# Balance y agenda
El presidente Néstor Kirchner, el gobernador Jorge Busti y el intendente Daniel Irigoyen, han llegando al final de sus mandatos.
Los tres asumieron sus gestiones en el 2003 (con seis meses de diferencia con la Nación), cuando el país todavía no había superado la crisis profunda de los años 2001 y 2002 y la debacle institucional que le siguió no habilitaba la esperanza.
Los tres y a su manera han atravesado estos cuatro años enfrentando dificultades y proponiendo nuevas formas de gestionar y de convivir políticamente. Es indudable que el clima social ha sido modificado sustancialmente, gracias a los programas de desarrollo, el recupero incipiente en lo salarial, las políticas de inclusión y una mayor confianza que se estableció entre el Estado y la sociedad (entre otros aportes de construcción de ciudadanía).
Y esto se pudo realizar con las posibilidades y limitaciones, los aciertos y errores. Pero, hubo un avance y sería ingrato que se desconociera.
Kirchner, Busti e Irigoyen dejan sus gestiones con una sensación más positiva que negativa, más allá de reclamos puntuales y materia pendiente que les quedarán a sus sucesores.
Pocas veces en la historia desde 1983 a la fecha, una administración saliente no recibe el reproche de la entrante. Esto indica que no habrá posibilidad de hablar de la herencia recibida.
Es indudable que en los últimos años se avanzó en el país en materia de cultura democrática. En la crisis de finales de la gestión de Fernando De la Rúa nadie pidió un golpe de Estado y la ?reserva moral? descansó en un pueblo con memoria y no quedó adormecida en un demoníaco cuartel.
Pero falta afianzar una cultura republicana y un sistema federal. Deudas pendientes si se pretende que el bicentenario no sea una mera fecha histórica en el calendario.
Dicen que la historia es cíclica, aunque una época para cambiar requiere de improntas diferenciadoras. En 1983, se sostenía que la preocupación era lo institucional, para luego avanzar en lo económico; y ya se sabe lo que vino. ¿La historia se repetirá o las nuevas gestiones tendrán el carácter necesario para cambiar una época?
# Asignatura pendiente
La administración de Jorge Busti puede evaluar como positiva las cuentas administrativas que le deja a la gestión de su sucesor, Sergio Urribarri. Los hechos, hablan por sí mismo y en ese rubro, el futuro gobernador tiene todo para plantear el crecimiento con equidad.
Sin embargo, la gestión Busti se retira con varias asignaturas pendientes en el sector educativo, que por su sensibilidad social y su valor en materia de derechos, no pueden pasar por alto.
Está claro que la administración saliente no resolvió los problemas edilicios, aunque sí invirtió sumas históricas para ese rubro, pero fue insuficiente y en algunos casos se instrumentó de manera deficiente.
Tampoco se tuvo en cuenta la necesidad de establecer una nueva Ley de Educación, pese a que la actual norma es reconocida por toda la sociedad como obsoleta e inútil para una verdadera transformación e incluso no está a la altura de las exigencias de la Nación.
Además, la gestión Busti no resolvió el problema salarial que plantean los trabajadores de la Educación; y si las clases terminaron sin conflictos, se sabe que se trata de un débil acuerdo de convivencia para no afectar más a la sociedad.
La administración Urribarri tiene como un presupuesto mínimo, que tener encaminada las soluciones para todas estas asignaturas pendientes si pretende llegar al 3 de marzo con las aulas abiertas.
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