Secciones
Diario El Argentino
Secciones
Diario El Argentinosábado 27 de abril de 2024
Opinión

.

Las PASO y la pandemia: entre el consenso y la especulación

Las PASO y la pandemia: entre  el consenso y la especulación

Las reglas de juego electoral demandan amplios consensos, más necesarios aún en los tiempos que corren. No es momento para egos, mezquindades y cálculos especulativos, sino para garantizar la gobernabilidad y la institucionalidad democrática.


Por Gonzalo Arias

 

Uno de los principios esenciales de toda democracia que se precie de su vitalidad es la renovación periódica de los cargos públicos a través de la libre expresión de la soberanía popular que reside en el pueblo.

No debe perderse de vista que el riesgo de cambiar constantemente las reglas de juego y no dotar de la necesaria estabilidad y certezas que deberían gozar los procesos electorales es el de continuar profundizando la brecha entre la clase política y los ciudadanos, generando sentimientos que pueden ir desde la apatía, la frustración y el desencanto hasta la más preocupante indignación y rechazo de un sistema democrático que tanto nos costó recuperar y que los argentinos hemos elegido como el más adecuado para vivir en sociedad, elegir a nuestros gobernantes y procesar pacíficamente nuestras diferencias.

En este marco, sin perjuicio de las vicisitudes económicas y sanitarias que vienen imperando en estos tiempos tan particulares marcados por la pandemia del covid 19 que hegemoniza no sólo la agenda pública sino también nuestra vida cotidiana desde inicios del 2020, este año un nuevo desafío democrático demanda a todo el arco político que, dejando de lado mezquindades y especulaciones cortoplacistas, puedan llegar a consensos respecto a cómo y cuándo tendrán lugar las elecciones legislativas nacionales.

 

Elecciones en el contexto de la pandemia

 

Sin dudas la contienda electoral argentina de 2021 le exigirá tanto a candidatos como a equipos de campaña repensar la manera en la que se da lugar el necesario vínculo con el electorado. El habitual contacto mano a mano, el timbreo, el reparto de volantes y propaganda electoral en las esquinas, las mesitas en arterias transitadas y otras tácticas de comunicación directa o de proximidad tan características de nuestra cultura política, son vistas en este contexto como incompatibles con la necesidad del distanciamiento social. Ni hablar de los multitudinarios actos y mítines, las caravanas, giras de campaña, y otras actividades de asistencia masiva o que implican grandes desplazamientos de gente.

Sabemos que si bien internet, las redes sociales y las apps de mensajería como WhatsApp y Telegram han venido revolucionando la comunicación política y las formas de hacer campaña desde hace por lo menos quince años, su protagonismo en las contiendas políticas no es excluyente. Está claro que hacer campañas sin internet no se puede, pero hacerlo sólo con internet no alcanza; sobre todo para nosotros, los latinos, quienes estamos muy acostumbrados al contacto personal y a la presencia física de los candidatos o referentes de los espacios que representan.

Sumado a la particularidad cultural que se da en Latinoamérica, por la cual se vuelve imprescindible la “campaña por tierra” -como se la conoce en la jerga electoral-, la pandemia agudizó la percepción de distanciamiento que los latinoamericanos sienten respecto a los dirigentes políticos. Si bien no ha sido el caso de Argentina, en muchos países, el reconocimiento de que la gestión de la crisis sanitaria no había estado a la altura de los desafíos que la pandemia planteaba. Muchos presidentes como el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el nicaragüense Daniel Ortega o el brasilero Jair Bolsonaro, fueron de los últimos en reconocer la gravedad de los hechos y con ellos, aletargaron las necesarias medidas sanitarias que hubiesen evitado muchas muertes. No puede extrañarnos entonces que, en muchos países, la percepción negativa del electorado respecto a la política se haya profundizado en estos tiempos de radicalización de la incertidumbre.

En este contexto de la región, celebrar procesos electorales es imprescindible para renovar la confianza de los electores en la democracia y los gobiernos, plebiscitar gestiones, castigar o premiar liderazgos, como también para garantizar la necesaria alternancia de los cargos públicos.

Sin embargo, es esperable que no todos los actores del arco político estén de acuerdo respecto a cuándo y cómo celebrar elecciones, teniendo en cuenta no sólo las estrategias particulares, sino también la situación sanitaria del país. Este último fue el motivo que llevó al gobierno de Alberto Fernández a comenzar una ronda de diálogo entre el oficialismo y la oposición.

Suspender las elecciones legislativas pareciera no estar como opción dentro de la agenda del gobierno. El acuerdo al que sí pretende arribar el oficialismo con la oposición es respecto a la postergación de las PASO en el caso en el que el número de contagios siga creciendo como lo hizo en el último mes y que la tan mentada “segunda ola” llegara a nuestro país.

Con la prolongación de las medidas de confinamiento y/o aislamiento masivo a nivel mundial es esperable que tanto en 2020 como en 2022 las distintas democracias del mundo se tuvieran que enfrentar con la difícil decisión de llevar a cabo campañas electorales y comicios en una situación de convivencia con el virus. Entre las democracias que afrontaron las vicisitudes de realizar elecciones nacionales desde el 2020 a la fecha están Corea del Sur (abril de 2020), Croacia (julio de 2020), Italia (septiembre de 2020), Estados Unidos (noviembre de 2020), Portugal (enero de 2021) y Ecuador (febrero de 2021). Siguiendo los datos de la Fundación Internacional de Sistemas Electorales (IFES), entre los comicios que ya tuvieron lugar en lo que va del 2021 (11) y los que ya están confirmados aún restan ocurrir (21), garantizan que esta segunda etapa de la pandemia convivirá con por lo menos 30 contiendas nacionales alrededor del globo. Será un año para observar de qué manera países como El Salvador, Países Bajos, Israel, México, Noruega y Nicaragua, entre otros, enfrentan el tan valioso acto democrático de proponer candidatos a la ciudadanía y que para que ésta seleccione los de su preferencia.

Entre las máximas que no están escritas, sino sólo en las conciencias y en el proceder de la política, el no cambiar las reglas de juego durante el transcurso del mismo año electoral, es una de las más importantes. Se trata de uno de los pocos consensos que se mantienen sin importar quien gobierne. No es poco en un país en el que el sistema electoral ha carecido históricamente de estabilidad y en muchas ocasiones ha sido utilizado como una herramienta de poder, en tanto está muy estudiado que su manipulación tiene impacto directo en el sistema político. De allí que, por más que los fundamentos de una reforma estén sustentados en la Biblioteca de Alejandría, y que se cuenten incluso con los votos necesarios para imponerla en el Congreso, es siempre una buena práctica democrática el buscar los más amplios consensos posibles.

Las reglas de juego electoral, es decir la fijación de calendarios, establecimiento de condiciones, y reglamentación de procedimientos, demandan de amplios consensos, más necesarios aún en los tiempos que corren. La reunión que algunos miembros de Juntos por el Cambio -como el diputado Ritondo y el intendente de Vicente López, Jorge Macri- tuvieron en Casa Rosada con el ministro Eduardo “Wado” de Pedro, el líder de la bancada del Frente de Todos en la Cámara de Diputados, Máximo Kirchner y otros referentes del oficialismo es un primer paso en una dirección correcta.

No son tiempos para decisiones salomónicas, sino para impulsar los consensos. No son tiempos para egos, mezquindades y cálculos electoralistas, sino para garantizar la gobernabilidad y la institucionalidad democrática. Sólo así podremos fortalecer las decisiones y legitimar a partir de ella los actos democráticos.

    ComentariosDebés iniciar sesión para poder comentar