Increíble
En esta oportunidad se relatará una situación ocurrida ayer en nuestra ciudad. Se trata de un hecho sin demasiada relevancia ni gravedad, pero que habla de que a veces las cosas pasan inadvertidas y por eso se repiten y aunque estén prohibidas, se vuelven cotidianas.
Sucedió en horas del mediodía y tuvo como protagonista a un motociclista que paseaba en su vehículo que tenía realizada varias modificaciones.
La moto se paseó por plena calle 25 de Mayo, hasta la Costanera, donde dio la vuelta a la rotonda y tomó por Luis N. Palma.
Y, tal como se mencionó la motocicleta estaba modificada –está prohibido- y eso se podía observar a simple vista. Era extremadamente baja, tal es así que para pasar un desnivel debía hacerlo casi a paso de hombre, no tenía espejos, y el manubrio también estaba modificado. Además no tenía patente, o al menos no la tenía detrás donde debe ir colocada la chapa.
La estabilidad de quien la conducía era escasa, ya que iba de un lado a otro de la calle siendo un verdadero peligro para los automovilistas.
Pero eso no era todo, además el ruido era ensordecedor ya que tenía el escape libre y emitía, cada determinada cantidad de metros, una explosión que bien hubiese podido provocar un infarto a cualquier peatón u automovilista que estuviera cerca y lo tomara desprevenido. Hay que reconocer que el joven llevaba casco puesto.
Pero el hecho que llama poderosamente la atención es que este “aparato” -y su conductor- se paseó sin ningún problema por el centro de la ciudad, sin ser advertidos por ningún agente de tránsito.
No sucedió lo mismo con los transeúntes que se lo toparon… ya que despertó maldiciones de varias personas que al asustarse, le brindaron algunos improperios.
Sucedió en horas del mediodía y tuvo como protagonista a un motociclista que paseaba en su vehículo que tenía realizada varias modificaciones.
La moto se paseó por plena calle 25 de Mayo, hasta la Costanera, donde dio la vuelta a la rotonda y tomó por Luis N. Palma.
Y, tal como se mencionó la motocicleta estaba modificada –está prohibido- y eso se podía observar a simple vista. Era extremadamente baja, tal es así que para pasar un desnivel debía hacerlo casi a paso de hombre, no tenía espejos, y el manubrio también estaba modificado. Además no tenía patente, o al menos no la tenía detrás donde debe ir colocada la chapa.
La estabilidad de quien la conducía era escasa, ya que iba de un lado a otro de la calle siendo un verdadero peligro para los automovilistas.
Pero eso no era todo, además el ruido era ensordecedor ya que tenía el escape libre y emitía, cada determinada cantidad de metros, una explosión que bien hubiese podido provocar un infarto a cualquier peatón u automovilista que estuviera cerca y lo tomara desprevenido. Hay que reconocer que el joven llevaba casco puesto.
Pero el hecho que llama poderosamente la atención es que este “aparato” -y su conductor- se paseó sin ningún problema por el centro de la ciudad, sin ser advertidos por ningún agente de tránsito.
No sucedió lo mismo con los transeúntes que se lo toparon… ya que despertó maldiciones de varias personas que al asustarse, le brindaron algunos improperios.
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