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Diario El Argentinosábado 27 de abril de 2024
Colaboraciones

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Nos da más esperanza Santa Rosa que los políticos

Nos da más esperanza Santa Rosa que los políticos

Santa Rosa nos trajo la lluvia que apagó los incendios en la zona del Delta.


La tormenta de Santa Rosa por suerte y gracias a Dios da más esperanza que los políticos ello por la simple razón que cumple lo que promete y nunca falla ni traiciona.

 

Jorge Pedro Jurado (*)

(Colaboración)

 

Hace añares que Santa Rosa afirma que vendrá tormenta y viene. Que lloverá y llueve. Gracias Santa no solo por lo necesario del agua para los campos y sembradíos sino para que la gente y los medios hablemos de otra cosa. Por ejemplo, que falta poco para la primavera, que el frío pronto se irá y comenzarán a florecer los durazneros, los ciruelos y los cerezos. Que escucharemos menos a estos políticos que circunstancialmente habitan como inquilinos la Casa Rosada y a los candidatos en las próximas elecciones afirmar pavadas para lograr nivelar el bajo nivel de aceptación que demuestran las encuestas y los grupos de opinión.

No formulamos esta aserción por lo que leemos en los medios gráficos ni escuchamos por televisión o radio sino por las escuchas o diálogos que a diario mantenemos con vecinos, con amigos y con sus hijos, en la verdulería, a bordo de un taxi con su chofer, en el colectivo o en la cola del supermercado.

Es allí donde extraemos nuestras conclusiones sobre el hartazgo del pueblo frente a este gobierno nacional y el de muchas de las provincias que ya no dan más de que se mantenga a una casta política a costa de nuestros impuestos o existan planes que dejan de ser asistenciales para convertirse en un negocio de pocos.

Los resultados en Corrientes son una muestra. La plaza donde paseamos nuestros perritos también es un buen lugar para recoger las quejas de los jubilados sobre sus magros ingresos o las diarias esperas de las madres o abuelas en las puertas de las escuelas desesperadas por los eternos meses de virtualidad en la educación que será irrecuperable para sus hijos o nietos. Los pocos bares que aún sobreviven manifestando que están mejor.

Claro ello es cierto si se lo compara con el cierre total por la cuarentena insólita del año pasado. Hoy los jóvenes y los mayores no se chupan el dedo. En los setenta los que debutaban con su primer sufragio los animaba ser de izquierda ya que era una moda o quedaba bien ser tan extremo. No me refiero ni a extremistas ni delincuentes, de un bando o del otro.  Hoy los que jóvenes son más inteligentes y piensan que así como estamos no tienen futuro. Las muestras están a la vista. A los políticos nadie les cree cuando apelan a un bajo lenguaje sexual, o sus dichos carecen de planes o propuestas concretas y hablan creyendo que con pavadas podrán cooptar un electorado y que ellos depositarán su voto así porque sí. Los mejores publicistas deberían imaginarse campañas dando ejemplos de honestidad, integridad, desinterés personal en lugar de criticar siempre al que gobernó anteriormente o al adversario. No somos estúpidos. Hoy somos diferentes.

Ya nadie cree que alguien pueda adueñarse de los derechos humanos o de las libertades individuales o destrozar un futuro laboral o educacional. Los jóvenes de hoy parecen más ingenuos que nosotros cuando éramos adolescentes.

Pero ello no es así. Hoy la juventud es libre no solo de pensamiento sino de acción. No tienen prejuicios tontos como los teníamos nosotros que a algunos les aterraba el miedo a preguntar algo o a manifestar su posición sin menoscabo. Hoy saben que ni la izquierda recalcitrante ni la derecha fascista son alternativas de gobierno. El mundo así lo demuestra.

 

Ya se fue Santa Rosa y mañana será otro día. Saldrá el sol y los ciudadanos de este bendito país pensarán muy bien a quien elegir para ser representados en el Poder Legislativo. Antes de sufragar pensarán en que sus padres perdieron el trabajo por la eterna y mal calculada cuarentena. Que sus abuelos o sus tíos se murieron porque los que negociaron las vacunas fueron necios y por ende cometieron un brutal genocidio. Porque queremos ver las escuelas abiertas y llenas de guardapolvos blancos con niños aprendiendo, con jóvenes egresando con un oficio o con un trabajo digno.

Deseamos no solo que vuelva el asado con los amigos, sino soñar con independizarnos y poder comprarnos o alquilar nuestro primer hogar. Añoramos volver a una cancha de fútbol o a un cine o teatro o un baile sin aforos. Que vuelvan los corsos de mi pueblo, los viajes de fin de curso de los estudiantes, los cumpleaños de quince de las chicas, las pastas de la abuela los domingos. Esperanzados queremos volver algún día a dejar el zaguán sin llave, la bicicleta tirada en la vereda, los tíos sentados en la puerta de casa saludando a los vecinos, el policía de la esquina cuidándonos, los delincuentes presos y tener siempre unos pesos en el bolsillo y un sueño en el medio del pecho. Vamos Argentina !!!.

 

(*) El autor de este artículo es abogado, periodista, escritor de varios libros y dirige el periódico digital llamado Grupo de El Censor de Gualeguaychú que se edita en la red social de Facebook.

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