Un hijo de argentina que nos interpela
La confirmación que el cuerpo que llegó ayer a la mañana a la Morgue de la Justicia Federal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es el de Santiago Maldonado, por sus mismos hermanos ante una breve conferencia de prensa, pone fin al calvario de una familia que durante 81 años esperó con ansias saber el destino de Santiago.
El cuerpo fue trasladado desde el sur con cadena de custodia, y una vez en la morgue se siguieron todos los procedimientos internacionales para determinar el ADN del cadáver, más allá de la identificación visual por parte de sus familiares.
Lo que se debe destacar es que a diferencia del caso Nisman esta vez se procedió con profesionalismo y al menos podemos notar cómo el Ejecutivo no tuvo influencia sobre las decisiones de la Justicia.
Qué hubiera sucedido si durante la investigación de la dudosa muerte de Alberto Nisman se hubiera procedido con el mismo profesionalismo.
Mientras se hacían las pericias para determinar el fallecimiento del Fiscal había cerca de 40 personas en su departamento, a la familia se le impidió hacer una autopsia en el primer momento y luego comenzó una campaña de intoxicación informativa para revictimizar al fiscal y desviar la atención de la opinión pública.
Si bien en el caso Maldonado podemos decir que por fin se hizo algo bien, queda aún por delante un enorme trabajo de fortalecimiento de las instituciones, para que vuelvan a ser creíbles por la gente, queda aún determinar las causas de la muerte de Santiago y el papel de los gendarmes durante la represión.
Es muy peligroso que en democracia el gobierno no tenga control sobre sus fuerzas de seguridad, como también es aberrante el “caranchismo” político que se vivió durante estos 81 días, en la que inevitablemente la tragedia de la familia Maldonado fue utilizada políticamente, cuando en realidad el país quiere acompañar en el dolor a sus familiares, porque más allá de su ideología, Santiago era un hijo de esta Nación.
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