Secciones
Diario El Argentino
Secciones
Diario El Argentinomiércoles 08 de mayo de 2024
Ciudad

De enero a enero, ella reina en el taller de Kamarr

De enero a enero, ella reina en el taller de Kamarr

María Laura Silva es modista. Llegó en 1997 al taller de Kamarr y ha seguido allí desde entonces. 


A causa del momento en que comenzó a trabajar para la comparsa del Sirio Libanés, arrancó haciendo trajes para el corsódromo, después del cambio que significó llevar el show callejero a la pasarela más grande de la ciudad.
Todavía recuerda la entrevista que tuvo con Pablo Selene un caluroso domingo a las tres de la tarde y no es para menos: fue el momento en que quedó contratada.
“Hay dos directores: uno es rubio y el otro, morocho” le dijo Selene refiriéndose a Claudio Troncoso y Joel Rocha, es decir, a quienes debía presentarse.
“Ese lunes a las 8 estuve allí y el primero que apareció fue Claudio. Le dije a qué había ido, me puso a trabajar en una máquina y empecé. Y hasta el día de hoy, este trabajo es lo que más me gusta”.
Además de coser y como si esto fuera poco, Laura es la encargada del taller de la comparsa.
“Tengo la llave, debo estar a horario porque soy la encargada de abrir o cerrar y de los materiales, así que todos vienen con sus pedidos”, dijo marcando que pocas cosas escapan a su mirada.
Cómo se hace un traje de carnaval -le dijimos- es la gran intriga porque viéndolos cuando el despliegue es total, uno se maravilla. ¿Los hacen tamaño estándar o a medida?, preguntamos y ella explicó “los trajes que se hacen a medida son el de fantasía y los de la reina, la pasista, las bastoneras principales, porque les tienen que quedar justos. Para las escuadras, se hacen ocho o diez trajes con una medida estándar, más bien amplios y luego se ajustan a cada uno. El resto, botas, muñequeras, caderines y cuellos es igual, porque es imposible tomar medidas a trescientas personas. Este año probamos antes los trajes, así que no tuvimos los problemas típicos de la primera noche, cuando hay que ajustar con alfileres de gancho lo que no quedó bien”.
El alfiler de gancho tiene una demanda extraordinaria en las noches de carnaval, le dijimos y Laura asintió marcando “te salva en muchas ocasiones: si se corta un elástico, se cae un pantalón, se rompe un cierre...”
En realidad, cada vez hay menos posibilidades de roturas, porque a medida que pasan los años, cada vez hay más piedras, más caireles y menos telas, debido a que los trajes se reducen a su expresión mínima.
“Creo que este año debe haber cinco o seis trajes tapados. El resto son todos destapados, es decir los que se conforman con cuello, muñequeras y caderín, con un slip color piel para ellos o del tono predominante en su atuendo, para ellas”, compartió.

Uno por uno

Cada traje se hace en base al dibujo del diseñador. Se los marca primero con papel nylon transparente, donde se ha calcado el dibujo original. Así saldrán todos iguales. Otro paso es matelasear las piezas de raso, taftán, tafeta o plush, que después serán bordadas a mano, porque este trabajo se mantiene tal como cuando comenzó el carnaval grandioso: se realiza una muestra que se entrega a cada bordadora, que la llevará para replicarla en su casa.
Como es la responsable del taller de costura, Laura está muchas horas allí. Por lo general, de dos de la tarde a diez de la noche, “pero estas últimas semanas comenzamos a las 10 de la mañana y también a las 8, para aprovechar el día, porque siempre digo que la noche es para dormir”.
Y en el tiempo que se está en ese universo de telas, hilos y agujas, las máquinas se detienen sólo en determinadas circunstancias: cuando se termina el material propio, para tomar un matecito, comer un yogur, pero no más que eso.
Esta semana la competencia se da entre los trajes de fantasía. Y como en las otras comparsas, el de Kamarr fue acondicionado para lucir a pleno y en esto, estuvo todo el taller comprometido.
¿En qué pensabas cuando lo hacías?, preguntamos pensando en esta responsabilidad y con una franqueza enorme, Laura dijo “en que para mí es el más lindo, porque siempre trato de hacer lo mejor posible. Pero ya sabemos que aquí, el que dictamina es el jurado”.
También contó que cada traje pasa por las manos de todo el taller: las de quien hace los moldes, las de quien marca, corta, cose, decora, porque es mucho lo que se juega.
Pero además, como en cada uso se pierden piedras, lentejuelas, caireles, cuando los trajes vuelven Laura y su gente se ocupan de lavarlos -a mano y en máquina- porque para empezar las reparaciones, es necesario que estén limpios.
“En el momento de vestirse, entregamos el traje a cada persona, de acuerdo al orden establecido. Y así como se lo damos lo tienen que devolver: en caja o en el perchero, según corresponda”, y sin importar que puedan ser las cuatro de la mañana.
¿Y las bahianas? ¿Por qué siguen saliendo? “porque quedan muy lindas y además, no todo el mundo tiene las medidas ideales. Ahora son muy livianas y es muy lindo verlas desfilar”.
Desde aquél ´97 a hoy, ¿qué cosas te sorprenden o te provocan nostalgia?, fue la pregunta siguiente.
“Recuerdo a Selene cuando nos decía “el ahorro es la base de su sueldo” algo que aprendí, porque no derrocho nada. Y siempre me sorprendo con la gente, que es muy linda, muy querible. En cuanto a los integrantes, sostengo que hay que darles todo, porque si no hay chicos para bailar, el carnaval no existe”.

Cuando pasa el temblor

El trajín en el taller, como puede suponerse, se mantiene hasta el final del carnaval, porque las salidas de cada sábado imponen su ritmo. Pero cuando la fiesta termina, Laura se queda casi en soledad.
Entonces es el momento de poner orden y para comenzar, lavar todos lo trajes, para después guardarlos en cajas, bien preservados.
Hecho esto, debe ocuparse de colocar cada cosa en su lugar. Y esto no es un trabajo menor, sino por el contrario, minucioso y casi interminable: cada aguja, cada botón, cada piedra irá a su caja, de acuerdo a su color y tamaño.
Pero hablamos de lo que sobró, porque Laura dejó en claro que los trajes no se desarman, sino que se mantienen hasta el momento de su venta.
“En marzo terminamos de lavar y quedo haciendo este trabajo de clasificación, de poner todo en su lugar, porque ahora, en el taller hay de todo y por todos lados...”
Y ya con todo ordenado y con un registro de este stock, Laura saldrá al encuentro de quien dirigirá la comparsa nueva, de quien será mano derecha desde el momento de la presentación, que por lo general sucede en la época de los árboles sin hojas, cuando casi todos estamos ocupados en otras cuestiones, pero no ella.
¿Cuál es el momento más lindo? le preguntamos y respondió “cuando se genera la incógnita por saber quién será la persona que dirigirá, cuál será el tema y el comienzo del trabajo en la comparsa nueva”.
¿Y el más difícil?, insistimos y Laura no dudó. “La primera noche, porque hay muchas corridas, todos están apurados, nerviosos y con muchas expectativas, igual que cuando hacés una fiesta, que hasta que no comprobás que todo está bien, no empezás a disfrutar....”
Y en esto de disfrutar, la mayoría es parte de la fiesta que se anuncia un poco antes del verano y hasta marzo da que hablar.
Pero de enero a enero, Laura reina en este taller.

 Por Silvina Esnaola
EL ARGENTINO


Este contenido no está abierto a comentarios