Convivencia
Por Guillermo Pellegrini (*)
La convivencia es saber relacionarse con otros seres vivos, nos acerca a la naturaleza, nos aleja de lo superficial y nos recuerda de dónde venimos. Cada uno, con acciones que hagan la vida agradable a los demás ayuda a convivir. Con decir “muchas gracias” o “por favor” vas teniendo una mejor actitud hacia la convivencia. Vamos paso a paso. ¿Cuál es el verdadero valor de la vida? A veces intentar curar a los que están enfermos de importancia y estar seguros que lo único que dejamos en este mundo es nuestro afán por ser mejores.
En este viaje que da la vida, algunos tienen un mapa y una brújula, saben dónde van; otros nada, van a los tumbos, como pueden o los llevan como conejos detrás de la zanahoria. Es un trabajo de ejemplo y de educación permanente.
Algunos tienen un cartelito en la frente que dice quiero llegar, quiero ser alguien, necesito una identidad social y los bienes materiales me la dan… es aceptable, en un mundo materialista, el tema es lo que hacen y como lo hacen, hasta donde llegan para lograrlo, que al fin y al cabo, no les sirve para vivir, mucho menos para ser felices. Por eso nos encontramos con oportunismos, sociedades fragmentadas llenas de suspicacias. Es difícil mantener el valor de la esperanza, la previsibilidad y la confianza para la construcción social. Parecería ser que todo vale, no hay códigos de convivencia, hay caprichos y derechos, nunca obligaciones; no hacen lo que deben, hacen lo que quieren. El deseo de nuestros ancestros y los que hicieron el país, la generación del 80 era tener conducta, trabajar, ayudar y convivir en armonía.
El hombre puede tomar conciencia de su propia dignidad y enfrentar el futuro sin falsas ideologías, con ídolos que tienen los pies de barro, llenos de espejitos de colores, la única realidad es el camino de la razón, el estudio y el trabajo. Esto le dará al menos verdaderas y claras esperanzas.
Es importante observar el fenómeno de la relación entre judíos y cristianos como modelo de convivencia y entendimiento a partir de la declaración “Nostra Aetate” elaborado en el Concilio Vaticano II en 1965. Sirve para cualquier tipo de funcionamiento de grupo social organizado, llámese Clubes, Sociedades, Ateneos, etcétera, que dice: … “Abrir camino de unión fértil para el diálogo, aprender a reunirse y a mirarse con respeto, tratarse con cariño y esforzarse por ver al otro tal cual el otro se ve a sí mismo. Allí se encuentra el modelo para todo tipo de diálogo y construcción social”.
Debemos sacudirnos siglos de temores y desconfianzas que manejan las profundidades del alma y de nuestra conciencia en estos complicados temas.
No te sometas al destino, amóldate a él, trata de hacerlo y disfrutarlo, el futuro se construye, no te espera, nadie lo traerá a tu casa y lleva mucho tiempo y desvelos hacerlo bien, la buena educación ayuda, sirve como blindaje para situaciones difíciles.
Debes acompañar esto con autopistas del bien, con disposición y virtud. Cuídate y ayuda a tu gente, no te doblegues y te sientas extranjero en tu propia tierra.
Con responsabilidad protagónica podemos tener transformaciones cualitativas importantes, si hacemos siempre lo mismo no cambia nada, queda todo igual.
Recuerdo una cita de Golda Meir: “Que perdonaba a los árabes que hayan matado judíos, pero no podía perdonarles haber obligado a que los judíos tuvieran que matar árabes para defenderse”.
Esto es de una profundidad increíble, únicamente una mente superior puede pensar tremenda reflexión llena de desprendimiento en función de la paz, de la convivencia y de la construcción social.
Dejemos las rencillas, no sirven de nada, busquemos cosas concretas y convenientes trabajemos el compás que nos marca los límites y la escuadra que nos ayuda a no desviarnos y poder construir así, un templo de convivencia en Libertad, Igualdad y Fraternidad.
* Guillermo Pellegrini es maestro normal y licenciado en Ciencias Políticas.
Ref.: Jaques Maritain
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