# ¿Un país federal?
Una vez más, el pueblo ha podido expresar a través de las urnas sus preferencias políticas.
Sin embargo, el tantas veces proclamado federalismo pareciera quedar reducido a una mera expresión de deseos en estos momentos tan trascendentes.
Algunos podrán justificarse con argumentos que van desde la distancia hasta el volumen de votantes, pero lo cierto es que la televisión nacional mostró en la noche del domingo un notable contraste. El televidente fue testigo de como las noticias relacionadas a la elección de la Capital Federal monopolizaban el contenido tanto de los canales de aire como de aquellos de cable especializados en noticias.
Nadie puede ignorar la trascendencia y el punto de inflexión que el triunfo de Macri puede representar para el escenario político nacional. Pero este hecho no debería haber eclipsado de ninguna manera la votación de los ciudadanos argentinos de Tierra del Fuego.
Es en estos pequeños actos cuando se demuestra -o no- en la práctica, la vocación por ser un país federal.
# El fin de las ideologías
El contundente triunfo de Macri en la Capital Federal pareciera desconcertar a más de un analista político.
La ciudad de Buenos Aires ha sido por mucho tiempo un bastión del progresismo. Dentro de dicha ciudad se han dado siempre casos tan paradigmáticos, como que el diario Página 12 tenga a los lectores de los poderosos Belgrano y Barrio Norte como su nicho de mercado.
Sin embargo, al igual que en Francia, el votante porteño pareciera estar hoy más interesado en las cuestiones prácticas de la gestión que en los discursos estériles de un progresismo que ha demostrado más de una vez ser tal solamente de la boca para afuera.
La votación del domingo indicaría que a esta altura del partido, son pocos los matices en los que los candidatos pueden diferenciarse. Ningún postulante puede estar en contra de ciertos objetivos comunes y hasta lógicos. ¿Quién puede pronunciarse hoy en contra de un servicio de salud de primera, de una educación de vanguardia o de un sistema de seguridad que realmente proteja? Seguramente nadie. Estos objetivos ya no son patrimonio único de la izquierda. La gran diferencia radica en el cómo y en la capacidad. Radica en la credibilidad -no se quiere expresar aquí que Macri es creíble, sino que fue (valga esta sutil diferencia) más creíble para el porteño- y en la confianza de que un determinado candidato pueda gestionar en forma eficiente, de forma tal de alcanzar los objetivos propuestos en campaña.
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