Macri da nuevas señales en favor de Patricia Bullrich
“Nunca más tendremos una marioneta como presidente”, dijo Mauricio Macri cuando desistió de su candidatura, a fines de marzo pasado, con la intención de remarcar que su gesto también apuntaba a evitar que en un gobierno de Juntos por el Cambio se repitiera el esquema de poder bifronte que consagraron Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Ahora, aquella frase es el telón de fondo de lo que medita el ex mandatario: ¿puede pedir explícitamente el voto para Patricia Bullrich para apuntarla en las PASO sin quitarle autonomía política y dar una señal de que ejerce un doble comando?
La expectativa crece porque Macri dará una entrevista televisiva el próximo lunes y parece cada vez más cerca de profundizar la consigna “Seré ecuánime, pero no neutral” que proclamó ante sus interlocutores en los últimos meses al hablar de la interna presidencial del PRO. Es que sus críticas contra María Eugenia Vidal por haber apoyado a Horacio Rodríguez Larreta, luego rectificadas, marcaron el indicio más claro de que el líder del PRO podría anunciar su voto a Bullrich.
Después de todo, siempre insistió en que buscaba ser el “garante del cambio” y que cerca de las elecciones iba a evaluar si hacía falta pronunciarse en favor de alguno de los presidenciables. “Si hay un dirigente de Juntos por el Cambio que representa mejor el momento, lo voy a decir”, afirmó. ¿Habrá llegado ese momento? Ganas no le faltan, al parecer, pero entre “los halcones” se agudizó el debate acerca de si conviene o no que Macri anuncie con todas las letras su respaldo a Bullrich.
En el entorno bullrichista hay una grieta sobre este tema. Para algunos, sería muy positivo en términos electorales si Macri anuncia su apoyo a Bullrich: su palabra, como fundador del PRO y ex presidente, tendría un valor clave en términos políticos frente a un Larreta más recostado en el armado multicolor de Juntos por el Cambio y sus nuevos aliados que en la ortodoxia de su partido.
Pero para otros dirigentes, en cambio, la definición del ex jefe del Estado podría ser contraproducente. Creen que le daría un perfil más sesgado a Bullrich, que la alejaría aún más de los sectores independientes, donde la imagen de Macri no es buena. Y, además, podría asociarse con una subordinación de la candidata presidencial a su jefe político, en una recreación del “doble comando” que estructuraron Alberto Fernández y Cristina Kirchner en el Gobierno. “Patricia tiene que demostrar que puede ganar las elecciones y puede gobernar sin Mauricio”, insisten, con la mente puesta en esa figura de la “marioneta” que utilizó el mismo ex presidente cuando se bajó de la candidatura.
Macri se enojó con Rodríguez Larreta luego del llamado a las elecciones concurrentes en la ciudad de Buenos Aires, que fue el broche final de una serie de desencuentros personales y políticos que los ubicaron cada vez más lejos. Para el jefe de Gobierno, su gesto de autonomía en las reglas de juego de los comicios porteños fue también una manera de reforzar su propio liderazgo en la oposición. Y una manera de responder a la permanente crítica tácita de Macri a su estilo dialoguista y negociador.
El ex mandatario dio a entender, con sus continuas apelaciones en favor del cambio y del coraje, que estaba más cerca de Bullrich. Y desde la definición del sistema de votación porteña no disimuló ante sus interlocutores de confianza (o no tanta) que su malestar con Rodríguez Larreta era irreversible.
El jefe de Gobierno cruzó una valla interna que parecía inexpugnable cuando cuestionó el estilo duro de Bullrich al emparentarlo con el gobierno de Macri y afirmar: “Ese modelo fracasó”. No habló más del tema: las encuestas marcaron que tras sus dichos había bajado 2 puntos su intención de voto.
Aun así, el estilo “halconizado” de Macri y Bullrich sufrió un duro revés electoral en las PASO de Santa Fe, donde perdió Carolina Losada, su candidata a gobernadora, a la que apoyaron ambos de manera decidida, ante el postulante avalado por Larreta, Maximiliano Pullaro. Los analistas interpretaron que la senadora de la UCR se equivocó al embestir contra su rival interno por sus supuestos lazos con los narcos y que el electorado santafesino prefirió a un candidato de perfil moderado y dialoguista y con experiencia en la gestión, dos atributos que lo emparentaban con la impronta larretista.