La guerra de la información
El rol de las imágenes juega cada vez un rol más determinante en los conflictos como factor clave para influir en la opinión pública
Por Rosendo Fraga
La llamada “guerra de la información” se hace cada vez más relevante en la guerra de Gaza. A medida que el conflicto se prolonga, el rol de la información, y en particular de las imágenes, es cada vez más relevante, imponiéndose sobre la de las acciones militares propiamente dichas. Un tiroteo o el avance de blindados pierden impacto frente a las dramáticas escenas de niños en hospitales sitiados o incluso atacados. Los días siguientes al 7 de octubre, cuando tuvo lugar el atentado terrorista de Hamas sobre Israel, la guerra de la información estuvo claramente a favor del segundo. Las imágenes de civiles israelíes muertos, incluyendo mujeres y niños, generaron en la opinión pública del mundo occidental un fuerte impacto.
Pero dos semanas después los palestinos comenzaron a tomar la iniciativa en este campo. Las imágenes de niños y mujeres muertos y heridos, y la de una población sitiada sin acceso a alimentos y agua, generaron una nueva fase de la guerra de la información favorable a los palestinos. Esta dialéctica se desarrolló claramente en el 20% de la población mundial que puede considerarse “occidental” (Estados Unidos, Europa y América Latina). La producción de imágenes para la guerra de la información es cada vez mayor. Cualquier persona con un teléfono filma hechos y los pone en red. Es un cambio importante que multiplica y diversifica las imágenes, y da a personas individuales la posibilidad de producir imágenes de alto impacto sin tomar parte en el conflicto.
Esta situación ejerce notoria influencia social, política y electoral en los países occidentales. En el 80% de la población mundial que no forma parte del llamado mundo occidental, los efectos son más limitados. En este ámbito predomina la simpatía por la causa palestina, a la cual se ve como el débil contra el fuerte. Incluso las ciudades europeas y estadounidenses han sido protagonistas de movilizaciones a favor y en contra tanto de Israel como de los palestinos. En algunas llegaron a participar decenas de miles. En los Estados Unidos, donde a nivel político predomina definidamente la solidaridad con Israel -la asumen tanto Biden como Trump-, los sectores “progresistas” defienden la causa palestina.
Esto ha generado más problemas para el presidente estadounidense Joe Biden que para Donald Trump, ya que los sectores más extremos de sus partidarios comparten la solidaridad con Israel frente a los palestinos. En Europa, mientras la izquierda también se asume como pro palestina, la derecha mantiene una posición más solidaria con Israel. Es una situación un tanto paradojal, ya que históricamente el antisemitismo europeo se ubicó a la derecha del espectro político. Las minorías musulmanas en los países europeos tuvieron actitudes solidarias con los palestinos, pero en forma diversa y con diferente intensidad. En la población europea hay una vinculación entre las posturas anti inmigración y anti musulmanas, como lo puso en evidencia el reciente triunfo electoral de la ultraderecha nacionalista holandesa.
En cuanto a la guerra de Ucrania, que ha cumplido su mes número veintiuno, la información como arma ha sido sistemática y homogénea. Desde el inicio la utilizó eficazmente Ucrania sobre Rusia y esta situación se ha mantenido durante los casi dos años que lleva el conflicto. Tanto la opinión pública estadounidense como la europea asumieron una postura homogénea y militante a favor de la causa ucraniana, personificada en el campo de la información por el presidente Volodimir Zelensky. Fue una figura clave en la victoria de Ucrania en la guerra de la información. Sus fuerzas militares contaron con numerosos corresponsales extranjeros entre sus filas.
No sucedió lo mismo con las rusas, de las cuales se obtenían muchas menos imágenes. Los medios occidentales, a su vez, seleccionaban las más favorables a Ucrania. En las redes sociales la guerra de la información también fue ganada por Ucrania. Pero en Rusia estas redes asumieron una postura significativa en apoyo del esfuerzo bélico del país y los “bloggeros” pro guerra jugaron un papel muy importante en mantener el apoyo a la guerra en la mayoría de la población y en exaltar el nacionalismo ruso histórico. Ahora empiezan a aparecer signos de fatiga en Ucrania y ello debilita su predominio en el campo de la información, abriendo en Occidente una opinión favorable hacia un acuerdo de paz. Los procesos electorales europeos tienen a la guerra entre Rusia y Ucrania como un punto de referencia. Quienes critican la solidaridad con Ucrania en general provienen de las fuerzas políticas de derecha y nacionalistas.
La guerra de la información adquiere una especificidad, al tratarse de los procesos electorales con incidencia en los conflictos geopolíticos. La capacidad de las grandes potencias para influir en este campo es considerada cada vez más un riesgo. Pero también es un campo para el desarrollo del conflicto asimétrico, es decir, actores no estatales y aun potencias regionales pueden influir sobre resultados electorales. En la reciente cumbre entre Biden y Xi, el primero habría planteado su preocupación por la posibilidad de que China trate de influir en la elección presidencial de Taiwán que tiene lugar en enero, y use para ello el arma cibernética para lograrlo. Cabe señalar que un triunfo del partido nacionalista Kuomintang es deseable para Beijing, pero no para Estados Unidos, que ve en el actual oficialismo, el Partido Demócrata Progresista, un aliado.
En el caso de Ucrania, la elección presidencial, prevista para fines de marzo, está en suspenso. Pero aun medios occidentales como The Economist han comenzado a hablar de que el jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valeri Zaluzhny, y el presidente Zelensky suman a sus crecientes diferencias en la visión militar, la rivalidad política, incluso en el plano electoral. La imagen positiva del primero hoy es del 70% y duplica a la del segundo. Posiblemente Moscú preferiría un triunfo electoral de Zaluzhny porque asume que la guerra ha entrado en un “punto muerto” y por ello sería más proclive a una negociación, mientras que Zelensky plantea la necesidad de continuar con la ofensiva, que cada día se hace más difícil.
En este marco, la guerra de la información se potencia con nuevos instrumentos tecnológicos, en la cual el último en incorporarse ha sido la inteligencia artificial, el último tema que estudiaba Henry Kissinger al morir a sus cien años.