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Diario El Argentinomartes 30 de abril de 2024
Editorial

¿Qué pasa con el cooperativismo?

¿Qué pasa con el cooperativismo?

El cooperativismo ha sido una poderosa herramienta de desarrollo no sólo en la ciudad sino en toda la provincia y gran parte del país. La historia de la economía entrerriana es rica en ejemplos cooperativos.


Se trata de una empresa de economía social, democrática, que favorece el asociativismo. Sin tener en cuenta las cooperativas de trabajo vinculada con la construcción de viviendas sociales o las laboriosas cooperadoras escolares, ¿hace cuánto tiempo o décadas que Gualeguaychú no genera una organización de esta naturaleza? Y teniendo en cuenta el carácter solidario de su comunidad, también habría que interrogar ¿por qué?
Incluso si se profundiza el tema, debe plantearse el deterioro de las cooperativas existentes, ya sea por falta de acompañamiento de la comunidad o por un alejamiento de su conducción con los reales alcances del servicio que deben prestar. Lo que es innegable es que hay un deterioro y que merece un debate colectivo.
No se plantea que el cooperativismo sea la panacea a todos los males. Pero sí se afirma que esta clase de organización permite contar con una poderosa herramienta de cambio e innovación para afrontar los desafíos de la época.
Es real que existen diferentes enfoques que permiten entender al concepto de “economía social” e incluso para otros puede resultar redundante puesto que toda economía en sentido estricto es social. Pero se puede decir que la economía social se caracteriza por ser aquella economía que está basada en la solidaridad, en el asociativismo, que gozan de una organización democrática y participativa, donde prevalece las aportaciones personales y de trabajo por sobre el capital.
En Gualeguaychú se está desplegando un gran esfuerzo para crear, después de muchas décadas, una cooperativa. Se trata de la Junta Promotora de Cooperativa de Crédito. Es una gran iniciativa, porque su finalidad no es maximizar los beneficios financieros, sino en colaborar con el desarrollo de la comunidad, de las familias y especialmente de las pequeñas y medianas empresas y el comercio en general.
Y si bien esta iniciativa goza de muy buena salud entre los vecinos, llama mucho la atención que –por ejemplo- las autoridades municipales locales (que son parte de este proceso fundacional) no se sumen a su difusión. ¿Por qué adherir si más tarde el acompañamiento no será intenso? Del mismo modo llama la atención que el gobierno provincial, que dice querer impulsar la economía social, tampoco se haya interesado demasiado en ayudar al desarrollo de esta experiencia.
Es cierto que se vive en un mundo donde el único objetivo parecer ser la concentración del poder, aunque luego no se sepa bien para qué tener tanto poder. Es contradictoria esta concepción que anida en el “sálvese quien pueda”, con la vigencia de los valores y principios cooperativos.
Enseñó José Gervasio Artigas que “nada podemos esperar si no es de nosotros mismos”. Y esto recuerda que hay una diferencia entre las actitudes que pueden adoptar las personas y las instituciones. Están las que asumen la responsabilidad del compromiso con la historia y así generan cambios para consolidar el interés general y están aquellos que deciden esperar de manera pasiva los resultados de ese cambio.


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