¿Existe un liberalismo?, y ¿qué es Milei?
Por Javier Cubillas (*)
Hay un camino largo transitado entre las teorías liberales y republicanas entre sus corrientes continentales europeas, escocesas, norteamericanas, según costa este, el centro, y costa oeste, y la latinoamericana.
Si esto es así, es claro que no hay uniformidad de criterio sobre un solo liberalismo ni es posible hablar de un liberalismo. Hay varios y responden a contextos históricos, perfiles de quienes lideraron procesos de apertura y reclamos de derechos individuales y hasta contra procesos de reforma dentro de los procesos de políticas y pensadores liberales. En nuestro suelo tuvimos posturas liberales varias como la de Alberdi, Belgrano, Mitre, Sarmiento, Alem, Roca, Cachanosky, Alsogaray, y Benegas Lynch (h), entre otros, y no todos pensaban necesariamente igual en todas las dimensiones sociales y la relación Estado y sociedad.
En ese camino, sí es claro afirmar que siempre el recelo principal del liberalismo fue al poder concentrado. Ese poder, según cada contexto social e histórico, fue distinto. No fue lo mismo en el 1700, 1800 y en la actualidad.
Por esto, el centro de atención es la libertad del individuo y sus derechos de propiedad, vida y elección frente a cualquier grupo mayoritario, poder administrativo o corporativo, o entidad que ponga en entredicho su esfera de autonomía.
Responder respecto a cuál es la esfera de autonomía no deja ser algo complejo. No es lo mismo lo que entiende un empresario de 80 años formado en una época y una mujer de 20 años con la perspectiva actual. Los dos entienden sus esferas de autonomía de modo distinto.
Aquí aparece otro concepto fundamental dentro del liberalismo y es la tolerancia. El ejercicio de la tolerancia es una dimensión clave en las sociedades occidentales que permitió la convivencia entre posturas realmente divergentes sin que la sociedad se fracture.
A modo de ejemplo, para entender la importancia de esto, gracias a la tolerancia religiosa que permitió la convivencia y el cese de guerras de religión, se dio paso a la libertad de conciencia y la consecuente libertad de pensamiento y de expresión. En tanto esto se consolidó, entonces tuvimos un espacio público en donde se pueden debatir las diferencias y lo que se exige es la presentación de las diferencias de modo razonado.
Aun así, esto no anula ni nos exime de tener conflicto social. Pero el liberalismo encontró entonces en la ley y las reglas comunes para todos un mecanismo para despersonalizar el ámbito de decisión de los ciudadanos y los funcionarios. Esto es importante en tanto ya no es un funcionario el que decide según su humor sobre mi propiedad, sino que una ley, que regula y protege ese derecho, y de darse un cambio, exige mayorías especiales para que eso pueda verse alterado.
Las constituciones contemporáneas, de tradición liberal y republicana entonces, son esos marco de regulaciones que protegen al ciudadano frente al despotismo, a la arbitrariedad, a la irrazonabilidad en el ejercicio del poder. El Estado debe ocuparse de funciones específicas y que no sean propias del individuo, como la innovación, competencia, mercado y creatividad.
Si lo anterior, mínimamente, expone líneas o ejes del liberalismo, ¿que toma o qué hace a Milei un liberal?, o como técnicamente se lo denomina dentro de las corrientes teóricas, un paleo libertario.
Milei tomas varios aspectos de lo anteriormente descrito, pero también tiene diferencias y estas quedan expuestas en materia de economía, religión, sociedad.
Quizás lo más conocido es el espacio de ideas y políticas públicas en materia económica. Se libera todo lo posible para que los ciudadanos y actores de la economía intercambien entre sí y con la región y el mundo. El mercado no es más que el conjunto de interacciones entre estos actores y en distintos planos según sus capacidades y habilidades.
Lo menos conocido es el campo de ideas y política en materia social y religiosa. Y aquí, es donde el liberalismo no es tan claro y tiene matices. No estaría de acuerdo con el aborto, con la educación sexual, en el sistema educativo formal, pero sí mantendría programas de atención y contención a sectores vulnerables.
Ergo, en algunos aspectos, liberaría al individuo de las reglas de regulación del Estado y en otro sí, intervendría para asegurar pisos o promover el impulso a áreas que él las define cómo estratégicas. Aquí emerge un atisbo de direccionamiento pero menor a cualquier otra oferta política electoral.
Que tiene entonces lo último de divergente de una postura liberal, es que mantendría una cuota de poder de decisión no librada a los individuos. Eso, para algunos no sería liberal, pero como dijimos al inicio, es difícil precisar hasta dónde se puede definir y delimitar, ¿quién tiene el libero metro para medir cantidad de liberalismo en sangre? Nadie.
Pero, como no podemos dejar de englobar al menos una idea o imagen sobre su figura, en este contexto es el más liberal de los oferentes, pero mantiene una cuota conservadora dentro de su ideario. No podría ser de otra manera, en tanto, es un actor producto del contexto que reacciona al populismo extremo de las últimas décadas.
Para más precisión y conocimiento dejamos aquí, para que cada uno evalúe sus propuestas y coteje que parece liberar a las fuerzas del mercado y que retiene para sí como potencial gobernante si se diera el caso de ser presidente: https://www.electoral.gob.ar/nuevo/paginas/pdf/ON%20135%20LA%20LIBERTAD%20AVANZA%20PLATAFORMA.pdf
(*) Analista de Asuntos Públicos.