos, tal vez demasiado pendientes de nuestras necesidades, lo cierto es que nuestra voz ha perdido fuerza.

En nuestra época no existe culpa, ni responsabilidad personal, y esto hace que madurar cueste. No me di cuenta, no lo quise hacer, fue sin querer, todos lo hacen, fue una frase desafortunada, se escucha por un lado, y por el otro,  de repente,  la condena de la ley, de la sociedad, y el deseo de que quien se equivocó se muera, se pudra, se vaya. Un extremo u otro, una manera difícil de crecer y hacerse adulto.

En las campañas donde se proponen asumir actitudes sociales responsables,  por lo general se apela a la conciencia y después se te advierte la sanción si no cumplís. Se te dice  que nadie te tiene que discriminar criticándote,  pero a la vez se nos habla  que tenemos que cuidar al otro, que nadie se salva solo. Una gran verdad pero también una gran dificultad cuando te enseñan a pensar en vos, a hacer lo que sentís, a no perder el tiempo con las personas que no te hacen bien. Cuántas frases como estas se escuchan: “Toma, pero con responsabilidad”; “consumí que no es tan grave”, “viví tu vida sin joder a los demás”,” goza de tu sexualidad teniendo siempre a mano el kits del ciudadano responsable que te preserve de las consecuencias de la forma en la que querés vivir”. En todos los casos el centro es uno mismo y el otro aparece en segundo plano: en el medio un parche que no haga tan grave o evite la consecuencia. 

La conciencia se forma desde pequeño: si en ella no existe “el otro”, si no estás acostumbrado a reflexionar y hacerte cargo de los errores, si no se sustenta en valores que orienten tu vida no alcanza con una campaña que apele a tu responsabilidad. ¿de golpe pedirte que pienses en los demás?

En este tiempo el miedo a la muerte nos ha hecho más solidarios. Otro tema del que los papás no hablamos mucho, en el que sería bueno recuperar las voz  porque dar sentido a la muerte en alguna medida da sentido a la vida. Nos ha hecho reflexionar un poco sobre lo que podemos provocar en los más vulnerables: hoy hablamos un poco más de los abuelos, de los ancianos y tal vez intentamos explicar qué pasa con las personas que mueren. Me he preguntado mucho si el riesgo a la muerte no estuviera tan palpable, o si el sistema de salud hubiera estado mejor preparado, ¿estaríamos tan preocupados por cuidar al otro? Es una oportunidad enorme para repensar actitudes, valores en juego, y para recuperar la voz como padres y cómo familia. Las campañas sirven pero más convence el diálogo y el ejemplo. Cuántas verdades dichas o calladas por nuestros padres  han quedado guardadas en nuestras conciencias y han marcado nuestras vidas.  Tal vez algunas las vivimos y otras no,  pero  han generado lo necesario para madurar: tuvimos que pensarlas, tuvimos que decidir frente a ellas qué hacer, y hacernos responsables de las consecuencias. Los chicos, los adolescentes son eso, chicos y adolescentes. No les alcanza la información,  porque saber algo no basta para asumir actitudes conscientes y responsables, se necesita también madurez. Y junto a ellos se necesitan voces con autoridad que  convenzan no solo con la palabra, también con la coherencia.

Hay que recuperar la voz como adultos y como padres. Para que  nuestros hijos vuelvan a creer en nuestra autoridad necesitan escuchar más nuestra voz, en muchos temas y también en este que hoy vivimos: usá barbijo siempre, no tomes mate con otros, no te juntes sin cuidar la distancia, se consciente de lo que haces porque la salud de otros depende de vos, cuida  a los ancianos porque algún día el que va a necesitar cuidado vas a ser vos, cuando seas anciano. Además de viralizar mensajes, digamos y vivamos lo que decimos.

Guillermo Régoli

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