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Diario El Argentinoviernes 26 de abril de 2024
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El Hospital Centenario en tiempos de pandemia

El Hospital Centenario en tiempos de pandemia

“El virus que para muchos es una mentira luego se convierte en el virus que te arruinó la vida” afirmó Emiliano Sosa.


EL ARGENTINO dialogó con Emiliano Sosa, enfermero del Hospital Centenario hace nueve años. Especializado en clínica de hombre (ex sala tres), hoy es jefe de la sala de aislamiento tres. Emiliano relató cómo fue el día a día desde que diagnosticaron al primer paciente con Covid-19 hasta el día de hoy. También, narró cómo se fueron abriendo las diferentes salas a medida que fueron necesarias. Comparte emociones y apreciaciones.

En marzo del 2020 fue informado de que formaría parte del aislamiento uno, el primer espacio de aislamiento de internación para sospechosos o positivos de Covid-19 que se creó en el hospital: “Con mi compañero Jorge, el responsable del servicio, comenzamos a planificar lo que iba a ser el lugar de trabajo -los espacios, la cantidad de camas, los protocolos-. Era todo nuevo, no teníamos el cien por ciento de conocimiento de lo que era la patología en sí. Pero, nos tomamos el tiempo y la responsabilidad”.

Los casos ya habían llegado a Argentina y la incertidumbre era cada vez mayor. La gran incógnita era a qué se estaba enfrentando el mundo y el cuerpo de salud: “Tuvimos que estudiar mucho para poder obtener información, teníamos como referencia lo que pasaba en Europa, pero sabemos que sus tecnologías son de primer mundo y Argentina quedaba muy lejos de la bioseguridad hospitalaria que tienen ellos. Fue un proceso difícil porque no había información, nadie quería estar donde estábamos nosotros, pero con mi compañero sabíamos que no íbamos a estar más seguros que en aislamiento”.

El tiempo corría y los casos empezaron a surgir en la ciudad: “Creo que el click nos hizo a todos el día que llegó nuestro primer caso positivo. En un principio era un paciente sospechoso, entró en mi guardia. Recuerdo que los síntomas eran un cuadro de resfrío, al otro día llegó el resultado: POSITIVO. Pasamos la barrera del primer caso y nos dimos cuenta que con los cuidados necesarios no había que tener miedo”.

Cuando la curva de casos comenzó a acrecentarse, el aislamiento uno, no fue suficiente: “Nuestro supervisor nos informó que iba a ser necesario crear otro espacio. Jorge, Emilce Morales y yo comenzamos a planificar lo que sería el aislamiento dos. Este aislamiento era para pacientes moderados. A mediados de junio ingresó como paciente la doctora Roldán quien necesitó de cuidados críticos, en el sentido de que requería monitorización las 24 horas y que haya un médico en todo momento. Desde ese instante, el aislamiento dos pasa a ser UTI COVID. Luego de que se creara la sala de cuidados intensivos, se sumaron otros especialistas. En julio estábamos estresados. La UTI, necesita nivel tres de protección (botas descartables, camisolín impermeable, dos pares de guantes, otro camisolín, doble barbijo, antiparras y la escafandra). Fue ahí cuando comenzaron a surgir los problemas. No veíamos, lo tomábamos con humor, pero al momento de la emergencia era estresante. Otra cuestión, fue que pasó mucho tiempo hasta que UTI COVID  tuvo un gran porcentaje de enfermeros especializados en la problemática. Sin importar la antigüedad que tenga el enfermero, una emergencia sanitaria no es momento para enseñar cómo proceder”.

 Los casos comenzaron a aumentar, los espacios de aislamientos creados hasta el momento ya no daban abasto, fue así que: “En agosto me informaron que se abriría el aislamiento tres, me nombraron  jefe de este espacio y me dijeron que debería comenzar a funcionar en septiembre. Acá arrancó una nueva etapa, un nuevo desafío, ya que, la mayoría del personal en aislamiento tres eran nuevos. El espacio comenzó a funcionar antes de la fecha prevista porque se necesitaban camas con urgencia. Específicamente el aislamiento tres, cuenta con diez habitaciones y veinte camas. Los pacientes son de condición leve a moderados. Las habitaciones solo se pueden compartir si son convivientes porque si un paciente sospechoso da positivo y el compañero negativo, automáticamente este último se convierte en contacto estrecho. No existe la forma de que un paciente positivo y un sospechoso en algún momento convivan en algún espacio. La única salvedad es el baño, pero acá se destaca el arduo trabajo del personal de limpieza”.

Los protocolos y el vínculo: “Esta es una de las partes más feas de esta situación. Los dos pares de guantes te quitan el 50 por ciento del tacto, el paciente solo ve tus ojos, al tener doble barbijo no te escuchan con claridad y solo tenemos 15 minutos para brindarle las atenciones necesarias y saber cómo está (es una de las medidas de seguridad)”.

Protocolo de despedida: “Cuando vemos que el paciente desmejora se activa el “protocolo de despedida”. Esta es una declaración jurada donde el doctor cita a los familiares más allegados, tienen que ser pocos. Cada uno de esos familiares que acepta el protocolo va a firmar una declaración jurada. Ese familiar va a tener cinco minutos para despedirse del paciente internado cumpliendo con el protocolo. Entre todo lo malo, lo positivo es que pueden despedirse”.

La situación actual en Gualeguaychú: “La segunda ola viene fuerte. A nivel general se estaba manejando un promedio alto de edad (mayores de sesenta), sobre todo en terapia. Actualmente se manejan edades de entre treinta y sesenta años.  Hoy las terapias de la ciudad están todas llegando al límite. Ahora, lo que comienza es la clasificación, estamos en la situación de tener que elegir. Luego de que el médico evalúa la situación del paciente toma una decisión. Siempre que haya disponibilidad de camas no se puede negar la internación, pero cuando el paciente es añoso con muchos factores de riesgo que requieren de intubación es muy poco probable que se haga. Cuando la persona es joven no necesita evaluación, se lleva directamente a internación”.

Experiencias, emociones y apreciaciones: “Cuando el paciente fallece hacemos todo el proceso de manejo de cadáveres, lo tratamos de hacer de la manera más humana posible. Pero, el procedimiento es diferente en estos pacientes. Los años me llevan a tener una coraza diferente a la que tienen las chicas nuevas, porque yo lo canalizo de otra forma. Sin embargo, a veces siento ganas de llorar y lo hago cuando nadie me ve, pero mi profesionalismo va sobre mis emociones. Nos dieron unos números de contacto el año pasado por si necesitábamos contención emocional. Creo que nos tienen que entrevistar periódicamente para saber cómo nos encontramos. El personal más estresado estoy seguro que son los de UTI COVID, por sobre cualquier otra persona, ellos son los más afectados emocionalmente”.

Luego agregó “Las personas son muy egoístas y seguro que a muchos no les va a gustar. Pero, la gente no se cuida, minimizan lo que está sucediendo. El 99,9 por ciento de las personas que no lo vivió y no tiene conocidos que haya cursado la enfermedad, no se imagina la magnitud de la situación. El virus que para muchos es una mentira luego se convierte en el virus que te arruinó la vida”

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