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Diario El Argentinoviernes 26 de abril de 2024
Editorial

Alcohol entre los jóvenes

Alcohol entre los jóvenes

La muerte ronda a los jóvenes frente a la inoperancia de los adultos. La frase no es una exageración sino parte de la realidad.


La muerte de la joven de quince años ocurrido hace unos días en Concepción del Uruguay, pudo haber ocurrido en cualquier localidad. Esto es así porque es muy frecuente observar en los boliches a menores de edad. A esta altura de los acontecimientos hay que decirlo claramente: si un menor ingresa a un lugar no apto para su edad, los titulares de esos lugares son responsables junto con las autoridades que son incapaces de detectar estas situaciones.
Si a esto se le suma que es muy, pero muy habitual, el consumo –casi siempre en exceso- de alcohol, la desprotección es casi total. No hay que sorprenderse. Muchos estudios e informes indican que los menores suelen hacer “la previa”, esto es ingerir alcohol antes de ir al boliche, en una casa de familia y en presencia de los jefes de hogares.
Urge profundizar las acciones para prevenir el consumo de alcohol y otras adicciones en jóvenes que recién están comenzando a vivir.
El alcohol es adictivo para todos, pero estudios científicos demostraron que cuando se inicia su consumo antes de los 18 años de edad, esa adicción aumenta por lo menos cinco veces.
Los adolescentes que consumen alcohol están expuestos a iniciar actividad sexual temprana, situación que los expone a mayores riesgos que van desde el contagio con el virus del Sida hasta enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.
Junto con el consumo de alcohol en menores crece la depresión de esas edades y el paso a otras drogas (dado que el alcohol es una de ellas) es lo más habitual. Siempre, -y esto es lo que no hay que olvidar- detrás de un menor en un boliche no apto para su edad hay un mayor de edad que lo oculta maliciosamente, detrás de un menor tomando alcohol o consumiendo otras droga hay adultos.
Lo otro que hay que tener presente es que existe una correlación entre el consumo de alcohol o cualquier droga y la violencia. Se sabe que en un estado de embriaguez no se piensa en las consecuencias de los actos o los actos dejan de importar. La muerte al volante es su mayor expresión, aunque también hay que computar riñas callejeras y diversas actividades delictivas.
No es la primera vez que desde esta columna Editorial se advierte sobre los peligros que encierran no controlar de manera responsable el consumo de alcohol en menores o su presencia en un lugar no apto para su edad.
La muerte de la joven en Concepción del Uruguay debería inspirar la reflexión a todos, sin excepción y luego actuar en consecuencia. No es posible que por la inacción de los adultos los jóvenes vivan la cultura de la muerte como la única posible. Que nadie se confunda: no fue un desgraciado accidente. En todo caso fue una cadena de irresponsabilidades de los adultos que no actuaron a tiempo. Los adultos tienen que aprender a decir “no”, justamente para que los jóvenes sean eso: reflejo de la vida.


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