Se realizó la audiencia por la agresión que padeció una mujer a la salida de la escuela
Antonella González y Ernesto Julián Fidel Stur alguna vez soñaron una vida familiar en común. De hecho lo intentaron durante varios años, tiempo en el que tuvieron tres hijos.
Pero la ilusión dio paso a una aproximación del infierno, que remite más a la actualidad de su relación.
Ayer, Antonella y Fidel se volvieron a ver, pero esta vez para dirimir una situación judicial vinculada a una agresión física y a una amenaza con arma según la calificación de la causa que llevó adelante el Ministerio Público Fiscal.
En esta historia hay tres protagonistas centrales: los ya nombrados Antonella y Fidel, más Marta Paola Sánchez pareja de Stur.
El hecho por el cual ayer Fidel y Marta Paola se sentaron en el banquillo de los acusados, ocurrió el 16 de noviembre del año pasado, aproximadamente a las 21:30 frente al establecimiento educativo “Don Segundo Sombra” (cerca del Hospital Centenario) donde Antonella estudiaba.
La audiencia de ayer fue presidida por el juez Arturo Exequiel Dumón; el Ministerio Público estuvo representado por el fiscal general Lisandro Beherán y en la defensa técnica de los acusados el doctor Raúl Jurado.
La sala de Tribunales se habilitó a las 9 y las cuatro bancas destinadas al público, rápidamente se poblaron con familiares de ambas familias e incluso algunos presenciaron la audiencia de pie.
Una leyenda al lado del juez habla del espíritu que tiene el sentido de lo que en esa sala se debate: “Opus, Iustitiae Pax”, que quiere decir “La paz es obra de la Justicia”. Y remite a una enseñanza bíblica, más precisamente del profeta Isaías cuando refiere a que la obra de la justicia será la paz.
En los archivos de EL ARGENTINO está registrado este hecho de violencia sucedido en la noche del 16 de noviembre del año pasado.
“Una mujer fue atacada por su ex pareja y otra mujer, en un salvaje hecho de violencia de género (…) El episodio ocurrió el lunes en horas de la noche, cuando la damnificada se retiraba del colegio Don Segundo Sombra, frente al Hospital Centenario, donde está culminando sus estudios secundarios” (1).
En esa crónica se indicó que la víctima “fue sorprendida por su ex pareja y la actual mujer, quienes sin mediar diálogo comenzaron a golpearla salvajemente hasta arrojarla al suelo.
El violento hecho fue advertido por un docente que intentó detener la golpiza, pero no pudo avanzar ante la amenaza con una navaja de los agresores” (2).
“Según trascendió, el pedido de la cuota alimentaria de sus tres hijos habría enfurecido al hombre y a su actual pareja (…) La intervención del policía que cubría puesto en el Hospital Centenarios puso en fuga a los agresores, aunque en horas de la tarde por una orden del Juzgado de Garantías N° 1 la pareja fue detenida en un domicilio de calle Italia” (3).
En el alegato de apertura, el fiscal Beherán describió la situación y sostuvo que la víctima “fue sorprendida por la espalda y golpeada salvajemente” y agregó que “luego de lesionar a Antonella González amenazaron a quienes ocasionalmente quisieron detener la agresión”.
“Sánchez –alegó el fiscal- extrae un arma blanca, tipo navaja, y se la exhibe al tiempo que la amenaza con degollarla”.
Por eso calificó al delito de lesiones leves para el caso de Stur de agravada por el vínculo y en el caso de Sánchez calificada por el arma.
Como pruebas, el fiscal aportó nueve testigos “valiosos”, entre ellos dos docentes, compañeros de estudio de la víctima, el policía que estaba de guardia en el Hospital Centenario, además del testimonio de la propia víctima y de su actual pareja, entre otros como el periodista Carlos Riera quien avaló con solvencia su labor al momento de registrar estos hechos. También aportó como prueba el informe médico realizado por la profesional correspondiente de la Policía y fotografías sobre las lesiones de la víctima como así también copia de una página de Facebook de la agresora donde se jactaba de lo realizado, esto es, haber golpeado y agredido a Antonella.
Si bien fueron nueve los testigos que aportaron lo que percibieron con sus sentidos en esa noche del 16 de noviembre del año pasado, fue clave para la fiscalía los dichos de la docente Alicia Hernández. Esta testigo no sólo describió cómo la agredieron a Antonella, sino que también referenció que Stur también fue parte de esa violencia física a través de patadas, además de corroborar las amenazas y el haber observado un filo similar al de una navaja.
“Las dos personas (por la pareja agresora) estaban fuera de sí y él le decía ´mátala, mátala´ e incluso la amenazaron de muerte”, testificó. Y aportó que Sánchez ocultó la navaja que esgrimía, llevando su brazo detrás de la espalda.
Alegatos
El fiscal Beherán valoró el aporte de los nueve testigos y demás elementos documentales objetivos aportados como prueba. Hizo referencia al miedo o temor que las demás personas vivenciaron al presenciar esa escena de violencia (que fue asumida por Sánchez) y valoró el gesto de la docente porque fue la única que atinó a separarlos y así detener la agresión.
Hizo observar que además de agredir físicamente a la víctima, la amenazaron y luego por la red social Facebook, Sánchez se regodeó de lo actuado. “No sólo eligieron como escenario un lugar público como una escuela, sino que también lo divulgaron a través de las redes sociales como una hazaña”, describió para luego hacer referencia a la cultura de la impunidad “y a la vanagloria por la agresión”.
Así concluyó con el pedido de dos años de prisión efectiva para Stur por el vínculo que lo liga a la víctima y a la pena –también de prisión efectiva- para Sánchez de un año y seis meses, calificada por el uso de arma.
“Para este caso no alcanza con una advertencia como podría ser una prisión condicional, sino la sanción de una prisión efectiva”, solicitó.
En su alegato, la defensa pidió la absolución de Stur porque entendió que no se probó su participación en la agresión y pidió que se desestime la calificación del uso de armas porque tampoco –a su entender- se acreditó la existencia de una navaja u otro elemento de similares características. En consecuencia, además de la absolución de Stur, pidió que Sánchez sea condenada a la pena mínima que prevé el Código Penal por el delito de lesiones leves. “Son apenas lesiones leves”, enfatizó, lo que generó malestar entre los familiares de la víctima. En ese marco, pidió que se valore el arrepentimiento de Sánchez porque ella siempre manifestó su vocación para ajustarse a derecho y afrontar esta instancia. En cuanto a las amenazas, el defensor las minimizó al sostener que si bien se profirieron, las mismas fueron “inocuas por la pasión”.
Al hacer uso de la palabra, Sánchez manifestó estar arrepentida y Stur argumentó ser ajeno a la agresión de su ex pareja y que esta situación lo afectó emocional y económicamente porque se quedó sin trabajo.
Concluida las etapas de la audiencia oral y pública, el juez Dumón fijó fecha para el 31 de marzo a las 12:30 para adelantar su veredicto, cuya lectura de sentencia está prevista para el 7 de abril.
Quedó claro que hay una víctima y al menos una agresora confesa. El cartel de la sala de audiencia con la leyenda “La paz es obra de la Justicia” prevalece más que nunca en esta historia que comenzó con nobles sentimientos (el fundar una familia) y luego Antonella como Fidel han reorganizado sus vidas sentimentales de manera independiente. Pero la Justicia debió intervenir, justamente para que la paz prevalezca como constructora de las relaciones humanas y se clausure el capítulo de violencia y agresión. De esto se escuchará el día de la sentencia, cuando el reloj marque las 12:30 del jueves 31 de marzo.
Por Nahuel Maciel
Ayer, Antonella y Fidel se volvieron a ver, pero esta vez para dirimir una situación judicial vinculada a una agresión física y a una amenaza con arma según la calificación de la causa que llevó adelante el Ministerio Público Fiscal.
En esta historia hay tres protagonistas centrales: los ya nombrados Antonella y Fidel, más Marta Paola Sánchez pareja de Stur.
El hecho por el cual ayer Fidel y Marta Paola se sentaron en el banquillo de los acusados, ocurrió el 16 de noviembre del año pasado, aproximadamente a las 21:30 frente al establecimiento educativo “Don Segundo Sombra” (cerca del Hospital Centenario) donde Antonella estudiaba.
La audiencia de ayer fue presidida por el juez Arturo Exequiel Dumón; el Ministerio Público estuvo representado por el fiscal general Lisandro Beherán y en la defensa técnica de los acusados el doctor Raúl Jurado.
La sala de Tribunales se habilitó a las 9 y las cuatro bancas destinadas al público, rápidamente se poblaron con familiares de ambas familias e incluso algunos presenciaron la audiencia de pie.
Una leyenda al lado del juez habla del espíritu que tiene el sentido de lo que en esa sala se debate: “Opus, Iustitiae Pax”, que quiere decir “La paz es obra de la Justicia”. Y remite a una enseñanza bíblica, más precisamente del profeta Isaías cuando refiere a que la obra de la justicia será la paz.
En los archivos de EL ARGENTINO está registrado este hecho de violencia sucedido en la noche del 16 de noviembre del año pasado.
“Una mujer fue atacada por su ex pareja y otra mujer, en un salvaje hecho de violencia de género (…) El episodio ocurrió el lunes en horas de la noche, cuando la damnificada se retiraba del colegio Don Segundo Sombra, frente al Hospital Centenario, donde está culminando sus estudios secundarios” (1).
En esa crónica se indicó que la víctima “fue sorprendida por su ex pareja y la actual mujer, quienes sin mediar diálogo comenzaron a golpearla salvajemente hasta arrojarla al suelo.
El violento hecho fue advertido por un docente que intentó detener la golpiza, pero no pudo avanzar ante la amenaza con una navaja de los agresores” (2).
“Según trascendió, el pedido de la cuota alimentaria de sus tres hijos habría enfurecido al hombre y a su actual pareja (…) La intervención del policía que cubría puesto en el Hospital Centenarios puso en fuga a los agresores, aunque en horas de la tarde por una orden del Juzgado de Garantías N° 1 la pareja fue detenida en un domicilio de calle Italia” (3).
En el alegato de apertura, el fiscal Beherán describió la situación y sostuvo que la víctima “fue sorprendida por la espalda y golpeada salvajemente” y agregó que “luego de lesionar a Antonella González amenazaron a quienes ocasionalmente quisieron detener la agresión”.
“Sánchez –alegó el fiscal- extrae un arma blanca, tipo navaja, y se la exhibe al tiempo que la amenaza con degollarla”.
Por eso calificó al delito de lesiones leves para el caso de Stur de agravada por el vínculo y en el caso de Sánchez calificada por el arma.
Como pruebas, el fiscal aportó nueve testigos “valiosos”, entre ellos dos docentes, compañeros de estudio de la víctima, el policía que estaba de guardia en el Hospital Centenario, además del testimonio de la propia víctima y de su actual pareja, entre otros como el periodista Carlos Riera quien avaló con solvencia su labor al momento de registrar estos hechos. También aportó como prueba el informe médico realizado por la profesional correspondiente de la Policía y fotografías sobre las lesiones de la víctima como así también copia de una página de Facebook de la agresora donde se jactaba de lo realizado, esto es, haber golpeado y agredido a Antonella.
Si bien fueron nueve los testigos que aportaron lo que percibieron con sus sentidos en esa noche del 16 de noviembre del año pasado, fue clave para la fiscalía los dichos de la docente Alicia Hernández. Esta testigo no sólo describió cómo la agredieron a Antonella, sino que también referenció que Stur también fue parte de esa violencia física a través de patadas, además de corroborar las amenazas y el haber observado un filo similar al de una navaja.
“Las dos personas (por la pareja agresora) estaban fuera de sí y él le decía ´mátala, mátala´ e incluso la amenazaron de muerte”, testificó. Y aportó que Sánchez ocultó la navaja que esgrimía, llevando su brazo detrás de la espalda.
Alegatos
El fiscal Beherán valoró el aporte de los nueve testigos y demás elementos documentales objetivos aportados como prueba. Hizo referencia al miedo o temor que las demás personas vivenciaron al presenciar esa escena de violencia (que fue asumida por Sánchez) y valoró el gesto de la docente porque fue la única que atinó a separarlos y así detener la agresión.
Hizo observar que además de agredir físicamente a la víctima, la amenazaron y luego por la red social Facebook, Sánchez se regodeó de lo actuado. “No sólo eligieron como escenario un lugar público como una escuela, sino que también lo divulgaron a través de las redes sociales como una hazaña”, describió para luego hacer referencia a la cultura de la impunidad “y a la vanagloria por la agresión”.
Así concluyó con el pedido de dos años de prisión efectiva para Stur por el vínculo que lo liga a la víctima y a la pena –también de prisión efectiva- para Sánchez de un año y seis meses, calificada por el uso de arma.
“Para este caso no alcanza con una advertencia como podría ser una prisión condicional, sino la sanción de una prisión efectiva”, solicitó.
En su alegato, la defensa pidió la absolución de Stur porque entendió que no se probó su participación en la agresión y pidió que se desestime la calificación del uso de armas porque tampoco –a su entender- se acreditó la existencia de una navaja u otro elemento de similares características. En consecuencia, además de la absolución de Stur, pidió que Sánchez sea condenada a la pena mínima que prevé el Código Penal por el delito de lesiones leves. “Son apenas lesiones leves”, enfatizó, lo que generó malestar entre los familiares de la víctima. En ese marco, pidió que se valore el arrepentimiento de Sánchez porque ella siempre manifestó su vocación para ajustarse a derecho y afrontar esta instancia. En cuanto a las amenazas, el defensor las minimizó al sostener que si bien se profirieron, las mismas fueron “inocuas por la pasión”.
Al hacer uso de la palabra, Sánchez manifestó estar arrepentida y Stur argumentó ser ajeno a la agresión de su ex pareja y que esta situación lo afectó emocional y económicamente porque se quedó sin trabajo.
Concluida las etapas de la audiencia oral y pública, el juez Dumón fijó fecha para el 31 de marzo a las 12:30 para adelantar su veredicto, cuya lectura de sentencia está prevista para el 7 de abril.
Quedó claro que hay una víctima y al menos una agresora confesa. El cartel de la sala de audiencia con la leyenda “La paz es obra de la Justicia” prevalece más que nunca en esta historia que comenzó con nobles sentimientos (el fundar una familia) y luego Antonella como Fidel han reorganizado sus vidas sentimentales de manera independiente. Pero la Justicia debió intervenir, justamente para que la paz prevalezca como constructora de las relaciones humanas y se clausure el capítulo de violencia y agresión. De esto se escuchará el día de la sentencia, cuando el reloj marque las 12:30 del jueves 31 de marzo.
Por Nahuel Maciel
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