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Diario El Argentinoviernes 26 de abril de 2024
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Bergman: ?la solidaridad y la responsabilidad deben ejercitarse conjuntamente?

Bergman: ?la solidaridad y  la responsabilidad deben  ejercitarse conjuntamente?

El rabino Sergio Bergman visitó Gualeguaychú, más precisamente Arroyo Verde, el jueves invitado especialmente por el grupo ?Batalla de las Ideas? de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú.


Egresado de la facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, Bergman realizó postgrados en universidades del exterior y es master en Educación, graduado summa cum laude, en la universidad Hebrea de Jerusalén; y en Literatura Rabínica en el Hebrew Union College, además de ser master en Estudios Judaicos en el Jewish Teological Seminary. Recibió su ordenación rabínica en 1992 en el prestigioso Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall Meyer de Buenos Aires y del Hebrew Union Collage de Jerusalén y fue uno de los fundadores y miembro de Memoria Activa. A partir de 2001 asume como rabino del templo de calle Libertad, la primera sinagoga de Argentina y ha recibido premios nacionales e internacionales y es autor del libro ?Manifiesto Cívico Argentino?. En diálogo con EL ARGENTINO, repasó la salud ciudadana del país, cuestionó que el sistema de república está colapsado al no funcionar los poderes del Estado como se espera y señaló que los argentinos deben redescubrir el país a partir del ejercicio cotidiano de la solidaridad, la responsabilidad y la reciprocidad ejercida de manera conjunta y simultánea. Con respecto a la lucha ambiental, lamentó la ausencia de la República y consideró que así como Gualeguaychú es un ejemplo, si no se piensa en términos de país, las mejores intenciones podrían quedar en anécdotas y no hacer historia. Convencido de que en la construcción de ciudadanía Gualeguaychú es un muy buen espejo para mirarse, sostiene que no hay que confundir a la democracia (que es una forma de elegir) con la República (que es una manera de gobernar). #La apatía, en términos generales, es lo que caracteriza a los ciudadanos, con muy pocas excepciones. Hay un problema en la conciencia cívica argentina, porque el material que nos proveen nuestros representantes sobre lo que hacen y nos hacen es siempre casi ilimitado, uno se ve tentado a hablar solamente de los representantes. Motivos no faltan, existen un montón y es casi un deporte nacional analizar, interpretar y al mismo tiempo querer saber cómo resolver los problemas de aquellos que tienen la responsabilidad de gobernarnos. Pero siempre eludimos y evitamos hacer frente a la conversación propia en la conciencia de cuánto lo que debemos nosotros como representados, es decir, no ser solamente habitantes sino ciudadanos de la Nación. Y ello nos lleva al terreno de que no sólo tenemos derechos sino también obligaciones. Es legítimo reclamar por los derechos, pero no siempre se asumen las obligaciones cívicas comprometidas que se tienen, no sólo en el mecanismo del voto de la democracia formal, sino en la democracia real. # Muchas veces se ha sostenido que la resolución de nuestras tensiones como sociedad es espiritual. Se podrían identificar las virtudes ciudadanas que luego permitan constituir los valores de la nación? Eso es indispensable. En mi libro ?Manifiesto cívico argentino?, hago una lectura del Preámbulo de la Constitución y justamente planteo esa hipótesis. Los problemas que tenemos los argentinos no son económicos, políticos o sociales, sino que esos problemas son el síntoma y no la enfermad. Es decir, el problema (la enfermedad) radica en los valores y virtudes que no desplegamos. Un país rico como el nuestro, que está lleno de pobres, no habla de la pobreza sino de la inequidad, de la miseria y la falta de participación en el marco de la ley, que nos lleva a confundir a la democracia (que es una forma de elegir) con la República (que es una manera de gobernar). # Quiere decir que tenemos democracia pero no República. Entiendo que sí. La República está colapsada, no tiene vigencia real a lo sumo será formal. El Parlamento no parla, no debate, a pesar de la existencia de buenos legisladores que están aislados o subsumidos en el trabajo corporativo de votar y hacer lo que les mandan y no lo que deben. Y tenemos un Poder Judicial que al no ser suficientemente autónomo y libre de movimiento, porque el Consejo de la Magistratura es una mordaza política a su gestión no puede hacer el trabajo de contralor y dar la transparencia en el sistema republicano, que justamente es el imperativo del cargo al Poder Judicial. Y tenemos un Poder Ejecutivo, que además de ser un unicato posee una concentración hegemónica inaudita en la historia republicana del país, que requiere una rectificación no de personas ni de cargos (que legítimamente están ocupados) sino de funcionamiento. # ¿Esto implica que tenemos que dejar de criticar a las personas y poner el esfuerzo en restablecer un sistema? Así es. Gualeguaychú es un muy importante caso de cómo frente a una adversidad como la violación a los Derechos Humanos y a las garantías para la vida y la salud, la defensa del medio ambiente; además de otros aspectos no menores como la violación de Tratados internacionales que de haberse cumplido hubieran evitado llegar a esta instancia de conflicto; pone de manifiesto cómo los ciudadanos sí pueden, por sí mismo, tener un protagonismo que reivindique lo que la República hubiera evitado. Si hubiéramos tenido un sistema republicano vigoroso y pleno, los ciudadanos hubieran estado resguardados ante la ley y no expuestos como si estuvieran fuera de la ley. Llegando incluso a situaciones extremas, donde empiezan a suscitarse conflictos de intereses de los derechos legítimos que Gualeguaychú está defendiendo y otros derechos como la libertad de tránsito de las personas y los bienes, que están llevando a este conflicto a un nivel de tensión que debe ser resuelto cuanto antes. # ¿Qué propone al respecto? Sin vulnerar la lucha de Gualeguaychú, que insisto es legítima, creo que hay que reivindicar sus causas y razones para que no desaparezcan, pero reinventando otras fórmulas alternativas y complementarias a lo que se está haciendo hoy. Pero, este trabajo que hace Gualeguaychú será incompleto si no se logra sumarle a la solidaridad, la responsabilidad. En la medida en que los argentinos se expresen solidarios pero no responsables, y quiero recordar que esta no es una causa de Gualeguaychú sino del país, no tendremos una masa crítica que pueda movilizarse hacia una construcción de ciudadanía. Y Gualeguaychú, hay que tenerlo presente, es un claro ejemplo de construcción de ciudadanía. Para lo cual hay que ponerlo en la dimensión de la crisis espiritual de conciencia de que somos ciudadanos cada dos años cuando votamos (y botamos) y nos volvemos a casa para leer en los diarios, escuchar en la radio o ver por televisión lo que le pasa a los otros, como si fuéramos extraños y ajenos. Y cuando a esa misma persona le toca un problema en lo personal, entonces reclama solidaridad y se moviliza; pero no hace lo mismo cuando el problema es de los demás. Insisto, solidaridad y responsabilidad son dos valores que no pueden disociarse sino que deben ejercitarse de manera conjunta y complementaria. # Recrear la esperanza # El vaso medio vacío, pero también está la lectura del vaso medio lleno. Por supuesto, y es muy importante tener esa mirada. Creo que hay una nueva (aunque incipiente) conciencia cívica, después de 25 años de democracia y debemos dar gracias a Dios por ello. No podemos olvidar que esta democracia se consiguió con sangre. Y no podemos olvidar esto, porque no hay mejor sistema para dirimir nuestras diferencias que la democracia y la república. No sea cosa que nos pase como ya nos ocurrió en el balance de los doscientos años de la Patria, que hemos perdido casi un siglo por no tener la disciplina en el Estado de Derecho y en el orden republicano. # ¿Se acuerda cuándo fue la primera vez que tomó contacto del conflicto por las papeleras? Fue hace unos buenos años, como cinco por arriesgar un tiempo. Lo hice a través de los diarios y recuerdo que me causó tristeza, aunque siempre tuve claro que este no era ni va a ser un conflicto entre pueblos, entre argentinos y uruguayos. Pero, me dolió la manipulación política de esta causa, reitero, legítima y genuina, que ha hecho que los gobiernos siempre hayan llegado tarde y mal. La percepción es que no se trata de un conflicto internacional entre pueblos, porque hay que discriminar Nación y Estado. Ni el pueblo argentino ni el uruguayo, ni siquiera ambas Naciones están confrontadas. Aquí existe negligencia en la función del Estado, tanto de un lado como del otro, incluso con niveles de responsabilidades diferentes. Por eso es muy importante lo que está haciendo la Asamblea de Gualeguaychú a través del grupo de las Batallas de las Ideas. Me alegre ver hoy en Arroyo Verde a referentes uruguayos compartiendo la misma lucha que Gualeguaychú. Y esto es importante, porque es necesario hacerle entender a otros referentes sociales, políticos e incluso religiosos en el Uruguay, para llevar juntos el esclarecimiento en los hombres de Estado y fundamentalmente en el corazón de la ciudadanía de ambas orillas. Al mismo tiempo, creo que este tema del vínculo tiene que minimizarse en el corte de ruta, a cambio de no perder potencia ni el reclamo ni la conciencia de encontrar una solución. # Tarea ardua, porque por ley en el Uruguay los asambleístas tienen prohibido el derecho de reunión. Si usted quiere ir a Fray Bentos a hablar de este tema, por ley el gobierno de Tabaré Vázquez se lo prohíbe. Eso es peor que un corte de ruta, y sin embargo los medios nacionales no hacen hincapié en esa barbaridad. No lo sabía, lo que da más pertinencia aún al esfuerzo de la Asamblea y al grupo de las Batalla de las Ideas en materia de esclarecimiento. Otra vez, con más razón se requieren estrategias de articulación de redes y de difusión por mecanismos alternativos, porque existen conos de sombra que no se conocen o se han manipulado en su información o no se la ha jerarquizado como corresponde. Y hay que explorar nuevos caminos, no porque lo que se ha transitado haya estado mal, sino porque se requieren nuevas modalidades para mejorar lo bueno que ya se ha hecho y construido. Y para esto es clave no hacer la apología de una causa en particular, sino bregar por la causa de todos y esto está pendiente de construcción y está visto que ambos Estados no están interesados en hacerlo. Es tarea de los ciudadanos. # A veces pienso que se judicializó este conflicto porque fracasó el diálogo. Otras, suelo pensar que como se invirtió el orden de las cosas, se requiere, ante una misma ley, tener garantías de que se solucionará la controversia. Hay que entenderlo así. La judicialización del conflicto no es el renunciamiento al diálogo, sino la garantía de que ante una controversia las partes se someten a una misma ley, sin renunciar al diálogo o a la búsqueda de una solución. Al mismo tiempo, creo que es necesario buscar salida para el día después. Porque llevar todo a que un día esto se resolverá por sí mismo es de mucha ingenuidad e incluso de un peligro potencial. Personalmente vengo no sólo por una invitación, sino porque estoy convencido que los que vivimos en Buenos Aires tenemos que hacer un esfuerzo adicional para comprender el concepto de país federal. Y esto no es caritativo, sino responsable. Tenemos que abordar esta complejidad que es el conflicto con Botnia con raíz histórica, porque se pierde la profundidad del debate en la coyuntura de la anécdota. Nosotros tenemos que venir a Gualeguaychú no para solucionar un problema, sino para tener un país. Lo que planteo, es que la Argentina que viene será un país de inmigrantes. # ¿Cómo es eso? Porque el inmigrante perdió, por decirlo de alguna manera, su paraíso natural y sale en busca de una tierra prometida. Planteo que el país que se viene es el de los inmigrantes. Y los inmigrantes son los mismos argentinos que estando en el mismo lugar, tenemos que volver a llegar. Y para eso es necesario moverse del lugar en el que estamos. Si no nos movemos, seguiremos estando en la misma situación de utilizar el territorio como un condominio, donde cada uno está atrincherado en la porción de coyuntura que le toca vivir. Y necesitamos visitar al otro, pero no para volver sino para quedarse. Y eso es la tierra prometida. Esto no es otra cosa que insistir que un país es, territorialmente, una unidad aún en su diversidad de regiones. Y las garantías, derechos y obligaciones tienen plena vigencia en todo el territorio. Nosotros somos actualmente unitarios y feudales. Tenemos que crear una red federal de causas ambientales y de atentados contra la salud, que en el país hay muchas, más de las que creemos o podemos llegar a imaginar. Sugiero que primero vaya la lucha contra Botnia, pero no puede ser de ninguna manera la única. Porque si es la única, no somos solidarios ni responsables con el otro, al que le estamos reclamando que sea solidario y responsable con nosotros. A la solidaridad y la responsabilidad hay que agregarle la reciprocidad.

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