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Diario El Argentinolunes 29 de abril de 2024
Editorial

El círculo vicioso entre Policía y Justicia

El círculo vicioso entre Policía y Justicia

La Policía sostiene: que ellos investigan luego de un hecho delictivo. Que producto de esa investigación, que demanda muchas horas hombres y recursos, logran atrapar a los delincuentes. Pero a las pocas horas, no más de un día, el delincuente está en libertad por orden de la Justicia y generalmente vuelve a sus fechorías.


La Justicia argumenta: que ellos son celosos de los mandatos de la Constitución y de la ley y que aplican lo que esas normas regulan, especialmente cuando está en juego la libertad de una persona. Que no pueden con estas leyes hacer otra cosa que dejar que ese delincuente salga en libertad, aunque vuelva a delinquir.
Así se vive una eterna noria que gira para alimentar el desaliento.
En este juego que no deja de tener ciertas características perversas, la comunidad asiste azorada, al comportamiento de un sistema que no le da respuesta a sus preocupaciones y problemas. Así, el desaliento se convierte en algo cotidiano y muchas veces ni siquiera se denuncia el hecho de haber padecido un delito. ¿Para qué denunciar?, suelen interpelar las propias víctimas.
No obstante, hay que convenir que tanto la Policía como la Justicia tienen razón.
Frente a este escenario habría que plantearse entonces que faltan actores. Por ejemplo, los legisladores deberían tener un rol mucho más protagónico y en ese marco revisar si las normas que deben proteger las vidas y los bienes tienen correlación con las penas previstas a quienes la quebrantan. Además de revisar si algunos delitos, como los que pueden poner en riesgo la salud pública por citar un ejemplo, merecen la excarcelación.
Esta es la situación que se vive en materia de abigeato. Hace pocas horas, la Policía logró detener a unas personas vinculadas con este delito. Pero, no estuvieron más de media hora ante la Justicia. No importa si por el delito de carnear ganado ajeno se pone en riesgo la salud de la población, amén del importante daño a la propiedad que se generó.
¿Puede considerarse normal una sociedad que permite la existencia de esta noria eterna, donde nadie paga consecuencias por sus actos?
No se trata de establecer un debate si hay que tener más o menos mano dura. Eso sería una falacia. Tampoco se trata de no respetar las garantías ni nada que se le parezca. De lo que se trata es que debe existir una correspondencia a la hora de responder por los daños que se ha causado. Y por eso se insiste que debe intervenir el Poder Legislativo para revisar, a la luz de la experiencia y del Derecho, qué normas se pueden aportar para que la comunidad no se sienta que está inmersa en un sistema hipócrita.
¿Es justo que quien es víctima de un delito de abigeato –para seguir con el mismo ejemplo- observe que cuando interviene la Justicia lo único que se logra con suerte es un par de horas de detención? ¿Que la pena máxima será acaso una probation? ¿Esto es lo que pasaría si a los que carnearon las vacas de la Escuela de Horticultura y que encima le mataron a las lecheras que aportan ese alimento a los alumnos, fueran detectados? ¿Esa es la única respuesta que puede aportar el sistema? ¿Nada más debe esperar una comunidad?
Curiosamente no se conocen jornadas de trabajo entre la Justicia, la Policía, los legisladores y las instituciones intermedias de la comunidad para abordar esta problemática que permite que un delincuente ingrese por una puerta y salga por la otra como si no hubiera pasado nada de nada.
Se insiste en el concepto: no se trata de abrir un debate para que la respuesta pase por mano dura o menos mano dura. Ni mucho menos plantear falazmente si debe prevalecer o no las garantías. El debate es si este sistema puede generar confianza. Caso contrario, la Policía seguirá diciendo que investiga y apresa y la Justicia que aplica las leyes. Es decir, la noria que nada resuelve y que se alimenta a sí misma como un círculo vicioso.



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