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El acceso a Don Mercado
Operar en modos de Don Mercado no es sencillo. Su ingreso identifica un juego de cambio permanente. Un cambalache en el que no caben rezongos. La única certeza es la inestabilidad del entorno.
Por Luis Alberto Dalcol
Don Mercado exhibe problemas. En la práctica tuvo (y tiene) desacoples importantes. Aunque de alguna manera se auto regula o con la oportuna y transitoria ayuda de Don Estado logra continuidad. Por eso, requiere de su acompañamiento, lo necesita fuerte y capaz. Solo le pide: “reglas claras y fijas que no recorten libertades”.
Dificultades
El viejo cree que “el atasco mayor ronda en lo indecoroso, madura en cuestiones de corrupción”. Apunta a “la impunidad y a la escasa defensa de don Estado a su propia defraudación”. Por el uso (o abuso) del poder que confiere, y que “facilita la consumación espuria”. Despunta: “aunque son pocos los gobiernos juzgados, entre los pasados y los aspirantes se entrecruzan acusaciones de descomposición; las cargas parecen estar, rastros existen” afirma.
Acceder a Don Mercado es estar dispuesto al riesgo, a lo inseguro; no obstante cautiva y atrapa. La posibilidad de meterse en el lío existe, siempre que don Estado lo habilite. Si se eligen otros sistemas don Mercado se va; y, con sabiduría merodea, pues otea: “pronto seré llamado”.
Permanencia e
incomprensión
Iniciado, Don Mercado no asegura la permanencia de ninguno. Con las puertas abiertas, hay continuas entradas y salidas; “producto de aciertos y de yerros de los propios partícipes” según su parecer. Esa renovación lo rejuvenece, aunque en algunos pasajes puedan quedar heridos de importancia. “Parece la vida misma, con sus altibajos, variaciones y matices” afina. Don Mercado no comprende la intervención que desalienta la creación, la carga exagerada al hacedor para sostener al indolente. Busca equilibrios. Le molesta la ayuda universal, no la dirigida a quien realmente evidencia la carencia y situación de apremio. Es un racional.
Principios, inopia
e inversión
Lo confunde el “¡Peleamos por plata!” del dirigente Grabois; “díganle que el oro reditúa más”, lastima. De el presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa y la propiedad - sobre que algunos de sus socios no la entienden-, satiriza: “debe pertenecer a un espacio muy amplio, con principios vastos e indefinidos”. Sobre el comentario de Máximo Kirchner: “los mercados deben entender que el que maneja la economía es el gobierno”, Don Mercado expresa: “pobre, ¿no?” y agrega con ironía: “y sí, la educación es uno de los principales problemas a resolver”. Pregunta “¿Es verdad que Claudio Lozano, director del BNA, dice que los agro negocios (que financia el banco) desestabilizan al gobierno? Y que: “El gobernador de Buenos Aires vincula a barrios privados con ocupaciones”.
Sigue con otro interrogante: “¿No es una manera de decirme que me vaya? Con estos mensajes: ¿Quién querrá invertir?”. “Sí, son claros atajaderos al acceso que comentaba al inicio”, concluye.
Junta sus pertenencias, espera la luz del semáforo que habilita el cruce y apesadumbrado continúa a ritmo cansino.