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Diario El Argentinosábado 27 de abril de 2024
Policiales

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Las agresiones entre familias del Barrio Munilla se encauzó en una solución pacífica de conflictos

Las agresiones entre familias del Barrio Munilla  se encauzó en una solución pacífica de conflictos

De la agresión y la violencia, a la necesidad de escuchar y expresarse. Del insulto fácil y generalizado que distancia, a la palabra que reconstituye, comprende y acerca. Del puño cerrado, al apretón de manos sellando acuerdos.


Por Nahuel Maciel

EL ARGENTINO

 

El conflicto entre vecinos del Barrio Munilla salió de la escena belicosa y agresiva y ahora habita un espacio de diálogo, comprensión y construcción de nuevas oportunidades.

El abogado Francisco Sobral (Centros de Acceso a Justicia y Hogar de Cristo), a través de una búsqueda incesante de conciliación, convocó de manera extra oficial a dos expertas en materia de solución pacífica de conflictos como María Violeta Gómez y Adriana del Carmen Garay, quienes son responsables de la Oficina de Mediación Penal que funciona en la jurisdicción.

Gómez y Garay no participaron formalmente como mediadoras penales, sino que lo hicieron a partir de una reconocida experiencia para aportar soluciones pacíficas en la resolución de conflictos. Y esta convocatoria específica también contó con un pedido del Consejo de Seguridad Ciudadana, que buscaba idéntico horizonte.

El conflicto del Barrio Munilla es tan añejo que se pierde su origen en las coordenadas del tiempo. Sin embargo, en agosto y septiembre pasado se “vigorizó” como cuando las llamas ganan intensidad a medida que avanza en su paso destructivo.

De manera casi sinóptica o gráfica se podría señalar que el conflicto es protagonizado por dos familias, a la que se suma una tercera que intenta aprovecharse de esa situación.

Una vivienda usurpada. Un propietario que prácticamente se sentía impotente de recuperarla. Agresiones constantes que aumentaban el malestar en el vecindario. Niños expuestos a toda clase de violencias. Disputas de territorio y otras conductas reprochables desde lo penal, envolvieron al vecindario de miedo, turbaciones y desconfianzas.

Policía y fiscalía debieron intervenir en varias oportunidades en las últimas reyertas y escándalos, y la notoriedad de esa situación se registró en los medios de comunicación y en las redes sociales por el nivel de agotamiento y conmoción que toda violencia genera.

 

La no violencia

 

María Violeta Gómez y Adriana del Carmen Garay dialogaron –vía telefónica- con EL ARGENTINO sobre esta experiencia y compartieron la importancia de construir nuevas oportunidades especialmente para aquellos cuya situación de contexto requiere de un acompañamiento específico.

“Lo primero que hicimos fue ofrecerles una real capacidad de escucha. Que ellos supieran que iban a ser escuchados. Y que todos podrían decir su palabra”, resaltaron ambas mediadoras. Es la que la neutralidad e imparcialidad, son dos cualidades rectoras para todo mediador o facilitador. Y esto que podría “leerse” como algo obvio, implica saber decir las cosas sin que sea interpretado como una preferencia hacia un determinado grupo en litigio; y a la vez saber detectar aquellas posibles oportunidades para madurar un acuerdo a satisfacción de partes. No es casual que el saber popular enseña que el equilibrio es hijo de la reflexión y la prudencia.

“Desde que se sintieron escuchados, vienen creciendo de manera satisfactoria en el ejercicio de la cultura del diálogo”, resaltaron como un valor a cuidar y a acrecentar con las experiencias cotidianas propias entre vecinos.

Ambas coincidieron en señalar que no sólo escucharon y ofrecieron espacios de reflexión entre estas tres familias en pugna, sino como mínimo hicieron lo mismo con al menos treinta vecinos que viven estos conflictos con angustias y pesadumbres. Padecimiento es otro sentimiento o concepto que aparece de manera recurrente en quienes perciben a esas agresiones como un calvario.

“Fueron encuentros entre cuatro-cinco personas, porque además debíamos desplegar la estrategia de las reuniones atendiendo a las recomendaciones preventivas en materia sanitaria por la pandemia del Covid-19”, destacaron las mediadoras para dar cuenta que la paciencia y el tiempo fueron dos aliados indispensables para poder madurar una solución que ahora les permita ir cerrando las heridas que generaron aquellos vínculos tóxicos.

Del espacio de escucha y reflexión a los talleres. En los talleres cada participante pudo canalizar y comprobar que es posible transformar la rabia en un sentimiento más positivo. Que es posible superar el arrebato y el enojo, por una actitud más constructiva en términos de relaciones humanas.

Gómez y Garay coincidieron que nadie puede decir que el conflicto fue superado. De ninguna manera. Pero, sí enfatizan que el conflicto está desactivado. Los riesgos de daños y amenazas van quedando atrás. Queda por delante trabajar de manera colectiva (con diversos organismos del Estado) de modo que se puede desmontar el esquema que siempre provoca nuevas agresiones. Desactivar fue la tarea inmediata y se logró. Ahora queda la de desmontar, que implica que aquellos que están en conflictos asuman responsabilidades para una mejor convivencia.

 

Contextos y perspectivas

 

Algunas de las propuestas que fueron surgiendo no eran de aplicación inmediata y debieron ser canalizadas a través de la Municipalidad. Y todos, absolutamente todos los vecinos involucrados saben que el Ministerio Público Fiscal continuará con el trámite procesal que corresponda frente a los delitos que se cometieron en su momento.

“Quienes habían usurpado la casa, se fueron de esa vivienda y el legítimo propietario la pudo recuperar. Y ese logro fue tan importante que se llegó a un acuerdo entre todas las partes y se firmó un comodato: ahora allí funciona un espacio específico para las mujeres y los niños”, destacaron las mediadoras. De hecho, esa vivienda (ubicada en calle Mitre 519) ahora se la conoce (y reconoce) como “La Casa de la Mujer y el Niño”. Su uso es compartido en tareas educativas, de prevención, lúdicas y de afianzamiento de la amistad social que debe prevalecer entre los vecinos.

La tarea que queda por delante es enorme y es necesario consolidar los vínculos con las instituciones del barrio. “Es una gran ventaja contar con esa vocación de integración y servicio que tienen las instituciones”, apuntaron como una herramienta a favor las mediadoras.

Los vecinos ahora piden que la Municipalidad no dilate la instalación de luminarias en la vía pública, porque (desde lo simbólico) ellos saben que la iluminación evapora las sombras que todo lo ocultan.

Del mismo modo, le reclaman al Municipio la instalación de cámaras de video vigilancia o de seguridad. Para ellos es importante que también en esta etapa de consolidación de la confianza, queden registros de cómo se ocupa y se comparte el espacio en común que implica la calle pública.

Y el último elemento que las mediadoras destacaron -sin agotar la nómina de acciones- es la necesidad de tener respuestas por parte de la sociedad para generar fuentes laborales.

Como ejemplo, señalaron que en lo inmediato a una persona se le consiguió una moto guadaña como herramienta que le permita hacer changas de limpieza de terrenos y otros predios similares; y esa persona se comprometió a pagarla a medida que obtenga trabajos. Por eso, se insiste que el círculo será más virtuoso si esas puertas se abren, justamente para que la cultura del trabajo vaya a la par de la cultura de la paz.

No es casual que paz, pan y trabajo sean tres valores que se expresan como demanda y también como una instancia de superación.

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