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Diario El Argentinoviernes 10 de mayo de 2024
Editorial

Día del Inmigrante

Día del Inmigrante

Ayer se celebró el Día del Inmigrante, una jornada que remite a respetar, valorar y engrandecer las raíces de aquellos que se enraizaron en estas tierras para que los hijos pudieran desplegar sus alas.


Argentina siempre estuvo a la vanguardia en el mundo en materia de políticas migratorias. Dicho esto, se comprenderá mejor que se ha elegido el 4 de septiembre para celebrar el Día del Inmigrante, porque ese día pero de 1812, una de las primeras normas que emitió el gobierno patrio, fue el fomento de la inmigración.
Se trata de espíritu y de una perspectiva que se expresa a lo largo de toda la historia del país. Así también la adoptaron los primeros constituyentes y más allá de los antecedentes institucionales y jurídicos, esa vocación fue una permanente realidad para la construcción nacional.
En líneas generales se puede reconocer que la inmigración en la Argentina tuvo al principio un carácter europeo, que en las últimas etapas las oleadas inmigratorias fueron asiáticas y que desde siempre tuvo un componente latinoamericano y regional.
El contraste actual es notorio. Los países europeos y los desarrollados como Estados Unidos –que suelen ser percibidos con mayores oportunidades y mejores leyes- en rigor expresan una cultura xenofóbica que ve al otro distinto como a un enemigo o como al responsable de sus males.
La actual crisis económica los jaquea. Pero la xenofobia genera movimientos sociales que alientan situaciones que luego se expresan violando de la manera más atroz los derechos humanos. Y al revés, una política migratoria consagra los derechos humanos a través de su plena vigencia.
Seguramente quien lea estas líneas tendrá un familiar o un ser querido que es inmigrante y que llegó al país para ganarse el pan con dignidad y que con ese sacrificio no sólo fundó una familia sino pueblos enteros y contribuyeron incluso a la identidad nacional. No otra es la historia que rodea a Gualeguaychú y se extiende a lo largo y ancho de esta provincia.
Es oportuno recordar que a nivel local se tiene una deuda enorme con las colectividades, justamente porque se ha perdido esa fiesta que convoca al encuentro de las culturas, al disfrute de la diversidad y al aprendizaje que dan los abuelos.
Hay que honrar el Preámbulo de la Constitución Nacional cuando sabiamente sostiene que esa Carta Magna está redactada para “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.
Es necesario también honrar la laboriosa contribución de las corrientes inmigratorias, que han enriquecido la cultura nacional de manera integral.
Así como se sostiene que la raza humana es una sola, es imperioso que el siglo XXI debe ser el siglo de la tolerancia, del respeto recíproco, del diálogo intergeneracional y especialmente el siglo de la paz y del amor. Por eso reconocer a los inmigrantes no es otra cosa que reconocer a la proverbial riqueza que contiene la identidad nacional.



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