Las medidas del nuevo gobierno y la realidad de sus ciudadanos
Por Diego Fernández (Colaboración)
El nuevo gobierno, iniciado el 10 de diciembre pasado, ha tenido, tiene y tendrá que tomar medidas tendientes a acomodar el enorme desbarajuste que le dejó la gestión anterior. El barco tiene agujeros por todos lados y el capitán no dispone de los elementos para taparlos a todos en el corto plazo y a algunos que son tan grandes solo podrá achicarlos.
El Gobierno nacional deberá ir asignando prioridades según se vayan presentando las cosas, sabe que solo podrá ir resolviendo alguna por vez y que además deberá estar muy atento para ir calmando los problemas que vayan surgiendo por el resto de los agujeritos.El primer agujerito fue tapado rápidamente con la unificación cambiaria y la eliminación del cepo y ni siquiera necesitó una devaluación, pues el dólar se ubicó por debajo del paralelo que existía cuando llegó.
Un agujero grande que solo fue reducido mínimamente es el escandaloso robo al sector agropecuario a través de las retenciones. Todos deberíamos ser iguales ante la ley, pero en la Argentina el campo no lo es y otros sectores tampoco y la realidad de estos ciudadanos es que el dólar de su soja por ejemplo, vale casi un tercio menos que los del resto.
La necesidad de plata para financiar el desmesurado gasto público hace por el momento imposible que el gobierno deje de meterle la mano en el bolsillo al campo, pero al menos se empezó reduciendo la exacción.
Con estos gestos y la esperanza del sector en poder volver a trabajar con más libertad, la administración pública espera la rápida puesta en marcha de la locomotora parada.
La economía de la nación necesita dólares ¡ ya!. Y los mismos no podrán conseguirse de las exportaciones por ahora. Será necesario entonces arreglar con los fondos buitres para poder así acceder al financiamiento externo y conseguir con este y un blanqueo esa masa de dinero necesaria para el arranque.
La infraestructura del país necesita ser actualizada cuanto antes para darnos competitividad y además para acompañar al crecimiento habitacional imprescindible después de tantos años de construir millones de viviendas que solo existieron en los discursos.
Para financiar el gasto público desmedido, el gobierno anterior utilizó la famosa maquinita y entre enero de 2011 y noviembre de 2015, le sacó al Banco Central la friolera de $ 852.529.902.000 y a cambio le dejó unos papelitos que dicen: algún día pagaré.
Si alguien quiere saber porque tenemos esta inflación, pues en esa cifra tiene la respuesta.
Y aunque ninguna responsabilidad tenemos los ciudadanos que no tomamos decisiones políticas, si en cambio somos los que deberemos pagar las consecuencias.
Ahora hay que bajar el gasto del Estado y parar la inflación, he aquí el gran agujero de este barco.
No le va a ser fácil al capitán y a su equipo lidiar con él. Hay que eliminar los subsidios, recomponer el atraso en los precios de los servicios públicos y negociar las paritarias del sector público en este contexto inflacionario.
Sin dudas este será el tema de mayor conflictividad social, pues todos los sectores están involucrados y son parte del problema y de la solución al mismo tiempo.
Durante años la luz y el gas fueron un regalo y ahora deberemos pagarlos. Durante años el estado fabricó los ñoquis y ahora debemos dejar de hacerlo y desprendernos de los existentes.
La inflación que estamos viviendo fue generada por la emisión descontrolada de dinero y la única manera de bajarla es retirando parte de ese dinero de circulación o logrando una rápida recuperación de la economía o ambas cosas a la vez.
Pero esto no puede lograrse de hoy para mañana, se necesita tiempo y en él mientras tanto la conflictividad social que esta situación produce será uno de los temas que mayor atención le requerirán al nuevo gobierno y a la dirigencia política toda.
La libertad que nuestra constitución garantiza es a toda industria licita, pero la ilícita se ha instalado y convive con nosotros en todos los aspectos de la vida cotidiana. Combatir con firmeza y eficazmente a la industria ilícita es otro de los grandes y complejos agujeros de este barco.
No podemos comernos toda la soja que producimos ni las vacas ni las peras ni las manzanas ni las naranjas ni todo el trigo. Esto que parece tan elemental no fue nunca entendido por el genio Axel K de la economía ni por los integrantes del pensamiento económico de vivir con lo nuestro.
Pues otro agujerito del barco es abrirnos al mundo, ir hacia el libre mercado, competir y ser confiables, porque si no compramos no nos compran y si no vendemos nos fundimos ¿Es tan difícil de entender?
Pero para poder vender debemos ser competitivos y para eso es indispensable bajar el gasto público, pues la pesada carga impositiva necesaria para mantenerlo nos saca de competencia.
No existe en el mundo ningún país que quiera comprar los impuestos argentinos y la realidad de los ciudadanos de este país es que nos estamos ahogando en impuestos que pagamos por servicios sociales que no recibimos.
Diego Fernández, es contador público egresado de la UBA y asesor contable de empresas agropecuarias de la zona.
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